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—N-no... ¡Mamá! ¡Papá!

Tanjiro se despertó sobresaltado y cubierto de sudor luego de tener pesadillas con el día en que encontró a sus padres muertos.

Esa vez, había salido junto a Nezuko para reunirse con sus amigos. Recuerda haberse divertido mucho, pero toda esa felicidad se desvaneció al encontrarse con una escena que lo marcaría para siempre.

Él fue el primero en entrar a la casa, dándose cuenta de que la puerta se encontraba ligeramente abierta. Se colocó frente a Nezuko de manera protectora y entró a la casa, encontrando un inmenso charco de sangre que emanaba de los cuerpos sin vida de Tanjuro y Kie. Recuerda con pesadez el desgarrador grito de Nezuko al oler la sangre en el aire, le cubrió los ojos inmediatamente y la envolvió en sus brazos, evitando que viera la escena. No sabía de dónde sacó el valor necesario para actuar protectoramente con su hermana, puesto que lo que vio lo descolocó, dejando su mente en blanco. Los cuerpos inertes de sus padres estaban destrozados, la sala entera estaba cubierta de su sangre.

Los gritos de Nezuko atrajeron la atención de muchos, quienes con pesar, descubrieron la tragedia que había ocurrido en la comunidad, tres años después de que el antiguo líder y los Pilares fallecieran en aquél fatídico accidente. Creían que las tragedias habian abandonado la comunidad, pero se equivocaron. Los vecinos acudieron a la escena y sacaron a los hermanos Kamado de la casa para remover los cadáveres de Tanjuro y Kie.

Los pequeños estaban temblando cual hojas, así fue como Kyojuro los encontró.

El mayor no dudó ni un segundo en ir y abrazarlos. Deseaba tanto protegerlos de los males que habitaban en el mundo, pero sabía que era imposible. Las manos de Tanjiro se aferraron fuertemente en la espalda del contrario, mientras que Nezuko hipaba con el rostro escondido en el pecho de Kyojuro.

El rubio, al ser el mentor de ambos y su gran amigo, decidió llevarlos a su casa para que vivieran con él. Fue difícil al principio, con las constantes pesadillas de ambos, pero Kyojuro nunca se rindió. Velaba por el sueño de los hermanos, aun si eso implicaba que él no durmiera en absoluto, y cuando se despertaban presos de las pesadillas, les abrazaba hasta que volvían a conciliar el sueño, o en ocasiones les preparaba té o chocolate caliente para calmarles. Cuando temían dormirse de nuevo, Kyojuro buscaba alguna actividad para hacerles olvidar los malos recuerdos, tal como cantarles, lo cual terminaba con los hermanos uniéndose a la melodía.

Tanjiro concluyó que Kyojuro no era solo un dragón, sino que era su ángel guardián, un hermoso ángel. Se sintió apenado por las molestias que pudo haber causado, ya que en más de una ocasión notó las bolsas bajo los ojos dorados, pero Kyojuro nunca les recriminó, al contrario, aún les hacía espacio en su casa por si las pesadillas persistían. Pero ya habían pasado dos años viviendo con él, debían darle su espacio.

Sin embargo, las pesadillas atacaron de nuevo al mayor de los hermanos. Ansiaba tanto estar al lado de Kyojuro en esos momentos, así él le abrazaría hasta que se durmiera, pero estaba en su casa ahora. Debía ser fuerte, por él y por Nezuko. Se levantó por un vaso de agua a la cocina, siendo tenuemente iluminado por la luz de la luna que se filtraba por las ventanas.

Unas horas más tarde, Tanjiro iba de camino a la casa de Kyojuro para su entrenamiento. Ese día estaba más cansado de lo normal, puesto que no logró dormir lo suficiente. Sus ojos carmesí no soportaban leer una simple frase en la biblioteca. El señor Urokodaki notó de inmediato el cansancio del menor, por eso lo mandó a su casa para que repusiera energías. Tanjiro se sentía mal por preocupar así al señor Urokodaki, le había tomado cariño a lo largo de los años.

Al llegar a su destino, Tanjiro se acercó tímidamente hasta la puerta. Se sentía extraño por tener que tocar la puerta, ya que las veces anteriores Kyojuro le esperaba justo a la entrada, pero era demasiado temprano para su hora de entrenamiento, por lo que el rubio no se encontraba ahí fuera. Golpeó dos veces y esperó por una respuesta, creyó que el mayor no estaba en casa pero a los segundos escuchó pasos en el interior hasta que la puerta se abrió, dejando ver al dueño vistiendo solo un pantalón gris.

Up in Flames -KyoTan-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora