4: Eso.

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Estaba en el cuarto oscuro revelando unas fotos que había tomado con una cámara casera.

Estoy de vuelta en segundo semestre, cosa que para ser sincera no me molesta del todo ya que lo que estoy viendo ya lo sé así que puedo faltar a clases sin preocuparme por si me perdí algo importante. El proyecto de final de semestre es tomar fotos con una cámara casera, revelarlas y mostrarlas a la clase en una especie de "mini-exposición" referente a un tema en específico. El curso para el cual tenía que hacer eso se llama "Fotografía Creativa", y se supone que les enseña a los fotógrafos a tener una perspectiva propia de sus fotografías. El tema que me tocó es miedo.

Aún faltan dos meses para la presentación de ese proyecto, pero quería empezarlo desde ya. No me gusta dejarlo todo para último momento porque yo no funcionó bien bajo presión, es como si el tiempo y mi creatividad fueran directamente proporcionales.

Recuerdo que cuando lo hice hace más de un año, una de las fotos que tomé era la de un niño llorando. Esa foto fue particularmente difícil porque para los que no lo saben, la cámara analógica funciona destapando un agujero por 15 segundos, permitiendo que la luz entre y reaccione con el papel fotográfico, si algo se mueve, no sale o sale borroso. Recuerdo que tuve que alejarme hasta cierto punto para que el niño llorando pudiera salir relativamente bien y que aun así, se notara que estaba llorando. Esa es la trampa del proyecto, tomar fotos con una cámara casera; es mucho más complicado que con una digital. En fin, creo que me desvié de lo que realmente importa.

Estaba revelando unas fotos cuando vi debajo de la mesa un papel fotográfico, recordé que lo había encontrado dentro de la caja que Clark me dio. El papel estaba forrado en negro en el fondo de la caja y con una nota que decía: "no lo destapes si no estás en un cuarto oscuro, arruinarás la foto". La curiosidad me empezó a consumir y metí el papel fotográfico en el revelador, y justo en ese momento empezó a sonar mi celular.

— ¿Hola?

—Hola, preciosa —una voz femenina se escuchaba al otro lado.

—Perdón, ¿con quién hablo?

— ¿Cómo que con quién? Hablas con Giselle.

— ¡Giselle! ¡Hola! Qué bueno que me llamas, perdón por no haber reconocido tu voz, pero es que... han pasado cosas y tengo la cabeza en... —otro tiempo diferente al mío—... las nubes.

—Claro, claro. Mira, te llamo para decirte que ya tenemos el lugar donde vamos a hacer el día de campo —la reserva Anthurium—. ¡La reserva Anthurium! Es perfecta, todos quedamos en llevar algo, cervezas, juegos de mesa, botanas, balones, lo que sea, y tú no puedes ser la excepción.

—Seguro, Gi, yo me comprometo con unos cuantos paquetes de frituras y unas cervezas, ¿te parece?

—Perfecto.

— ¿Quiénes van a ir? —pregunté como si no lo supiera ya.

—Vas tú, tu hermano, Minho, Ningning, Seungeon... unos amigos... ¡ah! Y mi prima.

— ¿Tu prima? —Karina—. ¿Tienes una prima? —claro que tiene una prima, y es mi novia... sólo que todavía no lo sabe.

—Sí. ¿No te había contado? Se mudó aquí hace como un mes, de haber venido a la fiesta la hubieras conocido —como debió haber sido.

—Ah, ya veo, pues entonces nos vemos la otra semana, ¿bueno?

—Está bien, y nada de enfermarse esta vez. —y podría jurar que de estar en el mismo sitio, Giselle me habría apuntado con uno de sus dedos.

—Vale vale, lo prometo —dije antes de colgar.

***

Giselle es una gran amiga, estudia con mi hermano y casualmente tampoco vive lejos, creo que ninguno de nosotros; ni Minho, ni Ningning, ni Giselle, ni Seungeon, ni mucho menos Karina viven a más de 15 calles a la redonda. El punto era que aunque sabía que Karina iba a ir al día de campo, quería hacer un movimiento antes de eso. Me puse mis zapatos y salí del apartamento con rumbo al parque rogando porque estuviera allí, y olvidando completamente la fotografía que deje revelando.

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