Capítulo 1: Hierro Ardiente

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Una puerta, antigua y pesada se abrió casi de una patada, dejando ver a una mujer que no era muy alta, pero cuyos ojos verde amarillentos brillaban como piedras preciosas en la levemente iluminada habitación. Llevaba puesta una camiseta que tenía escrito "Mistress" en ella, un muy mal chiste para la ocasión. Miró con expresión neutral al joven vampiro, pero pronto sus ojos tomaron un nuevo brillo cínico en ellos, y sus delicados labios dibujaron una media sonrisa. Todo en ella emitía un aura que claramente, no provenía del mundo humano, pero aún así nada parecía delatar su verdadera naturaleza cuando despacio se fue aproximando hacia el muchacho.

— Vaya vaya... pero qué tenemos aquí.

Ella caminaba alrededor de la habitación con sigilo depredador, mirándolo con diversión como si él fuera una indefensa oveja y ella el maquiavélico lobo que esperaba paciente a que le de la espalda para destrozarle la nuca... ¿No? Llegó hasta donde colgaba una cuerda dorada, finamente decorada para parecer hecha de oro en sí misma y al tirar de ella, las ataduras alrededor de las muñecas del vampiro lo elevaron aún más, hasta que estuvo de espalda erguida pero sobre sus rodillas, con las manos sobre la cabeza.

— Eres muy lindo, ¿Qué te parece si desde hoy, yo te llamo mi perro? Tú me llamarás Ama, y sólo te dirigirás a mí cuando te lo permita. ¿Entendido?

Lo tomó de la quijada para que la mire bien, entre el pulgar y el dedo índice mientras sus ojos se encontraban... orbes profundos de un verde tóxico, con dos pupilas verticales como las de un gato. Un rostro femenino bizarramente atractivo, y una sonrisa maquiavélica de donde se asomaban un par de colmillos, más gruesos que los de un vampiro. Estos estaban ahí claramente para defenderse, y podrían romper huesos usados con brutalidad. Ella parecía mala, ni siquiera un demonio igualaría ese cinismo con el que lo miraba.

Es entonces que la rabia y la humillación empezaron a borbotear en el cuerpo del vampiro mientras fruncía el ceño. Él sólo había deseado alimentarse, saciar un poco ese deseo con el que había nacido, y ahora estaba ahí, preso y encadenado como un animal... en las manos de esta horrible mujer. Sus ojos color rubí se mostraban intensos, llenos de ira y rencor, aunque estaba un poco avergonzado, a decir verdad.

—¿Quién te crees que eres, humana? Podría destrozarte si no estuviera tan asegurado... ¡Libérame, y te mostraré un poco de mi poder!

—¿Humana? Oh, no, claro que no... ¿Pero ¿qué es esto, por qué un perro me está hablando? Quizá debería coserte la boca, para que aprendas tu lugar.

Ella parecía estar divirtiéndose a lo grande molestándolo, sólo mosqueándolo porque sí, y él parecía cada vez más desesperado porque esta mujer era una absoluta loca. Aunque luego de un rato mientras lo observaba, su expresión se volvió un poco más seria, carente de gracia, aunque nunca parecía perder la hermosura natural, bizarra y aterradora que tuvo desde que la conoció.

—No estás marcado...—. Sus ojos que atravesaban la piel del joven vampiro miraban su torso desnudo con una expresión ausente. Vincent nunca había sido tocado en contra de su voluntad antes, y estaba bastante seguro de que su cuerpo, con piel blanca de porcelana estaba intacto. Ni siquiera tenía una cicatriz a la vista a través de sus prendas rasgadas, pero se sentía vulnerable bajo la mirada verde tóxico de esa mujer. Que chasqueó la lengua con desagrado y con paso decidido se movió hacia la chimenea, moviendo con la mano derecha una larga varilla de hierro que se iba tornando dorada mientras se iba acercando a las llamas tranquilas.

—No hay problema, lo haré yo misma—. Al sacarla, Vincent entendió de lo que se trataba y sus pupilas se contrajeron. Iba a marcarlo como a una cabeza de ganado, lo comprendía por el sello de un naranja ardiente al final de la varilla que sostenía ella.

—No—. Se negó, pero sabía que iba a ser inútil, tenía que hacer lo que ella deseaba para no salir mal parado de esta situación. Se estremeció y tiró de las cadenas hacia atrás con sorprendente fuerza, pero ya sentía el ardor en las muñecas. —Espera, ¡No lo hagas! Por favor... detente, no es necesario... Te prometo que cerraré la boca y no hablaré más—. Su cabello se removió, cubriendo un poco sus ojos carmesíes. Esperaba que ella tenga misericordia... pero estaba tan equivocado como cuando pensó que era una humana.

—Hey... esto me va a doler más a mí que a ti. No creo que te merezcas llevar esta marca en tu cuerpo, un sucio animal...—. Aún no terminaba de hablar cuando el hierro ardiente se posó justo bajo el brazo del muchacho, sobre su costillar. Un sonido chamuscado se escuchó, y con él, los gruñidos y gemidos doloridos del vampiro que empezaba a convulsionarse contra las cadenas que lo sostenían. Ella frunció el entrecejo molesta. —Deja de moverte, o tendré que hacerlo de nuevo hasta que no quede un centímetro de tu cuerpo sin marcar—. Como si fuera una completa loca, de pronto una cínica sonrisa se dibujó en sus labios cerrados al tiempo que presionaba más profundo el hierro ardiente sobre la piel que emitía un sonido desagradable. —Describe el dolor.

—¡DUELE, DUELE DEMASIADO, BASTA!—. Aullaba el pobre vampiro cerrando los ojos que le lagrimeaban. El dolor era indescriptible en realidad, como si su cuerpo entero estuviera en llamas. Gemido tras gemido de dolor y de angustia dejaron sus labios partidos, durante varios minutos hasta que ella retiró despacio la varilla, dejando un W.K que se quedaría allí una vez convertido en cicatriz para siempre. Una eternidad siendo propiedad de una bruja maldita como esa.

—Ahora di "Gracias, Ama, por hacer esta marca en mí"—. Ella dijo con desinterés aún jugueteando con el hierro ardiente en su mano derecha mientras lo miraba. Él temblaba, se estremecía y salivaba, dejando que se derrame por la comisura de su boca mientras apretaba los dientes para intentar manejar el dolor. Todo su cuerpo estaba cubierto en sudor, que perlaba su piel y caía hasta el piso. Ella entrecerró un poco los ojos, claramente la paciencia no era una de sus virtudes.

—Gracias...—. Logró jadear el muchacho trabajosamente, intentando que sus ojos no se encuentren con los de ella, sentía que le saltaría encima y terminaría de matarlo... aunque empezaba a preguntarse si la muerte era un peor o mejor destino que el que le esperaba.

—Uh... te olvidaste de algo...—. Ella entonces acercó ese hierro hasta la cara del muchacho, donde el calor le obligó a apartar el rostro con temor absoluto. Entonces con el rabillo del ojo él pudo mirar la muñeca de ella, todo su brazo estaba marcado, líneas negras formando símbolos que por alguna razón se le hacían muy conocidos, y que brillaban contrastando esa hermosa piel debajo de la cual latían sus venas. Ella no era una humana, sino un demonio. Y por lo visto uno de los peores con los que se pudo encontrar; por primera vez en toda su Vida Vincent podía decir con toda seguridad que lo que sentía no era respeto, sino un miedo absoluto que le carcomía desde adentro cada vez que miraba o sentía la presencia de ella tan cerca de su ser. —¿Qué es lo que olvidaste?

Se echó para atrás para protegerse del calor del metal y el que ella parecía emanar con esa maldad tan profunda que tenía dentro de sí. Estaba cansado, su cuerpo dolía en lugares que no recordaba que tenía y la tensión que hace momentos antes lo asediaba, se iba liberando poco a poco y le provocaba un dolor profundo. Por suerte el cabello le ocultaba los ojos carmesíes, que rencorosos miraban a esa horrible mujer. De alguna forma logró susurrar "Ama" con la voz entrecortada. La haría sufrir, haría que se arrepienta del segundo en el que lo capturó para hacerle pasar por tanto, y estaba seguro de que la venganza le sabría tan bien como olía la sangre que ella tenía. Pero por el momento, sólo podía demostrarle que estaba perdiendo la fuerza de voluntad de a poco. Al menos podía fingirlo. 


¡Hola cachorros! Es lindo volver a escribirles. Si están leyendo esto por primera vez, ¡bienvenidos! Y si no, qué bello volver a leernos luego de tanto tiempo. Este es el primer capítulo de mi novela. Espero que disfruten leyéndolo tanto como yo escribirlo. No se olviden de votar, de comentar y de compartir esta historia con sus amigos o amigas amantes de los vampiros y los demonios eue. 

/En memoria de Vincent, mi mejor amigo y co-escritor de esta novela. Te extrañamos mucho./

Mi Esclavo, Un Vampiro (EN EDICION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora