21. No sé

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Marcus Meyer

Estoy consciente y seguro de que algo ha cambiado. Este fin de semana ha sido diferente y tengo que aceptarlo.

No siento culpa, y me es preocupante no sentirla a estas alturas después de todo lo que he hecho con Mercy. Sé perfectamente que no se lo merece. No merece que la trate como la he tratado estos años, así como también sé que mis jodidos sentimientos están cambiando.

Doy un suspiro preparándome para la reprimenda que me dará Mercy en cuanto cruce la puerta del apartamento. Para cuando lo hago, ésta se encuentra en la cocina, lo sé por el delicioso aroma de su comida.

—¡Por fin llegas cariño!

Esboza una sonrisa al verme, mientras yo siento una punzada en el pecho por la culpa que cargo justo en este momento, «no se lo merece».

Camino hacia ella rodeándola de la cintura. Lleva puesto el pijama de seda color negro, le dejo un casto beso en los labios y le pregunto qué es lo que está preparando tratando de cambiar mi estado de ánimo. Porque si, disfruté tanto el fin de semana, pero ahora el balde de la realidad ha caído sobre mis hombros.

—Pasta boloñesa —anuncia.

—Mmm, carbohidratos —la molesto.

—¡Oye! Sigue así y no te daré nada.

Suelto una risa mientras tomo asiento en uno de los taburetes junto a la isla.

Mercy sigue en lo suyo, cocinando y caminando de un lado para el otro. Me quedo pensando en lo sucedido hace un rato en el coche con Charlotte.

¿Qué fue eso? ¿Celos? Probablemente sí, no le hayo otra explicación ante aquello que sentí cuando le dijo a Oliver que también lo deseaba. Se me revuelve el estómago nada más de pensarlo. Sé que somos amantes, que ambos cogemos con nuestras parejas. Pero es que desde que me acuesto con ella ya no siento lo mismo con Mercy. Acepto que la he estado evadiendo a la hora de la intimidad.

—¿Por qué tan pensativo? —me pregunta, al dejarme el plato sobre la encimera.

—Estoy cansado, es todo —respondo tomando un bocado —. Delicioso, como siempre.

—Gracias —contesta airosa —. ¿Cómo te fue en el viaje? —pregunta.

Pero cuando estoy por responder me interrumpe:

—¡Espera! —exclama levantando su mano —. Antes de que me cuentes. Oliver estuvo buscando como loco a Charlotte.

—¿A sí? —pregunto como si no lo supiera.

—Si, sus alarmas de la locura sonaron eh. Lo entiendo, la mujer es hermosa, pero... siento que Oliver la asfixia con tanta pregunta. Estuve hablando con él un rato por teléfono, le recomendé que volviera a terapia pero se negó. No lo juzgo, de verdad, pero de seguir así lo único que provocará es que Charlotte se aleje de él.

Me quedo callado. «No sería mala idea que se aleje de él».

—En fin, quienes somos nosotros para juzgar —dice con una sonrisa —. Ahora sí, ¿Cómo estuvo tu fin de semana? ¿Qué tal la pasaron tu papá y tú en esa reunión?

No mentí del todo. La compañía tenía una reunión a las afueras de la ciudad. Mi padre fue, pero yo no. De ahí me agarré para mentirle a Charlotte. Podré sonar descarado, pero sinceramente el deseo de tirarme a la esposa de mi amigo superó cualquiera de mis expectativas.

—Ya sabes cómo es Mark —dije tomando otro bocado —, siempre se tiene que hacer lo que él dice.

—Me lo imagino. Por eso la llamé para decirle que no fuese tan duro contigo.

PERVERSOS 1° SeducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora