Capítulo 7: Pueblo Leño

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_ ¡Kilian entra, doña Marta está en el suelo! _ Este obedeció rápidamente y detrás iba Manú _ Está infectada, no sé en qué etapa está ¿Crees que se puede salvar?

_ No lo sé, revisemos la carpeta _ comenzaron a releer _ Está En la etapa del quinto día.

_ ¿Está seguro que no está en el sexto?

_ Es que sino estaría quejándose y moviéndose como loca.

_ Pero es que puede estar en el final del sexto día _ dijo Manú.

_ Bueno no importa mucho eso, tenemos que buscar si sale la cura.

_ Ah, verdad.

Recordó Manú y se acercó más a Kilian para leer, estaban tan concentrados que no se dieron cuenta que había una persona infectada caminando lentamente por el pasillo, hasta que hizo rechinar una tabla del piso, inmediatamente los jóvenes miraron atrás.

_ Ayúdenme _ dijo el infectado, pero por reflejo del susto al estar tan cerca Kilian le cortó la cabeza.

_ ¡Maldición Kilian! ¿¡Por qué lo mataste!?

_ ¡Estaba muy cerca, nos pudo haber atacado!

_ ¡Si, pero pidió ayuda y nosotros podíamos salvarlo!

_ ¿¡Y cómo!? ¡Si no dice que haya cura en la carpeta!

Manú estaba apunto de contestar, pero el cuerpo del infectado explotó saliendo Jellys, los chicos se transformaron en entes y dejaron pasar los Jellys.

_ Matemos los Jellys _ dijo Kilian haciendo aparecer su espada.

_ No espera, veamos el comportamiento, quizás no está toda la información en la carpeta.

_ ¿Pero vas a dejar morir a la doña Marta? _ Manú suspiró y contestó.

_ Tienes razón Kilian, no podemos salvarla, pero si vemos qué hacen quizás se nos ocurre alguna forma de curar a la gente que nos encontremos en el camino _ Manú quedó mirando a Kilian y este solo asintió de mala gana.

Los Jellys que aparecieron de la persona infectada se acercaron a la doña Marta y comenzaron a crecer al absorber el charco de la materia negra que estaba abajo de la doña y cuando se acabó comenzaron a carcomer el cuerpo hasta que explotó y salieron más Jellys.

_ Ahora Kilian, matemos los Jellys, ya vimos suficiente.

Kilian y Manú se transformaron otra vez en humanos, los Jellys saltaron a sangre contra los chicos y ellos solo iban clavando las armas blancas en los núcleos como nada, hasta acabar con todos.

_ ¿Ves? No estaba en la carpeta que los Jellys ayudaban a adelantar las etapas.

_ Si ¿Pero se te ocurrió una forma de ayudar a los infectados?

_ No

_ Bueno tendremos que seguir viendo más adelante _ dijo Kilian aún molesto _ Revisemos si hay alguien más aquí.

Caminaron por toda la casa, habían muchísimas manchas secas de materia negra, pero no se veía ningún Jelly, salieron de la casa y fueron revisando todos los lugares uno por uno, hasta que llegaron al almacén del pueblo, donde también vivía la señora Emma junto con su esposo Tomás. El almacén era el lugar de estacionamiento de una casa el cual estaba cerrado por una reja de madera y fierro, no se veían manchas grandes de materia negra, pero no había movimiento.

_ ¿Crees que el almacén también fue invadido? _ dijo Manú acercándose a los portones del negocio.

_ No lo sé Pero hay que revisar igual _ respondió Kilian haciendo aparecer su espada _ ¿Quién toca la puerta?

_ No es necesario _ respondió la voz de un hombre _ Tranquilos no estamos infectados, somos cinco personas aquí.

_ Salgan, ya no hay nada aquí _ dijo Manú.

Abrieron desde adentro los portones mostrando todo el negocio desde adentro, allí había una madre abrazada de un niño pequeño, un señor de edad junto con otra mujer de edad, el señor que había hablado con Kilian y Manú se acercó inmediatamente a su mujer y su hijo.

_ Buenos días, me llamo Kilian Blazter y el es Manuel Magnatuz, mi primo, venimos a ayudar y a ponerlos a salvo.

_ Yo los conozco Kilian ¿Manú? _ habló la señora.

_ Hola señora Emma ¿Cómo está? _ saludó Manú.

_ Ohhh mijitos casi no los reconozco, estamos bien a pesar de todas estas cosas _ la señora fue a abrazar a Manú y a Kilian mientras Tomás se paró _ Dios mío sí que crecieron.

_ Hola chiquillos ¿Qué les pasó? Porque se perdieron y por un muy buen rato ¿Cómo están Reymundo y Cala?

_ Tuvimos que quedarnos en un lugar por mucho rato, pero ya volvimos a casa y los tíos están bien, bastante bien _ le respondió Kilian.

_ Ahh que bueno, bueno creo que no fue una linda bienvenida, pero si es lindo volver a verlos _ dijo la señora Emma.

Tomás les dio unas palmadas a los chicos con cariño y los cuatro se quedaron sin saber qué más decir entonces Kilian se acercó a la familia que aún desconfiaban de ellos.

_ Hola señora, señor, no venimos con malas intenciones, de verdad, queremos ayudar, primero será bueno saber sus nombres.

_ Me llamo Martín Sáez, mi esposa se llama Lucía Rodríguez y este es nuestro pequeño Mauricio.

_ Bien, vengan por favor, ustedes también _ señalando a los señores de edad _ Miren se que esto es muy raro, pero es verdad, Manú informa a los tíos que va a llegar gente _ el nombrado asiente.

_ Mamá, Papá ¿Están ahí? _ se escuchó un poco de estática en la otra línea.

_ Si, si estamos aquí _ respondió Reymundo.

_ Bien, va a llegar gente, cinco para ser más específicos y voy a llegar con ellos para que no se pierdan.

_ Entiendo, los vamos a esperar _ Manú cerró la transmisión.

_ Ya, estamos listos Kilian.

_ Bien, miren, este abrigo es mágico, hay otro mundo aquí, se que no me creen, pero para eso Manú se lo va a demostrar _ Kilian se sacó su abrigo, dejó a Manú pasar y luego se devolvió.

_ Esto no es un truco, es la verdad, tío Tomás lo invito a pasar al abrigo, yo lo acompañaré _ dijo Manú.

El señor fue donde Kilian con pasos lentos y dudosos mientras veía fijo a Manú, este lo tomó de los hombros e hizo que siguiera hasta llegar al abrigo, cuando llegaron se encontraron con Reymundo y Cala, con el mismo ambiente relajante que había cuando llegaron los padres de Manú.

Hasta Que El Sol Se EscondaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora