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𝐇𝐚𝐫𝐥𝐞𝐲

MIERDA. Que lo sedara no le iba a agradar al comandante. De igual forma, Harley se tomó su tiempo cuando lo levantó del sitio donde había caído. Le apartó unas hojas del cabello y algo de tierra de su mejilla.

Demonios, pero si era precioso. Ni siquiera pensó que se debía a que era el primer omega que tocaba en más de cuatro años.

Su cara redonda, sus pómulos delicados, labios carnosos; sería hermoso para los estándares de cualquier persona. Su pene se endureció con la calidez de su cuerpo en sus brazos mientras la cargaba hasta la camioneta.

Tal vez hasta se apuntaría en la lotería en esta oportunidad.

Luego se rio de sí mismo. «¿Te estás ablandando ahora, Harley?» Más bien endureciendo. Cielos, ¿al fin se estaba volviendo tan hambriento por un omega como cualquier otro idiota a su alrededor?

—Ten cuidado —dijo su compañero bajando el asiento delantero. Bajó uno de los asientos plegables y extendió una mano hacia el omega. Harley se sintió extrañamente reacio a entregarlo.

Jodidamente estúpido. Se sacudió la cabeza a sí mismo y se lo entregó para que pudiera acomodarlo. Dirigió su atención de vuelta al campo detrás de ellos y levantó su arma.

—¿Esperas que haya problemas?

—En cualquier momento.

Apenas había cerrado la puerta antes de escuchar disparos que venían de los árboles que los escudaban del campo.

—¡Conduce, maldición!

—Estoy conduciendo —dijo el castaño prendiendo la camioneta y levantando una nube de polvo detrás de él mientras se marchaban.

La ventana trasera de la cabina se destrozó y Harley se agachó. Infelices. Metió su arma por el espacio ahora vacío y empezó a dispararles también. No le daría a nadie así, pero devolverles unos cuantos disparos podría frenarlos.

En poco tiempo se alejaron de los bastardos. Harley se giró para mirar al asiento trasero.

—¿Se encuentra bien?

El hombre asintió, tenía la cara pálida. El omega estaba desplomado, todavía totalmente fuera de sí.

—Podrían haberlo matado. Sin más. Es uno de las últimos que quedan y pudo haber muerto justo delante de nosotros.

La esclavitud omega era oficialmente ilegal en casi todo el mundo, pero había mucha gente que elegía ignorar completamente el hecho de que había un gobierno en el poder. La anarquía les venía muy bien.

Tan pronto como llevara el omega al pueblo, difícilmente volvería a verlo de nuevo.

Eso le molestó un poco.

Pero, así era como debía ser, maldición. 

Virus OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora