8: Nuestro paisaje.

719 104 27
                                    

Llevo alrededor de treinta minutos viendo a Karina hablar con Jongin, tratando de calmar el —bien fundamentado— modo celoso de su novio. Él está bastante seguro de que quiero robarme a su novia y de hecho tiene toda la razón.

Estoy a unos quince metros del lugar, afuera de la universidad de Karina donde hace casi una hora Jongin se presentó para recogerla. Karina le dijo que hoy tenía que irse conmigo para hacerlo del trabajo, él no quiso y aquí estoy.

Tengo los audífonos puestos aunque el reproductor se encuentra apagado, sé que es malo escuchar la conversación, pero ¡hey! Están hablando de mí, el punto es que sólo puedo ver como Jongin hacía lo que parecía un reclamo para que Karina entendiera que simplemente no le gustaba la idea de estar juntas las dos solas, a lo cual, ella respondía diciendo que al principio al mismo Jongin le había agradado la idea y que se llevaba bien conmigo y yo quería ayudarla, cosa a la cual ella no le veía nada de malo.

Jongin decía que al principio no pensó que nosotras dos nos llevaríamos "tan bien". Lo último que pude oír fue que Karina le dijo algo como: "mira, sin ofender, pero llevamos a duras penas dos semanas y creo que lo último que tienes es derecho de decirme con quien puedo o no salir, además, voy a hacer algo de la universidad, no vamos ni al cine, ni a comer, ni siquiera a tomarnos un café, así que o te calmas o esta relación se acabó antes de empezar."

Finalmente, Jongin empezó a calmarse y a acceder. Poco después lo vi darle un beso de despedida a Karina e irse. Luego de eso Karina se acercó a mí y yo aún fingía estar escuchando música.

—Ya podemos irnos, Minjeong —me dijo después de que se acercara a la banca donde yo me encontraba sentada.

— ¿Perdón? —le contesté, quitándome los audífonos, fingiendo que no la había escuchado por tenerlos puestos.

—Decía que ya nos podemos ir, ya he arreglado el asunto de Jongin. Perdón por hacerte esperar, no esperaba que se pusiera así —se disculpó notablemente avergonzada por el comportamiento de... su novio. Aún me causaba una sensación extraña el referirme a él de esa manera. Karina era mía.

—Está bien, Rina, no hay problema. ¿A dónde iremos?

—Bueno, tú eres la fotógrafa, tu guíame.

—Mmmm. ¿Te parece si vamos a mi casa? Ahí podemos hablar sin ningún problema. Me hablas de tu trabajo y entonces podemos enfocarlo de la mejor forma posible —le sugerí.

—Está bien. ¿Nos vamos en metro? —accedió sin problemas.

—Metro será —le respondí sonriendo y empezamos a caminar hacia la estación.

Quince minutos después ya nos habíamos bajado del metro y ahora sólo hacía falta caminar las cuatro cuadras restantes desde la estación hasta mi casa. El camino fue silencioso pero agradable, descubrí cuánto extrañaba las cosas simples como caminar por la calle con Karina a mi lado.

Una vez que llegamos a mi edificio, ambas tomamos el ascensor hasta llegar a mi piso, o bueno, de mi padre. El punto es que al llegar busqué las llaves en mi bolsillo y abrí la puerta para que Karina pasara.

Ella lo hizo y yo la seguí, ella se quedó parada esperando a que yo la guiase, entonces caminé hacia el frente y saludé a mamá, o sea, al retrato de la entrada que la simboliza y luego de eso seguí caminando hasta llegar al pasillo que llevaba hasta mi habitación, pero antes de girar en esa dirección volteé buscando a Karina, cuyos pasos habían dejado de sonar detrás de los míos.

Ella estaba parada a lado del retrato de mamá, haciéndole una pequeña reverencia y sonriéndole de forma tímida mientras le decía: "buenas tardes, señora". Karina había hecho eso la primera vez que fue a mi casa —en mi realidad— también y lo encontré tan divinamente adorable como ahora.

Recuperarte | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora