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𝐅𝐞𝐧𝐫𝐢𝐫

𝐷𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑚𝑎𝑛𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒́𝑠...

—¡¿Que quieres hacer qué?! —vociferó Fenrir empujando la silla hacia atrás al ponerse de pie —No. Absolutamente no, Harley díselo.

Pero Harley solo estaba sentado en el sofá de la sala lo más calmado posible mirando a Harry. —Escuchemos lo que tiene que decir.

¿Qué demonios?

—Miren —dijo Harry inclinándose hacia adelante y sujetándose las rodillas con las manos —No me voy a escapar. Estoy confiando en ustedes. En todos. Estoy acudiendo a ustedes para pedirles ayuda.

Fenrir no podía creer lo que estaba escuchando. Harry quería irse.

Todo estaba yendo tan bien. Él era feliz. Realmente feliz. O al menos eso pensaba. Pero luego empezó a alejarse de nuevo desde hace un par de semanas. Pero no como la primera vez.

No se quedaba acostado todo el día. No, siguió saliendo. Manteniéndose activo.

Pero empezó a cerrar la puerta del dormitorio principal en las noches, dejándolos a todos afuera.

Harley dijo que le dieran tiempo. Pero luego bajó hoy, los sentó a todos a hablar, y anunció que quería dejarlos e irse a la estúpida utopía de omegas.

Qué maldita tontería.

Harry sacudió la cabeza y bajó la mirada —Es que... —Respiró profundamente y los miró de nuevo —No puedo seguir viviendo aquí. Por un segundo pensé...

Entonces negó con la cabeza enérgicamente.

—Pero no puedo. Sé que la colonia costera existe. Si tan solo pudieran ayudarme a llegar ahí...

Fenrir no pudo seguir escuchándolo.

—¡¿Te volviste loco?! —gritó saliendo disparado del sofá hacia donde estaba Harry sentado en un sillón cerca de la chimenea. —Podrías estar en cinta ahora mismo.

Harry se quedó boquiabierto por un segundo, pero luego dijo con mucha seguridad: —No lo estoy.

—¿Y cómo puedes estar tan seguro? —le preguntó Fenrir directamente a la cara —Podrías llevar a nuestro hijo o hija ahí dentro —dijo señalándole el vientre.

—No lo estoy —soltó.

—¿Cómo lo sabes? —objetó Fenrir.

—Porque lo sé —suspiró —El cuerpo de un omega cambia de aroma cuando está en espera. Y ¡Oh sorpresa! No a ocurrido —dijo, levantando las manos.

Fenrir tragó fuerte y pudo ver que algunos de los demás reaccionaron igual de mal ante la noticia. No estaba en cinta. Ni siquiera tenía espacio en su cerebro para procesarlo en el momento o la razón por la que estaba tan decepcionado.

Sacudió la cabeza de nuevo. —No importa. El lugar al que quieres ir es un cuento de hadas.

Miró al resto de los hombres y vio que Harley y Dick intercambiaron una mirada. Una mirada con un maldito significado.

—¿Qué? —exigió saber —¿Qué demonios fue esa mirada?

—Es probable que si exista —dijo Dick.

Hubo un silencio mortal.

—¿Qué? —dijeron Fenrir, Jason y Peter al unísono. Harry solo asintió.

—Cuéntales —dijo Harley con tono monótono.

—Después de que Harry se escapara... intentara escaparse, lo investigué. Busqué en la web profunda. Él tenía razón: hay un vídeo de un omega. Porque debes ser omega si lo quieres contactar, luego supuestamente te envía una serie de coordenadas y se encuentran. Si eres un auténtico omega, su equipo te lleva con ellos a su colonia.

—¿Cómo demonios pudiste ocultarnos eso?

—No creí que fuera... —Dick tragó fuerte mirando a Harry
—...información relevante.

—Pero Harry —comenzó a decir Peter —¿por qué? Pensé que eras feliz aquí con nosotros.

—¿Por qué? —Parpadeó, como si no pudiera entender la pregunta —¿Cómo me puedes preguntar eso? —Los miró a todos. —Siempre he querido irme, desde el primer momento en que me trajeron inconsciente a este pueblo. ¿Pensaste que eso había cambiado?

Silencio.

Los miró a cada uno de ellos, uno por uno, y sacudió la cabeza con una risa oscura y escéptica.

—Nunca quise esto. Y nadie me dio a escoger, ¿saben? —Se levantó tan rápido que el cabello se sacudió a su alrededor. —Ninguno de ustedes me permitió opinar, así que traté de sacarle el mayor provecho. Traté de... —Tragó fuerte y miró a la ventana —...olvidar. —La palabra fue un susurro ronco.

Fenrir odiaba el dolor que había en su voz, pero no estaba siendo justo.

—Nunca te hicimos hacer nada que no quisieras. No te forzamos... a nada.

—¿Qué más podía hacer? Me lo dejaron muy claro: tenía tres meses para consumar este matrimonio. Decidí hacerlo por mi cuenta.

Fenrir retrocedió. ¿Intentaba decir que...? ¿Pensaba que ellos...?

—Hice lo mejor que pude ante una mala situación —dijo con voz temblorosa. —Pero nunca tuve otra opción. Varios de ustedes me han dicho que me aman. —Todo su cuerpo temblaba ahora y cada instinto del alfa le gritaba que lo abrazara.

Incluso cuando las palabras que salían de su boca eran como cuchillos en su pecho.

—Pero ¿cómo podría amarlos cuando en ningún momento me dieron a escoger? —Sus palabras fueron un grito angustioso. —¿Cómo es que esto podría llegar a ser amor? —Sacudió la mano en el espacio que había entre él y los demás.

—Sí —dijo tragando fuerte y asintiendo —hicieron que mi cárcel fuera soportable por un tiempo. —Su mandíbula se apretó y su mirada se endureció. —Pero es todo lo que será siempre.

Señaló la casa, el pueblo, y luego dio la última estocada.

»Y eso es lo que este matrimonio siempre será: una cárcel.

A Fenrir le gustaba pensar que siempre estuvo en esto por el sexo. Solo quería follar con la consciencia tranquila. Desde luego nunca le había dicho a Harry que lo amaba.

Entonces, ¿por qué demonios sentía el pecho tan apretado que parecía como si nunca fuese a poder respirar profundo de nuevo?

Dick dio un paso al frente y los miró a todos.

—Opino que amar a alguien significa darle la libertad de quedarse contigo o no. Lo que hicimos está mal. Harry debería poder elegir. —Tragó fuerte y luego tosió, como si apenas pudiese contenerse. —Incluso si eso significa que escoge dejarnos.

Jason estaba negando con la cabeza, pero Harley respiró profundo y dio un paso al frente para ubicarse junto a Peter.

—Si es seguro y es lo que quieres, te llevaremos.

¿Qué? ¿Qué demonios?

—Harry —dijo Fenrir en lo que fue apenas más que un susurro. Sacudió la cabeza. Nunca antes había rogado por nada, pero ahora iba a rogar. —Por favor. No te vayas.

Cuando le dio la espalda, el corazón que pensó que no tenía, se rompió en miles de pedacitos. Y sus próximas palabras hicieron que los pedazos restantes se convirtieran en polvo:

—Nos iremos lo más pronto posible.

Virus OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora