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𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲

Wanda no estaba más que arrepentida cuando Harley como la pelirroja dijo que se llamaba ese tonto alfa, dejó a Harry nuevamente en la habitación.

Yelena, por el otro lado, miraba a Harry con cautela. Esa mujer había visto muchas cosas, Harry estaba seguro.

—Lamento tanto que todo se haya salido de control —dijo Wanda— Si nos hubieras dado un poco de tiempo, podríamos haber explicado todo y...

—¿Cuántos días les toma normalmente antes de que suelten todo lo de los cinco esposos? —preguntó Harry mirando cuidadosamente a Wanda y luego a Yelena.

Había decidido tomar el camino de la resistencia mínima, al menos por el momento. Reuniría información, aprendería todo lo que pudiera y escaparía cuando tuviese mejores posibilidades.

—Papá lo habría explicado todo esta noche —dijo Wanda sentándose en la cama al lado de Harry y tomando su mano. Harry quiso apartarla, pero en vez de eso inspiró aire profundamente entre sus dientes apretados y miró a Yelena.

Harry entendía a Wanda. El comandante era su padre. ¿Quién sabía por cuánto tiempo le habían estado lavando el cerebro con toda esta mierda?

¿Pero Yelena? Ella no parecía ingenua. Entonces, ¿Cuál era su problema?

—Serás tan feliz aquí —dijo Wanda con efusividad.

—¿Y exactamente cuándo se supone que va a suceder esta feliz ocasión? —Harry dejó que el sarcasmo llenara su voz positivamente.

Es decir, ¿qué tan rápido necesitaba asegurarse de tener que largarse de aquí?

—Normalmente en las primeras semanas —dijo Wanda, y luego se apresuró en añadir—: pero tienen tres meses para consumar la unión. —Sus mejillas se ruborizaron al pronunciar la palabra consumar y bajó la mirada a su regazo.

Un efecto virginal si Harry había visto uno alguna vez. ¿Era nada más porque era la hija del comandante que no la molestaban los alfas del pueblo? Según su padrino había un puñado de lugares en el mundo que eran seguros para los omegas.

Harry frunció el ceño y miró a Yelena.

—A pesar de que te casas muy rápido, nada es forzado. Aquí no somos así. Mira —Yelena levantó las manos—. A mí no me corresponde decirte todas estas cosas. El comandante vendrá aquí después de que la celebración de la lotería termine y...

—¿Y a ti te parece bien eso? —estalló Harry—. El hecho de que nos están rifando como si fuéramos, como si fuéramos... —balbuceó—...ganado o algo así.

Yelena suspiró y Wanda parecía herida.

—Te dije que es mejor que el comandante explique las cosas —dijo Yelena. Al diablo con esta mierda.

—Ah, ¿para que pueda comenzar a hacer su lavado de cerebro vudú que obviamente te hizo a ti y a Wanda?

Yelena miró a Harry con firmeza, pero Harry no se retractó. Claro que su último comentario fue un poco pesado, pero mantenía su opinión. Solo estaba llamando las cosas por su nombre.

—¿Has estado en el mundo exterior últimamente? —La mandíbula de Yelena se apretó mientras daba un paso hacia Harry—. Tal vez lo que tenemos aquí no sea perfecto, pero es tremendamente mejor de lo que hay ahí afuera. —Sacudió la cabeza y se volvió hacia Wanda—. Lo siento, Wands, sé que dije que ayudaría, pero me voy.

Pasó rozando a Harry y salió por la puerta.

Wanda se veía aún más disgustada, giraba la cabeza entre Harry y Yelena, como si estuviera indecisa sobre si quedarse o seguir a su amiga. Harry estaba a punto de decirle que por favor se fuera, pero entonces tocaron la puerta.

Virus OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora