Epílogo 🎄

148 21 23
                                    


   

Brillaba en la oscuridad delante de él, una luz dorada que atravesaba la nieve. Hyun Joong caminó hacia su casa. Ese año no había habido tormenta, pero hacía más frío que el anterior.

Mucho más. Las estrellas brillaban en el cielo.
   
Habían pensado ir a la cabaña, pero, al final, habían decidido quedarse en casa para celebrar la Navidad.
   
Su madre se iba haciendo un poco mayor; aunque ella nunca iba a admitirlo.
   
Además, no sabía cómo iba a llevar el poni hasta allí sin que Young Soo se diera cuenta.
   
Young Saeng y él habían leído la carta juntos.
   
Young Saeng y Young Soo se habían mudado de Arizona a principios de año y, por insistencia de Young Saeng, se habían buscado su propia casa. Hyun Joong lo había cortejado con todo el fervor de un adolescente. Le había llevado flores, lo había invitado a cenar y se había enamorado perdidamente de él.
   
Había pensado que al casarse se tranquilizaría un poco, pero, a decir verdad, estaba aún más enamorado. Estar cerca de Young Saeng lo hacía sentirse embriagado, mareado por el néctar del amor y la vida.
   
—«Querido Santa Claus» —comenzó a leer al lado de Young Saeng—. «¿Qué tal está usted? ¿Qué tal todo por el Polo Norte? ¿Están bien los renos y los elfos? Este año, he sido muy bueno. Me gustaría que me trajera un poni, o un cachorro. Los Park tienen unos cachorritos negros de labrador, por si no sabe dónde encontrarlo».
   
Young Saeng se apretó contra Hyun Joong.
   
—¿Estás llorando?
   
—Quiere cosas normales, Hyun Joong —suspiró aliviado—. Pues claro que estoy llorando.
   
La verdad era que últimamente lloraba por todo. Lloró cuando Young Soo le dió el primer beso a su pancita. Lloró cuando vio a la madre de Hyun Joong tejiendo chambritas, lloró cuando fueron a comprar la cuna. Lloró la noche que Hyun Joong le dijo que si era un niño lo llamarían Kyungsoo.
   
—Soy muy feliz —le dijo cuando Hyun Joong se preocupó por las lágrimas—. Soy muy, muy feliz.
   
Hyun Joong pensaba que aquella era una manera muy peculiar de demostrarlo, pero estaba empezando a descubrir que Young Saeng era más profundo y más misterioso de lo que se había imaginado.
   
—«Posdata» —siguió leyendo Hyun Joong—. «Gracias por traerme un papá el año pasado. Mi papá es el mejor del mundo. Es justo lo que mi papito y yo necesitábamos».
   
Ahora fue Hyun Joong el que sintió un nudo en la garganta.
   
Cada día había aprendido algo nuevo desde que formaba parte de ese triángulo de amor. Pero lo más importante que había aprendido era que un héroe no era el que se lanzara a edificios ardiendo; en esas situaciones, él no tenía elección.
   
Ser un héroe significaba tener el valor para decir que sí a la increíble aventura del amor. Ser un héroe significaba levantarse temprano para atarle a Young Soo los cordones de los zapatos deportivos e irse con él a jugar fútbol. Significaba ponerle a Young Saeng en el cuello un trapo húmedo porque no le habían sentado muy bien las ostras que había tenido que ir a buscar a más de cincuenta kilómetros aún sabiendo que Young Saeng las odiaba.
   
El poni negro, con su lazo rojo al cuello, relinchó detrás de él mientras caminaban por la nieve hacia su casa.
   
—Ya, ya —dijo Hyun Joong—. Lo sé. Ser un verdadero héroe significa ser mayor y creer en Santa Claus.
   
Bueno, si no era en Santa Claus exactamente, sí en el espíritu de la Navidad.
   
Un espíritu de generosidad, un espíritu que hacía a un hombre más grande de lo que él pensaba que podía ser. Era el único espíritu que podía cambiar el mundo, el espíritu del amor.

Un espíritu que había comenzado con un niño y su papito en una cabaña en una fría noche estrellada no muy diferente de aquella.

                         🎄FIN🎄

Deseo de Navidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora