22: Nueva vida.

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Cuando abrí la puerta de mi habitación di pasos arrastrados hasta la cama donde me derrumbé. Me sentía frustrada, molesta con ella, molesta conmigo, molesta con Jongin, molesta con todo, absolutamente todo. Era como si la vida quisiera cobrármelo todo, todo lo que hice, todo lo que pasó, y aun así ella sigue sufriendo por ello. En ese momento Taehyung tocó la puerta de mi habitación. Lenta y pesadamente me levanté y la abrí dejando pasar a mi hermano. Él hizo su camino a través del marco de la puerta y los dos nos sentamos en la cama. Mi cara decía mucho así que Tae me preguntó qué había pasado en ese viaje. Se lo conté todo, y le conté que en la mañana ni siquiera podía verme a los ojos, que tampoco me dirigía la palabra, ni mucho menos se despidió. Él tomó mi mano y la acarició en señal de apoyo, yo sonreí con tristeza.

—Ay, hermanita. Las cosas del amor son demasiado complicadas.

—Ya no es eso —respondí yo.

—No entiendo —dijo él con expresión confusa.

—Es como si nada de lo que hacemos nos acercara, sino que nos aleja más, es como si la vida se interpusiera, sin importar lo que hagamos no conseguimos estar juntas, por un motivo o por el otro —intenté explicarle, dejando escapar un suspiro al final.

—No pienses así, yo creo que la vida simplemente te arroja lo que necesites, no lo que quieres, sino lo que necesites para crecer como persona, tal vez Karina no es para ti, pero te ayuda a ser la persona que si puede tener más adelante una relación más profunda y funcional.

Yo lo miré de golpe conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir.

—Necesito estar sola, hermano —le dije haciendo un esfuerzo sobrehumano para no empezar a llorar en ese momento.

—Claro, si quieres algo solo avísame.

—Sí.

Tae salió de mi cuarto sin darse cuenta lo mucho que me había dolido su comentario. Nunca pasó por mi cabeza la idea de que Karina no fuera para mí, o que simplemente no hay nada seguro entre ella y yo, que depende de nuestras acciones si es para mí o no. Puse un LP de Chopin y me acosté en el suelo llorando. El día pasaba y yo seguía sin tener idea de que hacer pero algo me decía que tenía que hacer algo, de una vez y por todas.

Cuando eran casi las siete, hora de la cena, Tae se acercó a mi cuarto y me preguntó si tenía hambre a lo cual yo contesté que no, que comería después. No me pude levantar del piso por más que quería, el cuerpo no me daba, simplemente no tenía fuerza ni motivación para ponerme de pie.

En medio de mi llanto giré mi cabeza hacia la derecha, debajo de mi cama en busca de la caja, que para estas alturas ya debería estar casi vacía, pero lo que note fue otra cosa, un sobre manila que no recordaba haber puesto ahí. Estiré mi brazo torpemente hasta alcanzar aquel sobre. Lo tomé entre mis manos y pensé mucho antes de relacionar que ese sobre era el que hacía tantos meses atrás Tae me había dado, me había dicho que yo había dejado una foto revelando en el cuarto oscuro y que él la había revelado por mí. ¿Cómo pude olvidarlo? Esta foto vino dentro de la caja, ya lo recuerdo. Abrí el sobre lentamente y saqué la única foto que había dentro.

¿Qué diablos...? Esta foto es... la foto era una toma que Karina hizo de la carta que le regalé cuando cumplimos seis meses de noviazgo. Se me hizo raro que la foto no hubiera desaparecido ya, pero pensé que como nunca la revelé en mi realidad no tenía por qué desaparecer en esta, eso tenía sentido para mí. La carta no era una larga diciéndole lo afortunada que era de haberla encontrado, ni que ella iluminaba mis días, ni mucho menos que la amaría por siempre. La carta tenía un mensaje claro y conciso, sólo decía "haré lo que sea para hacerte feliz".

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