Capítulo 2.

118 6 0
                                        

El corazón me empezó a latir demasiado deprisa.No soportaba a ese chico, me parecía la persona más egocéntrica e insensible del mundo. Pero todos esos pensamientos se desvanecieron gracias a su tremendo atractivo.

Él estaba apoyado sobre un poste publicitario que anunciaba una marca de ropa carísima, y el modelo estaba en la misma posición que Bruno, asique no pude evitar reírme de la situación.

Cuando escuchó reírme, me lanzó una mirada amenazante entornando los ojos.
-¿Y tú de que coño te ríes?-dijo

-De...de nada.

Retiré la mirada al instante y desee no haberme reído.

Él, para mi sorpresa se sentó a mi lado a pocos metros de mí.
-No.-sonrió.-venga,seguro que es muy gracioso ¿verdad?

Dirigí la mirada hacia él y me centré en sus ojos grisáceos llenos de resentimiento.
-Te he dicho que no me estaba riendo de nada.-respondí cortante.

Nos quedamos unos segundos, que parecían eternos, mirándonos a los ojos. Una especie de competición para ver quién agachaba la mirada antes. Pero yo no iba a ser la primera. Estaba cansada de que los demás siempre tuvieran un cierto poder sobre mi.

Y apareció Virginia.
-¿Bruno?

Él suspiró y se levantó para saludarla con un "tierno" beso y no pude evitar sentir una chispa de celos en mi interior.

El autobús llegó, por fin y las estrechas puertas de aluminio se abrieron para recibir a los nuevos viajeros. Pasé el bonobus por el lector y me dirgí a los asientos del fondo, como de costumbre. Me puse los cascos del iPod y elegí escuchar "Yesterday", de The Beatles, me acomodé en la ventana y durante el trayecto hacia la oficina dónde trabajaba mi padre.

Llegué a mi destino y me adentré en el gran edificio lleno de snobs y gente relativamente importante.

-¡Buenos días Zenda!-exclamó Eli desde detrás del mostrador.

-Hola Eli.-la respondí con una gran sonrisa.

Ella me indicó dónde se hallaba mi padre.
Fondo derecha, todo recto.

Sin pensármelo dos veces y sin llamar, abrí la puerta del despacho. Mi padre, alarmado, se levantó, causando así, que se forme una leve arruga en la frente de su invitado.
-¡Zenda!.-exclamó.-le dije a Elisabeth que esperaras fuera.

-No se preocupe.-dijo mientras su invitado esbozaba una sonrisa bastante falsa.-estoy acostumbrado a que mi hijo entre siempre sin llamar a mi despacho.-frunció el ceño y me miró.-debe tener casi tu misma edad y la misma mala educación.
Pero, quién se cree este tío para llamarme maleducada...?

-Mira, no se ponga de hablar de educación porque...-mi padre me interrumpió.

-Zenda, luego tu y yo, vamos a tener una pequeña charla.-dijo.-Y lo siento mucho señor Brouwer.
Espera un momento, "Brouwer"... ¿no es el apellido de Bruno? ¿y dice que tiene un hijo maleducado? Me estoy volviendo loca.

Brouwer me tendió la mano para despedirse, pero la aparté, siendo lo más desagradable posible.

-Un placer conocerte Zenda.-dijo con una de sus sonrisas más falsas.
Imbécil.

Después del portazo del señor "estirado" mi padre suspiró.

Yesterday.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora