Capítulo 11.

19 2 0
                                    

-¿Qué crees que estas haciendo?.-dijo mi padre con voz severa.
Acababa de meterme en el coche, y ya estaba comenzando una de sus broncas monumentales y otro de sus sermones de supuesto "padre responsable".
-Estoy haciendo justamente lo que me da la gana.-dije contestándole lo más desagradable posible.-Y voy a seguir haciéndolo mucho tiempo.
-¿Si? ¿Estás segura Zenda?.
Dejó un silencio, mientras meditaba algo.
-Un amigo acaba de abrir un bar, y necesita personal ,creo que trabajar un poco te quitará tantos pájaros de la cabeza.
-No puedes obligarme a trabajar en un maldito bar.
-No, claro que no.-dijo con una risa sarcástica.-Pero el dinero que estoy ahorrando para tu maldito piso, me lo voy a gastar en un coche nuevo
Ahogué un grito.
-No me lo puedo creer.-dije llevándome las manos a la cabeza.-No aguanto más.
Salí del coche dando un portazo y me alejé por el final de la calle.
-¿A dónde crees que vas?,¡cómo des un paso más no vuelves a entrar en casa!
Pero esas palabras se quedaron vacías, y seguí avanzando sin rumbo por las calles del barrio.

**Dos horas más tarde**
Había empezado a llover y me estaba calando los pantalones y las zapatillas, además de que hacía un frío gélido y ya había anochecido, asique me resguardé bajo un pequeño toldo que cubría la entrada de una tienda.
Un grupo de chicos que se encontraban a pocos metros de mí, junto a unos cubos de basura me empezaron a gritar algo. Pero hize que no oía nada. Los gritos aumentaron y me empezé a asustar.
-¿¡Eh guapa quieres pasarlo bien?!.-dijo mientras los demás se reían y me observaban.
Le miré y fue lo peor que pude hacer.
Se acercaron.
-¿Parece que tienes frío no?.-dijo acercándose demasiado a mi.-¿Qué pasa? ¿Has discutido con tus papis?.
-Déjame en paz.-dije mirándo al frente.
En ese momento el hombre me cogió de la cintura y me acercó a él, tanto que podía sentir su respiración.
Empecé a gritar y a revolverme de entre los brazos que me rodeaban con fuerza, pero lo único que conseguía era que me apretaran más y que me arrastraran hacía un callejón cercano.
No podía estar pasando.
-¡Por favor dejarme en paz!.-dije con lágrimas en las mejillas y dando patadas.
-A una chica así no podemos dejarla escapar como tu comprenderás.
-¡¡No!! ¡¡Por favor!! ¡¡Os daré dinero o lo que queráis!!.-dije gritando.
Me empujaron contra una pared y poco después caí del golpe.
Los tres psicópatas se empezaron a reír en mi cara.
-¿Dinero?.-volvió a reirse con más intensidad.-¿Has oído Sergio? ¡Dinero!
El chico le siguió y copió la misma risa que su jefe.
Volví a gritar con todas mis fuerzas pidiendo ayuda, pero lo único que recibí son insultos y una patada.
Las lágrimas no paraban de brotar de mis mejillas. Pensaba que esto era un final o una marca en mi vida. Pero, como un milagro, un chico se acercó a nosotros y el psicópata me levantó de golpe.
-¿Hay algún problema?.-dijo examinando a los tres locos.
Yo le suplicaba con la mirada que me ayudase, pero en ese momento sentí algo frío y afilado en mi espalda.
-Ningún problema hermano.-dijo un chico rubio.
-Es que me ha parecido oír a alguien pedir ayuda, y a la chica no se la ve muy contenta.-dijo mirándome.
La hoja me cortó la piel y no pude contener un grito, lo que hizo que el chico le diera un derechazo al que me sostenía y liberarme. Yo corrí detrás de él.
-Vete.-me dijo empujándome hacia atrás.
Pero mis piernas no respondían, estaba totalmente petrificada.
El chico le dió un puñetazo en la tripa al chico rubito, dejándole en el suelo. El siguiente salió corriendo.
En ese momento, el chico que dejó a los dos en el suelo corrió hacia mí, me agarró del brazo y echamos a correr calle abajo mientras los tres psicópatas nos pisaban los talones.
-¡Hijos de puta! ¡Os voy a matar!..-dijo uno de ellos.
Las piernas me flojeaban y estaba apunto de desvanecerme por completo.
-No puedo correr más, me fallan las piernas.-dije jadeante.
Me miró y me arrastró hacia una calle cercana y me empujó hacia unos setos que rodeaban un edificio antiguo.
-Creo que los hemos perdido de vista.-me dijo, mientras se colocaba al lado mía.-¿Estás bien chica?
-Yo, esto...-tartamudeé.
No duré un segundo en echar a llorar.
-No pasa nada, ya estás a salvo ¿vale?.-me dijo mientras me abrazaba.
Yo asentí con la cabeza.
Pasaron unos minutos y salimos de nuestro escondite.
-¿A dónde vamos?.-pregunté.
-A mi piso.-dijo mirándome, y al ver mi reacción recapacitó.-Quiero decir, no voy a hacerte nada, sólo para que pases la noche.
Me paré en seco.
-Confía en mí.
-¿Que razones tengo para confiar en ti?
-Acabo de evitar que tres gilipollas te violaran.-dijo apretando la mandíbula.
Yo miré al suelo y seguí andando.

Yesterday.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora