Joaquín:
Después de insistir en ir a la tienda a comprar algunas cosas para la cena para no sentirse como un gorrón completo, Joaquín regresó al apartamento de Renata con un par de bolsas de la compra en la mano.
Su promesa de hacer pizza casera había sido demasiado para resistirse, y la comida siempre había sido el mejor remedio para la angustia. Ansiaba aceitunas y piña, al menos ahora sabía por qué.
Solo faltaba otro mes antes de que terminara el contrato de arrendamiento de Renata y ella se mudara a la casa de Cole antes de la boda, pero él planeaba estar de regreso en Portland mucho antes.
Con suerte, habría tenido las agallas para decirles la verdad a sus padres.
Al menos no tenía que preocuparse por nada de eso esta noche. Renata le había prometido una sorpresa, lo que sea que eso significara, y quedarse con ella se sentía como en los viejos tiempos cuando habían compartido el mismo dormitorio de estudiantes de primer año.
—Estoy de vuelta —dijo Joaquín, una vez que atravesó la puerta.
Llevó las bolsas a la cocina y casi las dejó caer todas cuando vio al alfa junto a la estufa, junto con una comida de cuatro platos que estaba sobre la mesa. Había dos velas parpadeantes, pero el misterio mucho mayor era la presencia de Emilio.
—¿Emilio? —preguntó con incredulidad—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Cole me dijo que estabas aquí y después de convencerla mucho, tu hermana accedió a dejarme verte —respondió.
Su tono arrepentido no tenía más sentido que el hecho de que estaba allí.
Por un momento, Joaquín pensó que podría estar soñando, pero generalmente cuando soñaba, el alfa no llevaba ropa.
Quizás esto era una pesadilla y Emilio había vuelto para dejar en claro sus sentimientos por segunda vez.
—¿Por qué? —Fue lo único que a Joaquín se le ocurrió preguntar, una vez que aceptó que, de hecho, estaba despierto, y Emilio estaba en la cocina de Renata.
—Sé que probablemente soy la última persona a la que quieres ver en este momento —dijo Emilio, claramente tomando su sorpresa por ira—. Y si no quieres volver a verme nunca más, lo entenderé. Pero, por favor, dame la oportunidad de disculparme y explicar algunas cosas.
—¿Disculparte por qué? —preguntó, temiendo hacerse ilusiones.
—Por pensar que tenías alguna culpa en lo que pasó con mi hermano —dijo en voz baja—. Y por dejarte salir de esa cabaña sin dejarte saber lo que realmente siento por ti.
Sus palabras eran demasiado tentadoras para creer, y Joaquín sabía que poner un muro alrededor de su corazón era la única forma en que iba a evitar más devastación.
Eligió concentrarse en la parte de las palabras del alfa que no entendía en lugar de concentrarse en las que temía esperar que entendiera.
—¿Qué quieres decir con 'lo que pasó con Jared'?
—Sé que fue él quien te engañó —dijo Emilio, con la voz llena de remordimiento—. Mirando hacia atrás, no puedo creer que alguna vez haya pensado lo contrario. Lo amo, pero hay un lado de él que no me gusta en absoluto, especialmente cuando se trata de omegas. Especialmente cuando se trata de ti.
—No lo entiendo —dijo Joaquín, luchando por procesar todo—. ¿Jared te dijo que fui yo quien lo engañó?
—Entre otras cosas —murmuró—. Si hubiera sabido la verdad, nunca te habría tratado de esa manera. —Frunció el ceño—. No… aún así no es excusa. Lo que sea que pasó entre tú y Jared no debería cambiar la forma en que me siento. Joaquín, hay mucho más en lo que sucedió esa noche que sólo sexo. Siento cosas por ti que nunca sentí por nadie. Cosas que ni siquiera pensé que fuera capaz de sentir.
—¿Qué estás diciendo? — Joaquín se atragantó.
