XIII

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Sentía una pequeña presión en el pecho, no era doloroso, simplemente era como un pequeño peso sobre este. Era extraño, se suponía que debía estar muerto, todo estaba oscuro y silencioso a lo mejor así era la muerte; solo una enorme nada. Pero entonces, ¿por qué podía sentir? Intento abrir los ojos, solo por tratar. La luz del sol lo deslumbro por unos segundos, sus ojos tardaron en acostumbrarse a la luminosidad a su alrededor. Cuando esto sucedió logro ver la habitación a su alrededor; las paredes de piedra, las ventanas, las cortinas e incluso la cama, todo lo sentía muy familiar.

Kaer Morhen.

Ahora lo recordaba, recordaba esa habitación, el candelabro, la velas y esos tapetes bordados de color azul rey que decoraban la habitación, Vesemir le había dicho que podía cambiarlos si eso quería, pero a él no le había importado en aquel entonces, era lo único que la distinguía de las demás habitaciones y eso le gustaba. Suspiro y trato de levantarse, sin embargo, en eso reparo en el peso que había sobre su pecho. Jaskier, su pajarito, semi desnudo al igual que él y con vendas rodeando su pecho y pasando por su hombro donde Azai había enterrado el cuchillo. Fue entonces que reparo en otra cosa, de nuevo volvía a ser un humano. No pudo evitar sentirse feliz al respecto, tener a Jaskier entre sus brazos al fin era todo lo que había querido.

—Jaskier...—Le susurró al oído de forma suave, mientras acariciaba su espalda y lo pegaba más a su cuerpo, aun sin ser un lobo podía sentir ese suave y tranquilo aroma que lo relajaba, no quería despertarlo, se veía muy tranquilo.

Suspiro y mordió su labio inferior, todo estaba en paz, todo era tan tranquilo que no podía siquiera creérselo. A lo mejor si estaban muertos, a lo mejor todo eso no era más que la ilusión de un muerto que se aferraba a un sueño. Y si así era, no quería despertar jamás de esa ilusión. Bajo la mirada hacia su pajarito y sonrió apenas un poco mientras una de sus manos se dirigía hacia su cabello acariciándolo de forma suave, enredando sus dedos entre esos mechones sedosos, revolviendo apenas un poco. Le encantaba sentir su respiración contra su pecho, sentir su calidez bajo sus brazos, todo eso y más combinado con el sonido de las aves y el viento entre las cortinas daban la sensación de un espacio idílico del que no estaba dispuesto a salir.

En eso sintió un pequeño movimiento entre sus brazos, escuchando un quejido por parte del menor, sonrió y dio pequeños besitos en su frente, viendo como poco a poco Jaskier abría los ojos intentando acostumbrarse a la luz justo como él lo intento en un principio, parecía confundido y algo nervioso, esos ojitos azules en los que apenas hacía unos días había reparado tenían miedo y podía olerlo también.

—¿Dónde est...? ¿Geralt? —al ver al mayor parpadeo un par de veces, se levantó un poco apenas para poder verlo bien, estaba que no se lo creía— ¿de verdad eres tú? —susurro antes de acariciar la mejilla del brujo, como si quisiera comprobar que estaba ahí.

—Buenos días...pajarito—susurro sin poder evitarlo, sonriendo apenas un poco.

—¡Oh Geralt! —Jaskier no pudo evitar gritar de felicidad y lanzarse a los brazos del mayor mordiendo su labio inferior y comenzando a llorar debido al jubilo que le causaba verlo a salvo.

Geralt apenas si le regalo una sonrisa, iba a corresponder, sin embargo, en la posición en la que estaban era un poco incómodo, y de hecho las heridas comenzaban a doler un poco; aunque hubiera querido no pudo evitar el sonido de dolor que salió de su garganta, Jaskier había apretado una herida por accidente, pudo sentir como este se alejaba algo asustado, temiendo haberlo lastimado.

—Estoy bien, tranquilo, no es nada...

—Tu...no debiste haberlo hecho, arriesgarte en esa condición, por mi...—poco a poco fue bajando la voz y desviando la mirada.

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