Completamente saciado después de un plato de filetes de pescado y trenette al pesto, Alberto se echó en la manta de campaña, cerró los ojos y suspiró de felicidad. Atrás había quedado Venecia, los canales, los templos y los aeroplanos. Sólo el murmullo del río, el trino de los pájaros y el susurro de la brisa entre los árboles. Había visitado muchos ríos y playas durante el año anterior, pero reconocería aquella arena caliente y el aroma a musgo de su rincón secreto con los ojos cerrados. La brisa lo envolvía como una caricia ¡Cómo adoraba las noches de verano en Italia!
Algo le picó en la nariz y se movió. Como el picor prosiguió, abrió un ojo.
Luca estaba inclinado sobre él con una pluma en la mano. Al inclinarse, los pantalones cortos se le abrieron de forma tentadora. Quitándole la pluma de las manos, la deslizó por dentro de su camiseta antes de abarcarle los pectorales con las dos manos.
–Te han salido canas. – murmuró Luca, mientras se sentaba a horcajadas sobre Alberto.
–Pero qué dices.
En unas semanas se completaría el largo proceso de adopción de una pequeña niña que les había hecho derretir el corazón cuando la conocieron. Tenía 2 años, los rizos dorados y la piel blanca. Su nombre era Alice y muy pronto la traerían a su hogar para cuidarla, educarla y amarla.
-Nunca olvidaré la cara de nuestros padres cuando se lo contamos.
Alberto ya podía ver el deseo brillar en sus ojos mientras continuaba jugueteando con la pluma entre su pecho.
-Creo que les hizo más felices lo de la bebé que el que les contáramos que volvíamos para quedarnos a vivir aquí.
-Yo también estoy muy contento con lo de la bebé. ¿Algún arrepentimiento por haber dejado Venecia?
-Sólo que nunca lo hicimos en lo alto de alguna catedral.
– ¡Luca! – sonrió Alberto con extrañeza.
El menor sacudió la cabeza.
-No, no hace falta. Hacer el amor contigo durante el resto de mi vida es toda la aventura que yo necesito.
-¿Lo dices en serio?
-Absolutamente.
-Entonces, quítate la camisa -murmuró él.
La imagen de Luca desabrochándose los botones era una de las mejores alegrías de su vida.
Luca obedeció y tiró la prenda a un lado antes de mirarlo con gesto interrogante.
-Sigue.
Su erección apretó contra los pantalones cuando se desabrochó el cierre del short. Al momento siguiente, su bulto quedó a la vista con la erección ya levantada. Alberto le pasó la pluma por ella de todas formas adorando la expresión de deseo de sus ojos y la rendición de su suspiro.
Su voz se hizo más ronca.
-Échate.
Alberto se movió sobre él y Luca se llenó las manos con el peso de sus pectorales. Le encantaba que fueran algo grandes.
Mientras se abandonaba al festín, el menor consiguió quitarse los pantalones cortos, abrirle el vaquero a Alberto y liberar su miembro. El de ojos verdes gimió de placer cuando Luca se deslizó sobre su rígida virilidad. ¡Qué milagroso hacer el amor de aquella manera, sin barreras! Soltando su pecho, bajó la cabeza para un largo y satisfactorio beso.
Luca se apartó y lo miró a los ojos antes de empezar un lento ritmo sensual.
—Ti amo, amore mio.
– Anch'io ti amo, stellina mia – jadeó Alberto. Sobre ellos, las hojas dejaban filtrara la luz del atardecer. El paraíso no podía ser mejor que aquello–. Ti amo più della mia vita.
Alberto estaba a punto del límite y, por la respiración laboriosa de Luca, él no estaba muy lejos tampoco.
–Espera –dijo Luca jadeante–. Acabo de acordarme.
A Alberto no le funcionaba el cerebro.
–¿Acordarte de qué?
–Espera un segundo.
Luca estiró la mano hacia la pequeña nevera al borde de la manta.
Alberto cerró los ojos a punto del límite.
–No sé si podré, Luca. No, cielo, creo que no puedo aguantar...
Algo frío rozó una parte crítica de su anatomía y explotó en un torrente de sensaciones que lo hizo bramar y gritar de éxtasis desde lo más hondo de la garganta.
Por fin se quedó inmóvil, saciado y tembloroso, mientras que Luca derramaba un reguero de besos por su cara.
—¿Qué fue eso?
Luca contestó con picardía:
—Hielo...
FIN
•|| GRACIAS, AMIGUIS. Aquí se acaba esta historia. 🤍
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Proyecto de Verano - Luca & Alberto
Fanfic¿Cómo perder la inocencia? A Luca Paguro le resultaba muy embarazoso seguir siendo virgen. Pero haberse criado en un pueblo pequeño con cuatro primos protectores... era como haber llevado un cinturón de castidad. Había leído montones de libros sobr...