10. Como amigos

59 8 10
                                    

Era un día lluvioso, ambos habían pedido el día libre para salir, pero parece que la lluvia había arruinado por completo sus planes. Mikasa miraba desde aquel ventanal la ciudad, escasa de felicidad, y tenuemente brillante. Estaba oscura. Tantas gotas caían en ráfaga del cielo, oscuro, grisáceado.

Había estado así desde la mañana, desde que llegó al colegio temprano y con Jean como acompañante en su auto, y aunque a nadie pareció sorprenderle, Sasha y Connie los estaban esperándolos.

Y desde que ellos llegaron, se la habían pasado insinuando cosas. Cosas. Incómodas, pero eso no evito que el plan de cita con Jean siguiera en pie.

Al final, decidieron por una tarde de películas, Mikasa pidió día libre en la empresa, y Jean hizo lo mismo en la cafetería en la que trabajaba.

Justo en ese momento, usaba un short negro ajustado, y una camisa blanca de mangas holgadas y unos calcetines ramdon. Era la primer cita que tendrían elegida por ellos mismos. Sonó el celular de su vivienda.

-¿Señorita Ackerman? - El recepcionista le hablaba desde el primer piso

-Ella habla- contestó

-Un repartidor de delivery viene a dejarle un encargo, ¿podría verificar el pedido? ¿lo dejo pasar?- Esas eran las normas de el edificio. Nadie podía pasar a no ser de que fuese acompañado por el dueño del apartamento, o le avisaran que vendría. O como era el caso, llamaban a la casa para verificar su estadía.

-Si, lo espero aquí. Gracias- Colgó la llamada

Se sentía nerviosa, aunque no sabía por que. Se cambió varias veces de su ropa. Se tronaba los dedos cada tanto, y se movía de aquí para allá, esperando la llegada de su cita.

Había pasado un tiempo considerable desde que salieron del colegio, ¿una hora? Quizá.

Cuatro de la tarde en punto, había pasado una hora exacta. Jean estaba tardando, si, y eso la ponía cada vez más nerviosa. Se tranquilizó, frunció el ceño y se jaló el cabello.

Se sentó a esperar, no tenía que dar cinco vueltas por minuto a toda la casa, tenia que esperar a Jean, nada más.

El timbre sonó, y se apresuró a abrir. Suspiro fuerte antes de girar el manojo.

-Buenas tardes, señorita Ackerman- No era la persona que esperaba. Bueno, si, el repartidor, claro que esperaba al repartidor. ¿como pudo olvidarlo en tan poco tiempo? Algo bajito, tez morena, y un poco regordete, usando un uniforme de camisa roja de botones, con el logotipo de la empresa en una bolsa pequeña a lado del pecho.

Dos pizzas medianas, eran las que le entregó el repartidor, y una coca cola de tres litros.

-Muchas gracias- Le entregó unos billetes- La propina, pague en línea- Hizo un gesto amable

-Gracias, tenga buen día- Se dio vuelta, y se despidió con la mano al aire, mantenía las pizzas en una mano, y el refresco en otra. Lo vio perderse en el pasillo camino al ascensor, se adentro a la casa, y cerró la puerta con el pie.

Dejo todo en la mesita que tenía en la sala. Había movido los sillones, para que se viera más espacioso. Los sillones pequeños los movió al fondo de la sala, y el más grande fue el único que dejó cercano al televisor, junto a unos cojines y sábanas. Por si acaso. Aun no escogían la película, la verían juntos.

Cita a ciegas (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora