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Marina Pov.

Desde que vi las marcas en su cuerpo no he dejado de pensar. Pensé en las sabias palabras del anciano que una vez se acercó a contarme su historia y la historia trágica de amor que tuvo.

Pensé que el novio de Lizzy era capaz de todo. Con mucha rabia dentro de mi, no podía pensar en nada más que eso. Perderla.

Estuve tanto tiempo deseando que esto pasara, tenerla junto a mi, tener su cuerpo abrazado al mío, su rostro enterrado en mi cuello y su suave respiración chocando en mi piel. Era todo lo que siempre quise, no podía perderla por un hijo de puta alcohólico.

Me levanté de la cama, había esperado más de una hora. Mis amigas ya habían llegado del trabajo, pero no me he movido de aquí.

Besé con cuidado su suave frente. Me vestí en silencio, un pantalón negro apretado, mis botas negras y una sudadera negra.

Cerré la puerta con cuidado, caminé en silencio saliendo del pasillo donde se encontraban las habitaciones.

-¡Marina! me asusté, dios...-. Emily me miró tapando su pecho, le sonreí sin muchas ganas.

-Lizzy está en mi habitación, yo tengo que salir ahora... si despierta y no estoy, por favor dile que fui a comprar-. Hable despacio.

-¿Estás bien?-. Preguntó preocupada acercándose a mi.

Asentí. No, no estaba bien. Estaba por cometer una locura y probablemente yo salga muy lastimada.

Estaba oscuro, podría calcular que eran las 2 am. Me subí al auto y manejé hacía mi destino.

Pensé toda la noche en esto y debía hacerlo, quizá no era la mejor manera. Tengo demasiada rabia acumulada en mi ser, no es la primera vez que debía ver los golpes y maltratos hacía Lizzy.

Esto era horrible, era mala idea.

Llegué a una casa, las ventanas estaban cerradas y no se veía mucha luz. Me estaba metiendo en problemas, tal vez también a otras personas, pero la ira no me dejaba pensar.

Caminé pesadamente hasta la entrada. Para mi suerte, la puerta estaba abierta.

-Hijo de puta...-. Entré aún más, miré las latas de cerveza, cigarrillos por todas partes, ropa tirada. Lizzy no merecía esto.

Me encontraba frente a un tipo un poco más alto que yo, alcoholizado.

-¿Qué haces aquí? yo te conozco...-. Me dijo, apretando sus puños.

-¿Ah si?-. Me acerqué un poco más.

-La amiga de mi mujer. Tú eres... la hija de puta que la defendió esa tarde. Hiciste mal en venir y hacer lo mismo. Elizabeth no está, no ha vuelto-. Quise decirle que Elizabeth, su mujer, estaba acostada desnuda en mi cama.

-Seré directa, vine a decir que te faltan bolas... ¿por qué no te metes con alguien de tu tamaño?-. Solté cargada de rabia.

-Crees que eres de mi tamaño, ilusa. Quieres terminar igual que Elizabeth-.

-Ella será feliz y tú estarás en la calle. Y sí, soy de tu tamaño-. Preparé mis puños y escogí una posición más cómoda para esperarlo.

Estaba dispuesta a pelear con él, darle su merecido. Hacer justicia con mis propias manos.
Corrió hasta chocar con mi cuerpo, mi espalda se golpeó con la pared, esta hizo un sonido. Supuse que la pared se rompió. Levanté mi rodilla, le di duro en su entrepierna. Me lancé sobre el, sin dejar de darle puñetazos en su cara.

[LARINA] No Le Digas A Nadie  [Marina G!P] [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora