Salí de aquel restaurante italiano con treinta kilos más y el botón del pantalón, que de un momento a otro iba a dejar de realizar su función.
-Me voy, que he quedado con Rebeca.-dije casi sin ganas.
-¿Quieres que te lleve?.-dijo preocupado.-Está muy lejos y es un barrio no muy seguro.Puse los ojos en blanco.
Acepté la oferta de mi padre y accedí a subirme al Mercedes negro que tanto le costó comprarse.
Durante medio trayecto estuvimos en un incómodo silencio, pero se vió interrumpido por mi padre.
-Hija, sé que tras fallecer tu madre...-le interrumpí.
-No nombres a mamá ahora.-dije cortante.
-Zenda.-suspiró.-Te quiero, y me preocupas mucho, tus notas están bajando muchísimo y no me gustaría pensar que es por la gente con la que te juntas.
Solté una risa sarcástica y decidí no contestar a eso. No entiende absolutamente nada. ¿Que me quiere? ¿Que le preocupo? Me paso todo el día sola cuidando de mi hermanastro, que aunque tenga dos años, me parece que él es el único que me entiende.
-Déjame aquí.
Abrí la puerta del coche y antes de que mi padre pueda decir nada dí un portazo deseando que el coche se rompiera en mil pedazos.
Andube tres calles con las manos en los bolsillos de la sudadera, dando patadas a las latas y maldiciendo todo. Por fin, encontré el bar dónde se supone que habíamos quedado, pero estaba cerrado y no había nadie.
Iba a sacar mi móvil cuando noté que en mis bolsillos no había nada. Me lo había dejado en el coche.
Genial Zenda, no tienes ni dinero, ni móvil y no tienes ni idea de dónde estas. Bravo.Una hora más tarde.
Me había dado tiempo a memorizar todas y cada una de las malditas matrículas de los coches de aquel aparcamiento, cuando ví aparecer a Rebeca al final de la calle, rodeada por un grupo de chicos de no más de veinte años.
-¡Zenda!.-gritó mi amiga, mientras me abrazaba.-¡Perdón! siento llegar tan tarde, pero me he encontrado con estos chicos en el bar y me han invitado a una copa.
¿A una? Creo que deberían de haber sido más de diez.
-No te preocupes.-mentí.-Acabo de llegar.-puse la sonrisa más falsa que me salió.-¿Te vienes a toooomarte la última Zaida?.-preguntó uno de ellos alargando mucho las palabras.
-¡Es Zenda!.-grité.-Y además, yo no bebo.
Por ningún motivo aparente todos se echaron a reír.
-Ahá, así empezamos todos y mirános, todos borrachos.-exclamó un chico con el pelo verde neón.
De repente, todos empezaron a subirse en unas motos cercanas. El sonido del motor hacía que me pitaran los oídos y se me disparase la adrenalina.
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Yesterday.
RomanceZenda es una chica enfadada con el mundo, por causas que ocurrieron en el pasado y las contiuas burlas de sus compañeros por ser distinta a ellos. Pero tiene un don muy especial. El arte. Hasta que un chico con zapatillas azul neón y con una guitarr...