El deseo para Cupido

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14/02/20 00:02 am.

Todo comenzó una noche en que aburrida decidí meterme a un grupo de lectura en WhatsApp mediante Instagram, ahí conocí a mucha gente divertida de otros países y de entre todos ellos me hice amiga de un chico de otra provincia llamado Agustín, aunque yo lo molestaba diciéndole Lindo porque él no creía que fuera así.
Fueron pasando los días y descubrimos que teníamos muchas cosas en común, y así floreció una linda amistad y tal vez algo más... hasta que un día como cualquier otro le propuse algo que había visto en redes.

—Oye lindo

—Ya te dije que no me digas así.

—Y yo te dije que te diré como quiera.

—Ufff, ¿qué querías?

—Ah sí, ¿recuerdas que hace un rato estábamos discutiendo sobre San Valentín?

—¿Qué pasa con eso?

—Pues se me ocurrió que podríamos hacer una apuesta.

—¿Una apuesta? ¿De?

—Bueno es simple, es para ver quien se enamora primero del otro.

—¿Para qué?

—No sé, pero si no quieres no lo hacemos, entonces ¿Qué dices? ¿Aceptas o no?

—Acepto.

—Genial, el final de la apuesta es el 14 ¿Va?

—Okay.

Luego de eso seguimos hablando con normalidad y parecía que lo había olvidado así que no lo mencioné, hasta que una vez que estuvimos dos días sin hablar porque no tenía crédito, ocurrió lo impensable... se me declaró.

—¿Qué me cuentas?

—Nada, conocí a un chico ¿Y tú?

—Aquí aburrido.
¿Tienes novio?

—No.
¿Acaso conseguiste novia?

—No quiero una.
¿Él te gusta?

—No.
¿Por qué lo preguntas?

—Ya te escribe un chico ¿Por qué me escribes?

—Porque eres mi amigo y me caes bien.
¿Acaso tiene que ser uno u otro?

—A mí me gustas y no quiero hablarte si planeas algo con otro.

—¿Qué parte del no me gusta no entendiste? El hecho de que haya conocido a alguien más no quiere decir que guste de mí ni viceversa.

—Bien, porque sería cruel de tu parte hablar con dos chicos que gustan de ti.

—Jajaja me parece que tengo que aclarar algo. El chico es amigo de mi hermano y le estoy ayudando a conquistar a la chica que le gusta.

—Aaaah ¿O sea que andas de Cupido?

—Algo así, solo estoy devolviendo un favor.
Oye hay una cosa que no entiendo.

—¿Qué cosa?

—Que te guste.

—Es simple, me gustas.

—¿Qué es lo que te gusta de mí?

—Mmmm te gusta leer, Harry Potter, el anime, eres muy linda y tierna, me pareces súper entretenida, eres bastante orgullosa, media loca y alegre. Son cosas que me gustan.

—¿Media loca?

—Si te miro con un ojo sí.
¿Convencida de que me gustas?

—Sí.

—Es la primera vez que me piden pruebas.

—Es que me tomaste por sorpresa, es todo.

Pasó el tiempo y al igual que la apuesta aquella confesión quedó en el olvido, hasta que en navidad en un audio que le envié se escuchaba con claridad como le decía amor a alguien, entonces él malinterpretando todo me dejó de hablar alegando que como ya tenía a alguien más no lo necesitaba. Si tan sólo me hubiera dejado explicarle, sabría que se lo decía a una pequeña niña, así que antes de bloquearlo le dije: 

—Yo quería que siguiéramos como amigos, pero veo que no va a poder ser, lástima que los dos hayamos perdido la apuesta.

De esta manera el tiempo pasó y el 14 de febrero llegó de la mano con el recuerdo de aquella apuesta, porque a pesar de que ya habían pasado dos meses desde la última vez que hablamos yo todavía lo quería.
Me encontraba caminando por el parque, viendo a las parejas ser felices mientras yo le pedía a Cupido que me concediera el deseo de ser feliz; cansada de caminar fui a sentarme en una hamaca y meciéndome lentamente mire el cielo con algo de nostalgia, preguntándome cuando el amor me llegaría. Aburrida, fui hacia el puente y observé el bello atardecer que se estaba llevando a cabo frente a mí, hasta que de pronto alguien cubrió mis ojos.

—¿Quién eres? —exclamé asustada.

—Adivina adivinador.

—¿Agustín?

—Ding ding tenemos un ganador —dice volteándome y dándome una gran sonrisa.

—¿Qué quieres?

—He estado buscándote estos últimos meses y tal parece que el destino me ha ayudado porque te encontré de pura casualidad.

—¿Y eso por qué? —pregunto cruzándome de brazos y alzando una ceja.

—Me di cuenta de que fui un idiota contigo al no dejar que me explicaras lo que estaba pasando y por solo pensar en mí sin tomar en cuenta lo que sentías.

—Me lastimaste.

—Lo sé y en verdad lo siento, pero aún tengo una duda.

—Dime.

—Tu dijiste que los dos habíamos perdido la apuesta... ¿Es eso cierto? ¿Te gustaba?

—Sí, es cierto.

—Tú... ¿Aún sientes algo por mí? —cuestionó algo nervioso.

—La verdad es que sí ¿Por qué preguntas?

—Porque tú aun me gustas ¿Me concederías el honor de ser mi novia? —dijo extendiéndome una de sus manos con una bella sonrisa.

—Por supuesto —tome su mano algo sonrojada, pero sin poder dejar de sonreír.

Y con un tierno beso comenzó una relación entre dos personas que a pesar del tiempo y los obstáculos que se les presentaron, se querían con fervor.
Al final mi deseo de ser feliz sí que se cumplió, gracias Cupido.

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