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—¡Desaparece, Kamado!

Tanjiro recibía los golpes por parte de un joven llamado Rui junto a su familia. Todos eran fieles creyentes de Muzan, por lo tanto, se tomaron muy en serio su acusación. Planearon atacarlo cuando tuvieran la mínima oportunidad, y eso sucedió 5 días después de haber sido confinado en la celda.

Como parte de su castigo, Muzan decidió humillar a los hermanos. Quería que fuese el mismo pueblo el que los abucheara, sabiendo que los Kamado eran muy queridos por todos. Les ataron las muñecas y los llevaron por caminos separados. Nezuko acompañaba a Muzan, mientras él se jactaba de lo poderosa que era su futura pareja. En el caso de Tanjiro, acompañaba a los generales, estos se turnaban para llevarlo con ellos. Lo trataban mal, se burlaban de él y de Kyojuro, haciéndole enojar.

Cuando llegó el turno de Kaigaku de llevarlo con él, notó cómo Rui, un dragón de sangre, se le acercaba con una mirada amenazante. El resto de su familia apareció detrás de él, fue cuestión de tiempo para sentir un empujón por parte del general, siendo recibido por los puños y patadas por parte de la familia.

El peliburdeos contuvo sus lágrimas. Sabía que no se merecía ese trato, pero no había nada que pudiera hacer. Intentaba ser fuerte frente a Nezuko, pero la verdad era que se sentía vacío, no soportaba estar sin Kyojuro, el hermoso rubio que día a día le dio motivos para vivir. Sin él, esos motivos habían desaparecido.

Kyojuro, me prometiste que huiríamos juntos.—pensó mientras el dolor le recorría todo el cuerpo. Se controló para no llorar frente a sus agresores, no les daría el lujo.

Cuando su tortura hubo terminado, Kaigaku se acercó para tirar de la soga que lo aprisionaba y lo forzó a levantarse a tropezones. El menor mantuvo la cabeza gacha todo el tiempo, sintiendo la atención de los demás puesta en él. No necesitaba verlos para confirmar que unos lo miraban con pena, otros con indiferencia al creer en las palabras de su líder.

De regreso a su celda, fue arrojado sin cuidado alguno en su interior. Nezuko no estaba ahí, probablemente aún estuviera acompañando a Muzan.

—¿Dónde están mis amigos?—preguntó en voz baja.

—¿Qué importa?

—A mí me importa. Dime dónde los tienen. ¿Qué les han hecho?

—Yo puedo responderte eso.

Al escuchar la voz de Muzan, Kaigaku retrocedió, dándole espacio. El pelinegro iba tirando de la cuerda en las manos de Nezuko y la forzó a entrar en la celda. Le hizo una seña al dragón de rayo para que los dejara solos.

—Tus queridos amigos están recibiendo su castigo. No me digas que no los has escuchado gritar todo este tiempo.—rió —Para cuando la semana termine, ellos estarán muertos al igual que Kyojuro y tus padres.

—¿Cómo te atreves?

—Eso me recuerda, hay algo que debo decirles. El séptimo día, anunciaré oficialmente a Nezuko como mi pareja, y tú mocoso, perderás tus alas frente a toda la comunidad. Yo mismo me encargaré de cortarlas de manera lenta y tortuosa, o tal vez se lo encargue a Kokushibo, de cualquier manera, tu sufrimiento está asegurado. No tienes idea de lo mucho que me emociona escucharte gritar.

Sin decir más, el pelinegro abandonó la mazmorra, jugando con un poco de sangre revoloteando alrededor de sus dedos. Solía hacerlo de vez en cuando al tener uno de los dones más extravagantes; era un dragón de sangre.

Nezuko jadeó de manera sonora al procesar lo que Muzan dijo, luego se volteó hacia su hermano y lo vio cubierto de golpes y cortes.

—Hermano, ¿qué te sucedió?

Up in Flames -KyoTan-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora