12: Cruda realidad.

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La cabeza me da vueltas y detesto esa maldita sensación. ¿Cómo la llaman? Ah, sí, impotencia, frustración. Cuando desperté esta mañana el cuerpo tibio de Karina ya no estaba a mi lado, sabía que algo así pasaría, pero no creí que llegaría a mayores.

Eran casi las diez de la mañana y Giselle, Ningning y Seungeon eran las únicas despiertas. Seungeon es de las que piensa que "al que madruga Dios lo ayuda", aunque bueno, ella había dormido mejor que todos los demás. Giselle se había despertado por los movimientos de Seungeon y Ningning por otro lado tenía un insomnio algo raro, no importaba cuanto sueño tuviera, nunca podía dormir después de las siete de la mañana.

Las tres chicas estaban sentadas alrededor de la fogata que habíamos hecho la noche anterior, la cual por supuesto ya estaba apagada. Estaban hablando, pero no podía escuchar sobre qué y lo cierto era que no me interesaba en absoluto su conversación, sin embargo había algo que sí me interesaba y sabía que Giselle era quien podría darme respuestas.

—Buenos días —saludé acercándome a ellas y ellas corearon un "buenos días" de vuelta—. Giselle, ¿sabes dónde está Karina? —le pregunté de forma directa.

— ¿Pelearon?

—No. ¿Por qué?

—Pues, a eso de las cuatro de la mañana, más o menos, se pasó de nuevo a nuestra tienda. Pensé que iba a quedarse a dormir contigo. Cuando regresó la vi un poco afectada, sin mencionar que estaba llorando. Supongo que debe seguir dormida —me contó.

—Vale, gracias.

Caminé unos 10 metros desde la fogata hasta la tienda de Giselle y estuve ahí parada frente a ella sin moverme por un largo rato hasta que al final tomé valor y empecé a abrir el cierre de la tienda. Entré y Karina estaba acostada de lado hacia la izquierda dándome la espalda y "supuestamente" seguía dormida. Me senté en el lugar que asumí era el de Giselle y respiré profundo varias veces antes de pronunciar palabra.

— ¿Vas a seguir fingiendo que duermes? —solté al aire sabiendo que mi pregunta, que era más una afirmación, era correcta. Ella solo resopló.

— ¿Cómo sabías que no estaba dormida? —dijo sin cambiar su posición, era obvio que no quería verme.

—Tú roncas —dije en chiste.

— ¡Claro que no! —dijo, volteándose rápidamente.

—Claro que sí, en serio, pareces un gatito ronroneando —dije con las manos levantadas sabiendo lo que haría luego, y no me equivoqué.

Tomó la almohada que tenía en la cabeza y empezó a golpearme con ella, yo me moría de la risa. Poco a poco empezó a dejar de golpearme, cada vez con menos fuerza hasta que tomó la almohada y la llevó a su rostro para presionarlo.

— ¿Quieres hablar de lo que paso anoche, Rina?

—Anoche no pasó nada —dijo cortantemente.

— ¿Cómo que no pasó nada?

—Así es, no pasó nada, es más, sí, sí paso algo, cumplí mi estúpido reto de "verdad o reto", nada más.

De golpe se quitó la cobija y se dispuso a salir de la tienda.

— ¿Estás segura? —dije antes de que pudiera salir, ella volteo a verme.

Se detuvo y me miro por largo tiempo. Yo no sabía qué hacer, si ella no quería saber del tema era obvio que se había arrepentido y eso me destrozaba. De un momento a otro pude ver como su rostro pasaba de frío y cortante a confuso y miedoso.

—Yo... la es verdad es que... no sé...

En ese preciso instante sonó su celular, ella estiró su mano hasta el lugar donde lo había puesto y miró el identificador de llamada, luego me miró de forma tal que yo entendí el mensaje. Era Jongin, escuché como lo saludaba de "hola, mi amor". Lo único que hice fue salir de la tienda dejando a Karina hablar con su queridísimo novio.

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