|Capítulo quince|

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El mayor solo le curaba la cabeza.

Igual que, también le quitaba la sangre de su cara.

Le peinaba y le acariciaba el pelo.

Le dió un beso en la mejilla, mientras le peinaba.

—Me encanta tu pelo, tan largo.. — Murmuró.

El menor solo guardó silencio, evitando contestar.

—No hace falta que me ignores, cariño. — Exclamó. - De todas maneras, te haré escupir lo necesario.

El de ojos rosados solo miro hacia el suelo, logrando ver manchas de un líquido rojo, que evidentemente, era sangre.

Con tan solo verlo, salto del susto.

—¡No te muevas! — Bufo el rubio, con enojo, tirándole del pelo.

El azabache solo le miro con miedo.

—Escúchame bien. — Ordeno.

Le quitaba las sogas que le tenían prisionero.

Con sumo cuidado, mirándolo con furia y tratando de no lastimarle.

—No trates de escapar o vas a sufrir severas consecuencias. — Aclaro.

—P-Popee. — Musitó.

Popee solo se dejó de mover, unos minutos, después de aquel acontecimiento solo pudo mirarle detalladamente a su amado.

—¿Pasa algo? — Interrogó.

Un silencio profundo inundó aquel cuarto helado, con tan solo mirar sus expresiones, sabía que lo que vendría a continuación.

Tenía que mencionar otra cosa, para evitar ser dañado.

—Te amo. — Susurro, con dificultad.

El de los ojos azules solo le abrazo.

Con lágrimas en los ojos, y apretandolo.

—Oh, querido, no sabes cuánto tiempo e esperado.. — Comento, sin dejar de abrazarle.

Kedamono solo miro hacia el suelo, sus ojos se posaron principalmente en aquellas manchas.

Algo que noto Popee.

—¿Quieres saber su significado? — Cuestiono sonriendo.

Kedamono solo asíntio, mirándole serio, sus emociones estaban apagadas.

—Bien, pero, debo de advertirte, lo que verán tus hermosos ojos no será muy bello. — Contesto.

Aquel chico solo le miro detalladamente.

Le beso en la nariz y solo se fue a un lugar oscuro de la habitación.

[^^]

—¡Sorpresa! — Grito. — Simplemente, verás aquí a tu “amiga” sufrir.

Sonrió, mostrando sus dientes filosos.

Ahí mismo, pudo visualizar a Onomadek.

Amarrada de pies a cabeza, en una silla eléctrica.

—¿P-Por qué? — Con dificultad, pudo mencionar aquella pregunta.

—Cariño, ella nos quiere alejar. — Murmuró. — Lo mejor, sería que su existencia sea removida de este miserable y asqueroso mundo.

Kedamono solo le miro con miedo.

—Oh, vamos, no seré rudo con ella. — Menciono.

[^^]

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