La luna y la bestia

10 0 0
                                    

16/12/21 5:42 am.

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo atrás existió una bestia que condenada estaba a una profunda maldición, pues sin importar lo que hiciera, amarrada a la luna se encontraba.

Pero lo que se creía que era una maldición no la convertía en algo maldito, porque la luna esa bendición le había otorgado para que no pereciera y su vida intacta permaneciera, porque en su lecho de muerte inconscientemente la bestia le rogó que no le dejara morir y a cambio su vida y cuerpo le ofreció, ya que es sabido por todos que si algo le pides al astro plateado, un gran sacrificio debes estar dispuesto a entregar por lo que anhelas. La luna su suplica escuchó y siendo benevolente su deseo le concedió; pero la bestia en vez de aceptar con gratitud el don otorgado, tomó como una maldición el ahora para siempre vivir a su lado.

Día tras día la bestia lamentaba el haber sido tan débil como para suplicar por su vida sin tomar en cuenta lo afortunada que era, puesto que la luna a cualquiera no salvaba y lo que conllevaba aquel acto era lo que muchos codiciaban... la inmortalidad. Más eso jamás había deseado y con el pasar de los años más de una vez a la muerte había suplicado que a su reino le llevase, porque el pasar la eternidad acompañada únicamente por su luz no era algo que quisiese; ya que incluso esta algunas veces desaparecía y con ella, la soledad venía a regocijarse con su tormento.

Condenada a vagar solitariamente, una noche de luna llena una voz oyó y al asomarse para ver su reflejo en el río, este le devolvió la imagen de una hermosa joven de cabellos plateados y ojos azules quien le dijo que si tan ardientemente prefería morir ella estaba dispuesta a concedérselo si esto le haría feliz, contrariada la bestia le preguntó que por qué haría tal cosa por ella, a lo que con una mirada triste el astro le confesó que había sentido su soledad y angustia y que no quería que con el paso del tiempo tales sentimientos envenenaran su alma y le mataran por dentro. Al oír tal cosa, el cuadrúpedo se dio cuenta de lo egoísta que había sido con la luna, pues esta a pesar de saber todo el resentimiento y el odio que sentía por lo que le había hecho, velaba por su bienestar y felicidad.

Y fue ahí, cuando al meditar su propuesta recordó algo que había escuchado a unos pajaritos decir Cuando la luna se va y el sol sale, la dulce tristeza invade, pues el amor de ambos por ahora no es de nadie y comprendió que desde el inicio de los tiempos siempre había estado sola, y que lo había salvado porque en su infinita sabiduría vio la forma de al fin con alguien estar sin necesidad de imponerle su voluntad, consiguiendo así a un ser que a pesar de la distancia siempre estaría a su lado para hacer más ameno el paso de los años; porque después de todo, no dejas de creer en la luna sólo porque sale el sol. Disgustada consigo misma, le ofreció desde el fondo de su alma sus más sinceras disculpas y con el corazón en la mano suplico por su perdón; sintiendo su pesar, el plateado astro las aceptó sin dudar de su sinceridad.

Y dice la leyenda que, desde entonces, la luna y la bestia nunca más en soledad volvieron a estar.

Relatos cortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora