En medio de la oscuridad que reinaba en el cuarto, lo ví gracias a los reflejos de las luces de colores que se proyectaban por la ventana. Estaba allí, sentado sobre un escritorio de madera oscura. Llevaba pantalones de mezclilla oscuros y, a pesar de la frialdad del aire, una camiseta de manga corta.
Él me observa vacilante, luego dirijie su mirada a mis pechos y siento el calor que enciende mis mejillas. Ahora que lo pienso, debo de verme ridícula tan solo en falda y sujetador. El aire acondicionado de la habitación golpea mi rostro refrescándolo, y huelo colonia y a pinos, huele a él.
—¿Qué haces aquí Liam?— mi voz suena como un débil chillido, culpa del alcohol.
—Vaya, a alguien ya no le da miedo mostrar sus tatuajes, ¿O sólo eres así en estado de ebriedad?— Sus ojos se posan sobre mí, la pregunta es clara y su expresión me reclama a gritos el ¿Qué hago aqui?
—No debe de importarte lo que haga o deje de hacer— le aseguro, cansada de sus juegos y misterios, y me doy la vuelta frustrada.
—El alcohol te hace decir lo que no dices estando sobria.
Ignoro su comentario y me siento sobre una silla al otro lado de la habitación. La música cambia otra vez y escucho Storm de Ruelle en los altavoces.
—Dime ¿A qué viniste Liam?
—Vine por tí— tan pronto las palabras salen de su boca me asombran y me descomponen.
—¿Por qué debería creerte?— me acerco lentamente a él, hasta que me veo forzada a levantar la cara para mirarlo a los ojos.
—Yo no te miento Kaelie, nunca lo he hecho, que tú me juzgues o condenes sin previo aviso son tus malditos problemas— gruñe exasperado, pero me pierdo en el movimiento de sus labios rojos y carnosos. Mi mente empieza a imaginarlo inclinándose sobre mí para besarme y el pulso se me acelera.
«Joder. ¿Por qué estoy pensando en él de esta manera cuando debería estar furiosa?»
No voy a volver a beber jamás.
No sé si es el alochol que me hace estar así, pero de pronto siento un dolor punzante en mi vientre, sacudo mi cabeza y me acerco por mi sweater, pero me lo niega y lo aparta antes que puedo tomarlo.
Liam se lame los labios, observándome con detalle. Sus ojos bajan a mis labios y puedo ver el deseo en ellos y me frustra que no me tome enserio. ¿Qué le pasa?
—¡Eso es mío!— protesto por mi sweater, y se echa a reír.
Suspira una vez más y vuelca los ojos cambiando totalmente de tema.
—¿Cuándo admitiras por una vez en tu vida lo que sientes?— toma mis brazos entre los suyos y me aparta ligeramente.
—¿Y qué debo admitir según tú?
Cuando está frente a mí, tengo que levantar mi cara para mirarlo, mi corazón se desata en mi pecho y siento que me descontrolo. Dios mío. Nunca he sentido nada así.
Él me da la espalda para irse después de sonreírme y yo camino hacia él con rapidez, lo tomo del brazo, le doy la vuelta y lo agarro del cuello de su camisa.
—¿Admitir qué?— repito la pregunta, liberándome de sus brazos, podía sentir la tensión en el aire, era inevitable.
Él ríe un poco y su mano toma mi mentón con fiereza.
—¿Qué es lo que quieres Kaelie?—sus ojos inquisidores se clavan en mí y él acerca todavía más su boca a la mía.
Sentí una presión en el pecho en ese instante, mi respiración entrecortada al igual que la de él, su cara queda a centímetros de la mía y me atrevo a decir en voz alta lo que pienso y deseo.
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5 Años más [EN PROCESO]
JugendliteraturTras pasar 8 años viviendo con sus tías en Londres, Inglaterra. Kaelie decide volver a su ciudad natal con la intención de dejar atrás todo y comenzar una nueva vida. Lo que no sabe es que su regreso a casa no hará más que abrir las puertas de un p...