Tenías que ser tú

CAPÍTULO 16 - HORA DE LA VERDAD

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Los días pasaron y llegó el viernes, el día en que hablaría con Kath y Seline.

Nadie se enteró de lo que había pasado esa noche y menos mal, habíamos roto la confianza de sus padres.

Su familia se portó genial conmigo durante esa semana, me trataban como una más. Me sentía mal por ellos ya que no éramos nada de forma oficial, aunque esa semana nos comportamos como tal.

Estuvimos cariñosos el uno con el otro, pero yo no actuaba tan solo me salía querer mimarlo, abrazarlo y besarlo. Era consciente de que mis sentimientos estaban cambiando muy rápido, pero no me atrevía a aceptarlo.

El viernes cuando llegamos al instituto hicimos nuestra rutina de siempre, pero a la hora del almuerzo les pedí a las chicas de ir a otra mesa.

– ¿Pasa algo? – preguntaron a la vez mientras nos sentábamos.

– Hay algo que no os he contado porque no estaba preparada...

– Me estás asustando cariño – Kath me toma de la mano – puedes confiar en nosotras.

– Lo sé, es que... – suspiré.

Esto era más complicado de lo que creía. Con la familia de Scott no me costó tanto porque no los conocía, sería como desahogarte con un desconocido en el bar. Solo que mis sentimientos por su hijo estaban avanzando.

Ellas esperaban pacientemente a que estuviera preparada para hablar hasta que miraron detrás de mí con cara de no entender nada.

– Señorita Allen – volteé y me encontré con la directora del instituto junto con mi padre – acompáñeme a mi despacho.

Noté como la cafetería entera se quedaba en silencio y los ojos recaían sobre nosotros. Miré a mi padre con miedo, no sentía nada más que eso.

– ¿Hice algo malo? – pregunté dudosa.

– La espero en mi despacho junto con su padre – la directora se adelantó y me levanté para quedar a la altura del que algún día consideré como tal.

– Vamos – dijo entre dientes – no montes un espectáculo.

Alargó la mano y me encogí pensando que recibiría un golpe que nunca llegó.

SCOTT

En cuanto vi a su padre junto con la directora me tensé en mi sitio. Los chicos hablaban sobre ello, a ver que podía haber pasado. Estuve pendiente al igual que toda la cafetería de lo que pasaba. De normal ningún padre viene, y si lo hace no entra hasta la cafetería para sacar a su hijo a rastras.

La directora se alejó yendo a su despacho, supuse. Pero mi atención se mantenía en ella, como había sucedido últimamente.

Esa semana en mi casa los sentimientos que venían dándome avisos desde hace cierto tiempo empezaron a aumentar más y más.

Dormimos juntos por una semana, despertar con ella entre mis brazos era de los mejores placeres de mi vida. Me gustaba despertarla con besos suaves y con caricias por todo su cuerpo.

Y aquella noche...la noche que nos saltamos las normas y la devoré, con el único sonido de mi nombre en sus labios.

Me estaba volviendo loco.

En el momento que vi como su padre levantaba la mano me puse de pie y conseguí que las miradas se dirigieran hacia mí. Mis amigos se quedaron de piedra al ver como el padre de nuestra amiga había levantado la mano, de manera "inocente", y ella se había encogido esperando un golpe que nunca llegó.