/ Cartas /

|Capítulo once|

Después de todo, has vuelto..
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Ambos personajes estaban en la casa de Eepop.

— ¿Encerio quieres seguir asi?- Le pregunto el de pelo morado.

Después de todos los eventos que ocurrieron, Eepop estaba estresada.

— ¡Agh!, Ya lo descubrí.- Su pelo rubio estaba desordenado, tenía ojeras y su cara no estaba maquillada, algo raro en ella.- E-El, sigue vivo.

Mostraba una imagen de Popee.

— Tienes que calmarte, Eepop.- Dijo con seriedad Kedamono, mientras recogía papeles del suelo, los cuales estaban rallados y repletos de dibujos.

— N-No, deja mi investigación en el suelo.- Ordenó la de ojos azules.

El chico no hizo más que obedecer, quedando en claro que ella era la que mandaba en ese lugar, en ese sitio, en ese día, en esa hora, en ese minuto, en ese micro segundo.

— Bien, ahora.- Arreglaba su pelo rubio.- Tenemos que hacer algo, el nos está observando desde la oscuridad.

— Mira, llamare a una amiga, la cual te ayudará muy bien en esto.- Sacaba su celular.

La de ojos azules miro con furia al mayor, dejando en claro de que estaba enojada con el.

Miraba con detalle a su mejor amigo.

[^^]

Eepop estaba sentada en el sofá  esperaba a la “visita”, después de todo Kedamono tenía razón, estaba muy alterada.

— Ya llegó. ¿Puedes actuar de forma normal enfrente de ella?- Le pregunto.

— Pff, claro que sí, ya e hablado con chicas..

— Me refiero a si puedes actuar bien enfrente de ella, no quiero una mala impresión, después de todo, apenas nos conocemos.- Decía mientras abría la puerta lentamente.

Dejando ver a aquella muchacha.

Eepop solo se tapo la boca con sus dos manos, estaba sorprendida.

Ambas chicas se miraron.

— ¡Kedamono!- Grito la rubia.- Te dije que cualquier chica.

Kedamono confundido solo agarro la mano de Onomadek.

— Está chica es con la que quiero que hables, después de todo, ambas son mujeres y entre mujeres se entienden.

— Kedamono, es algo bueno de tu parte.- Dijo Onomadek, con una sonrisa.- Pero, ambas no podemos hablar de ciertas cosas, y también tienes que tener en claro que ambas no queremos hablar.

— ¿D-De que hablas?.- Pregunto confundido.

— Digamos que, Eepop y yo tenemos una historia.- Dijo con voz calmada y tranquila.

— ¡Si!, Una historia, la cual relata una traición.- Dijo con enojo, mientras rodaba los ojos.

— ¡Puedes tener en claro que no fue mi culpa!- Fue la última gota que derramó el vaso.

Eepop corrió hacia Onomadek, empujándola y haciendo que ambas empezarán a golpearse.

Kedamono agarro a Eepop de los hombros.

— ¡Déjame Kedamono!, Tengo que darle lo que se merece.

Onomadek sangraba desde su nariz.

— Fue una mala idea venir aquí.- Dijo Onomadek, cruzando sus brazos, en forma de desaprobación.

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— ¡Bien!, Les dejaré solas aquí.- Grito Kedamono.

Cerrando la puerta fuertemente.