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-¡MARINA!-. Lana alzó la voz, para despertar a la pelinegra. Veía su boca ligeramente abierta, un pequeño hilo de saliva. Sus brazos estaban estirados y sobre su cabeza, sus piernas estaban abiertas. 

Marina sintió que la movían de un lado a otro, y no le estaba gustando para nada. Arrugó las cejas y se quejó en voz alta.

-Estamos a 10 minutos del hotel. Levántate, tienes que lavarte la cara y vestirte. A menos que quieras salir en bóxer y camisa-. Lana se subió sobre ella.

-No... mmm-. Sintió una presión sobre su cuerpo y una persona que estaba hablando cosas que ella no entendía. Estaba aún dormida.

Lana tiró de sus pies y nada. Le tiró almohadones sobre su cara y nada. Movió la cama tan fuerte que se cansó y nada.

Se acercó con una toalla húmeda, a limpiarle el rostro. Comenzó a reírse, se veía graciosa con la saliva en la comisura de su labio y tierna a la vez. El objetivo comenzó a despertarse, gracias a que sintió algo húmedo y helado en su rostro.

Abrió sus ojos y sonrió. A Lana le llegaba el sol en su rostro, hacía brillar su piel y su cabello dorado radiante.

-Te ves hermosa-. Susurró con su garganta seca.

-Tú más, ahora vístete-. Lana besó sus labios y salió de la habitación.

*

No alcanzaron a desayunar, debían entrar al hotel y para su mala suerte, había mucha gente esperando. Agradecieron que los guardias las respaldaron, al igual que el resto del equipo.

-Hermana, mañana tienes un concierto. Descansa hoy, cuida tu voz y... eso sería todo. Hoy es para descansar, nada más-. Chuck se despidió de Lana.

Marina quedó observando con una sonrisa: -Tenemos el día para ti y para mi-. La abrazó por la espalda y besando su mejilla, olvidando que estaban en recepción y aún habían personas a través del gran ventanal sacando fotos: -La he cagado-. Se arrepintió.

-Sí...-. Tomó sus maletas y caminó hasta el ascensor. Con Marina detrás. El hotel no era tan alto, tenía pocos pisos. Ellas quedaron en el cuarto piso.

Duraron mucho tiempo calladas, acabó cuando llegaron a la habitación.

-Es lujoso-. Marina miró la cama, se veía cómoda. Lana se lanzó inmediatamente sobre ella.

Había un balcón. La cama era grande y al lado estaba la puerta del baño, el baño era grande y también lujoso. No tenía muchos detalles, era simple.

-Necesito bañarme-. Marina se quitó sus zapatillas.

Lana le levantó el dedo gordo.

-Si quieres te metes conmigo, solamente si quieres-. Dijo antes de cerrar la puerta del baño.

Lana se puso tensa y colorada. Comenzó a quitarse sus zapatillas, toda la ropa antes de entrar al baño y enfrentar la ducha. Se preparó mentalmente antes de tocar la cerradura con su temblorosa mano. Al entrar vió la silueta perfecta de su amante, estaba lleno de vapor.

El deseó invadió su cuerpo por completo, quitándole toda la vergüenza y nervios. Se deslizó hasta ver cara a cara a la pelinegra. La miró de pies a cabeza, no se sintió avergonzada, al contrario, su deseó aumentó. Se lanzó a besarla. El agua caía sobre ambas.

De a poco su cabello se mojaba y le parecía perfecto.

-Oye... Eres demasiado bonita-. Marina notó que el cuerpo de Lana había madurado. Estaba más voluptuosa y Lana notó lo mismo.

Llenaron de espuma su cabello, con un pequeño masaje en el casco. Y estuvieron así, hasta echarse el último producto.

-¿Puedo?-. Lana preguntó enseñando sus manos con jabón. Marina asintió calmada y se giró dando la espalda.

[LARINA] No Le Digas A Nadie  [Marina G!P] [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora