20. Whisky

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Charlotte Harrison

El frío de la noche me congela los pies, las manos y hasta la...

Vamos de camino al bar llamado "Whisky", no hemos comido nada durante el día, y según Marcus ahí sirven comida rápida y cerveza.

Toda la tarde nos la hemos pasado uno encima del otro disfrutando del calor que emanan nuestros cuerpos al unirse. Recordarlo me provoca un cosquilleo más abajo del vientre. Sus besos, sus caricias, y los tres orgasmos que me hizo tener hoy por la tarde han sido...

—¿Qué piensas? —pregunta.

Las calles se encuentran húmedas gracias a la lluvia de la mañana. El clima en la ciudad suele ser húmedo y lluvioso, pero hoy se ha empeñado a mantenerse así todo el día.

—En lo bien que follas —le digo para levantarle el ego que no esconde.

De un jalón me tira hacia él posicionándome en su pecho. Me envuelve en un delicioso beso, jugueteo con su lengua absorbiéndome en un mar de sensaciones placenteras cuando me restriega su entrepierna.

—Que boca tan sucia tienes —dice, mordiéndome en labio inferior.

—El sucio eres tu —le devuelvo la misma acción.

Ambos volvemos a re-direccionarnos en el camino acercándonos cada vez más al restaurant bar. Cruzamos la calle que nos divide del mismo, ingresando después al lugar que aún se encuentra un poco vacío.

—¡Wow! —es lo único que mi boca suelta al ver el lugar.

—¿Qué te parece? ¿Lindo no? —interrumpe Marcus con una sonrisa.

—Es increíble, justo de tu época, por viejo —le digo empujándolo con mi dedo índice.

—¡Qué te pasa, soy un feto!

Su comentario hace que me ría.

—Sabes que bromeo —digo —. Además, somos de la edad. Estoy a nada de cumplir veintiséis años.

—¿Hueles eso? —me pregunta.

—No, ¿Qué cosa? 

—Tu vejez.

Idiota.

Sin pensarlo, me toma de la mano arrastrándome hasta una mesa.

El lugar es de paredes de ladrillo café, hay una mesa de billar, una pared de dardos y una barra de tragos en color marrón. Las mesas y sillas son del mismo tono: de madera y con banquitos de respaldo corto. En una de las paredes, se encuentra un enorme mural pintado a mano con el nombre del bar: Whisky.

Marcus arrastra el banquillo hacia atrás, permitiéndome así sentarme en él. Después, frente a mi toma asiento. Nos hemos sentado en una mesa para cuatro personas, lo cual delata perfectamente cuál es la intención de Marcus ésta noche.

—¿Invitaste a tu amigo? —le pregunto.

—Si, tuve que —contesta indiferente. —Si no lo hacía, no me lo hubiera quitado de encima dentro de un tiempo.

Asiento mirando alrededor. En una de las esquinas se encuentra un pequeño escenario con una batería, micrófono y dos guitarras —una en cada uno de los lados—. Un metro más a la derecha, se encuentra un pasillo donde supongo están los baños, y al finalizar el mismo una puerta con el letrero de: Salida de emergencia.

—¿Tocan música en vivo? —pregunto por curiosidad.

—Si. Es divertido, aquí veníamos Leonardo y yo cuando éramos universitarios. Nos dábamos unas escapadas con una que otra chi...

PERVERSOS 1° SeducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora