Capítulo 7.

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Le indiqué mi dirección y con la llave accionó el motor, que sonó con un rugido atronador. Daba impresión de que eso había estado unas cuantas décadas en funcionamiento.

Bruno sacó una cajetilla de cigarrillos del bolsillo y encenció uno, inundando todo el vehículo del tóxico humo, mientras las luces de las farolas pasaban a toda velocidad y la luna nos acompañaba en silencio al son de la canción de The Forgotten, de Green Day en la radio. El dolor intenso de cabeza todavía persistía y sentía que de un momento a otro iba a desmallarme. De vez en cuando miraba de reojo a Bruno, que estaba tarareando la canción y dando pequeños golpecitos en el volante con la colilla entre los dos dedos. Pensé en todo lo que había pasado esa noche, era demasiado en tan poco tiempo, mi primera borrachera y... un beso que no me supo a nada, sólo a lujuria y deseo. Transcurrió el viaje completamente en silencio, hasta que Bruno lo rompió.
-Asique entonces ,estás con Alexis..-dijo sonriendo.
-No.-dije cortante.-Él sólo me ha besado y ya está, fin de la conversación.

Él puso los ojos en blanco.

Me crucé de brazos y él tiró la colilla por la ventanilla del coche. Frenó en seco y se bajó del coche. Ya estaba en casa.
-Gracias por llevarme.-dije esbozando una leve sonrisa.
-No hay de qué mujer.-dijo ahora sí, sonriendo más que antes.-Aunque parezcas bastante repelente, seguro que eres una tía legal.
-Y tú, aunque parezcas un insensible seguro que te importan más cosas de las que piensas.-dije dándole un golpecito en el hombro.
-Tampoco te pases, que todavía no me he olvidado de que te has reído de mí esta mañana.-dijo en tono divertido.
-¡Que no me he reído de tí jolin!.-reí.-Sólo que me hacía gracia en la postura en la que estabas colocado.
-Eres muy rara.-dijo acompañando mi risa.-Bueno, me voy, que tengo otra actuación dentro de media hora.

Sin pensarlo si quiera, nos fundimos en un abrazo que duró segundos, pero que me hizo quedarme sin aliento.Después, cariñosamente me revolvió el pelo y le dí un pequeño empujon .El corazón me iba a mil por hora. Él se volvió a meter en el coche y me dirigí hacia casa, introducí la llave en la cerradura y con cuidado, giré el pomo de la puerta y andé de puntillas por el hall, subí las escaleras de dos en dos y corrí por el pasillo enmoquetado hasta mi habitación, abrí la puerta y me desplomé sobre la cama, donde me quedé profundamente dormida.

A la mañana siguiente.

Me levanté totalmente desorientada y tenía recuerdos borrosos de anoche. Me levanté de la cama dando tumbos y miré la hora en el pequeño reloj decorado de papelitos de colores, que decoré con mi madre cuando era pequeña. No me entristecía verlo todos los días. Al contrario, me alegraba saber que hay, aunque sea minúscula, una parte de ella conmigo ahora mismo. Crucé el largo pasillo, bajé las escaleras y me dirigí a la cocina a comer algo. Grave error. Estaban mi padre, mi madrastra y Javi, (mi hermanastro) mirándome sorprendidos ante mi presencia.
-Zenda..-dijo Daniela.-Estábamos muy preocupados por ti.

Mi padre sólo se giró para mirarme y devolverme el móvil. Estaba distante y frío.
-Zenda.-dijo con voz ronca.-Tenemos que hablar.

Daniela y Javi salieron de la cocina en microsegundos y sólo nos quedamos mi padre, yo y la soledad que todavía reinaba en nuestros corazones rotos.
-Lo siento, ¿vale?.-suspiré.-Sé que la he cagado, pero papá, tengo diecisiete años.

Mi padre me miró fíjamente entornando los ojos.
-Dentro de dos meses te vas a Florencia con tu tía.-dijo firmemente.
-¡¿Qué?!.-grité indignada.-¡No! ¡No pienso irme!

No podía creerlo. Iba a mandarme a Italia con mi tía repelente. La idea de irme a Italia me agradaba, pero estar con mi tía, me daban ganas de tirarme por la ventana de la cocina y aterrizar en el duro asfalto.
-Dentro de dos meses, cumplirás dieciocho y quiero que empieces una nueva vida Zenda.-dijo en tono repetitivo.-Quiero que dejes atrás todo y empieces de nuevo.

Solté una risa sarcástica.
-¡Tú no eres quién para decirme que hacer con mi vida!.-grité.-¡Te odio! ¡Te odio!

Y me alejé de allí con lágrimas rozando mis rojas mejillas y dando un portazo que retumbó por toda la casa. Le odiaba. No tenía derecho a hacerme esto, es la primera vez en mi vida que he podido olvidarme de todo por un momento. Salí al jardín y me resguardé en la pequeña terracita que estaba aislada del resto de la casa. Una vibración tras otra salía de mi bolsillo de mi trasero.
*Conversación*
"-¡Zenda! Tía, lo siento por dejarte sola, pensaba que Alexis te iba a llevar a casa."
"-Tía, en serio, estoy preocupada ¿estás bien?"

Suspiré. Alexis, me besé con Alexis. La contesté diciéndola que estaba bien y que la llamaría más tarde. Me quedé mirando la lluvia desde dentro, observando el cielo grisáceo y los pájaros resguardándose del gélido aire que sacudía las hojas de los árboles con las hojas marrones.

Ella me decía que amaba estos días, porque yo salía con mis botas de lluvia rojas y me ponía perdida de barro. Me decía que yo era la niña más bonita del mundo, y me lo creía y me hacía sentirme especial. Ella me decía que le encantaban mis rallajos de colores mal hechos. Me contaba cuentos y me hacía reír.

Pero esos recuerdos, ya no existen y el viento y el tiempo se los ha llevado.

Yesterday.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora