Nadie

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Tuve una confusión con las edades, la rayis tiene 18, va a cumplir 19 y Wakasa tiene 31, cumple años antes que la rayis.

Esto es otro tema pero, quieren grupo de WhatsApp..??
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Termine de ponerme mi uniforme, Wakasa había salido temprano lo cual me tranquiliza,  no verlo en estos momentos me hará reflexionar todo lo que pasó. Aunque no tiene nada de malo me hace cuestionarme moralmente.

En la isla de la cocina pude ver una pequeña nota con algo encima. Leí la nota.

—No olvides tomarla, ayer nos olvidamos del preservativo.
Ten un lindo día, nos vemos princesa.

Sonreí tomando un vaso para servir agua, luego de tomarme la píldora acomode mis cosas y me dirigí al colegio.

El camino fue tranquilo hasta que escuché a alguien gritar mi nombre.

—¡______!

Asa corrio hacia mi, aquella acción me tomo por sorpresa, el no suele gritar frente a tantas personas. Me detuve y gire noventa grados mi cuerpo para encontrarme con la mirada azulada de aquel chico.

Olvide por completo que ayer casi tengo sexo con el. Mi mente solo se centraba en recordar a Wakasa entrando y saliendo de mi interior.

—Hola —salude sin mostrar mis nervios.

—Lamento lo de ayer, solo, hagamos como que eso no paso.

Su comentario me tomo por sorpresa pero asentí rápidamente. Su vista bajo a mis piernas y fue cuando lo recordé, no cubrí las marcas. Se puso de cuclillas frente a mi, paso la punta de sus dedos sobre las marcas.

Me incline rápidamente para quedar a su altura, sentí la sangre concentrarse en mi rostro, con mis manos sujete sus brazos.

—¿Alguien te hizo daño? —su mirada demostraba preocupación.

—No, nadie me hizo daño —le respondí con una sonrisa intentando tranquilizarlo.

Se puso de pie, hice lo mismo, su rostro demostraba desconfianza.

—Te llevaré a la enfermería —el tono de su voz erizo mi piel.

—No es necesario, estoy perfectamente bien.

—Tus piernas no dicen lo mismo.

Cargo mi cuerpo como si de un costal de papas se tratara, la mirada de los demás estudiantes nos perseguía. Su mano se poco bajo mis glúteos para no mostrar mis bragas. Luego de salir de la enfermera e inventar la mejor mentira que había dicho en mucho tiempo fui a clases junto con Asa.

—Eso fue vergonzoso. Además te dije que no paso nada. De verdad.

—Quería cerciorarme de que dijeras la verdad.

—No me dejaste explicarte, solo me caí de las escaleras ayer, no fue nada grave por eso hoy estoy aquí.

Caminamos a nuestra aula para explicarle al profesor el motivo de nuestra tardanza, no se molestó lo cual me causo cierta inquietud, el señor Harrison no toleraba ni por accidente la impuntualidad.

Nos sentamos juntos a tomar la clase de química, Asa siempre se concentraba demaciado en esta clase.  La secretaria toco la puerta llamando la atención de el profesor, cruzo algunas palabras y se fue.

—Señorita Imaushi, la solicitan en dirección.

Todos los presentes me miraron con burla, a excepción de el oji-azul. Confundida tome mis cosas dispuesta a encaminarme a la dirección.

Toque la puerta escuchando un ligero, adelante. Mi boca se abrió en una pequeña o cuando mire a la persona que se encontraba frente al escritorio.

—Hola princesa —sus ojos se encontraban oscurecidos con molestia.

—¿Qué... qué haces aquí? —el temblor en mi voz fue ocasionado a los nervios e impresión.

—Por lo visto lo de ayer no te bastó. Llegué a casa con la esperanza de encontrarte pero claramente eso no ocurrió.

—¿Estás molesto por algo? —mis nervios aumentaron al recordar lo de ayer.

—Tú amiguito, toco lo que me pertenece —se levantó de la silla acercándose a mi cuerpo.

—No me tocó, entendí perfectamente lo que me dijiste ayer, nadie que no seas tú puede tocarme.

—¿No toco tus piernas? Lo permitiste, pude verlo.

—No fueron así las cosas, puedo explicarlo.

—______, sabes perfectamente cuánto me molesta que hagas eso —sostuvo mi cuerpo con fuerza sobre el escritorio.

—¡Suéltame! Mi cuerpo duele...

Mis pechos presionados contra el escritorio comenzaban a matarme, podría apostar que en su rostro había una gran sonrisa.

—Como ahora lo sabes tengo mucho tiempo libre, te veré todos los días, aquí, para ver ese lindo tracero con nuevas marcas hechas por mi.

—¿Es broma cierto?

El estaba mintiendo, quería asustarme para que nadie más me tocara.

—Pequeña, eres muy ingenua. Consigo lo que quiero, tu colegio me perteneces desde que comenzaste a estudiar en el. Hoy me presenté como el director ante los profesores, por eso Harrison no tuvo el valor de decirte algo por la tardanza.

Una de sus manos subió mi falda y bajo mis bragas, se puso de rodillas aún sujetando mi cuerpo sobre el escritorio. Di un pequeño salto al sentir sus dientes incrustarse en la piel de mis glúteos, repitió la misma acción con el interior de mis muslos.

Mi intimidad se mojaba al sentir ese placentero dolor. Soltó mis manos, las recargue a un lado de mi rostro. El acomodó mis bragas cuidadosamente y bajo mi falda.

Levantó mi cuerpo con delicadeza, camino a el sofá sentándose con mi cuerpo sobre su regazo, me tenía como a un bebé.

—Lo siento —acaricio mi rostro con cuidado demostrando su arrepentimiento.

—Esta bien —no podía molestarme con el.

—Contigo pierdo la cordura, puedo dedicar mi vida a apreciar tu cuerpo, pero solo yo. No puedo permitir que alguien más te toque. La locura va a matarme. Juro que quiero amarte.

—Si no quieres que nadie más me toque, ¿significa qué solo yo puedo tocarte?

—Significa lo que tú quieras que signifique.

Una sonrisa sincera, llena de calidez se plasmó en su rostro.

—Si todo es mutuo estoy bien con eso.

—Vamos a casa, tomate el día libre.

—¿Te vas a quedar conmigo?

—Si, pasaré lo que resta del día junto a ti.

—Pero tengo que tomar apuntes.

—Puedes pedírselos a tu amigo.

Contuve una pequeña risa el percatarme de la dificultad con la que dijo aquello. Puse la palma de mi mano sobre su mejilla.

—Le diré a Asa que me los de.

Se levantó conmigo en sus brazos, antes de salir me puso sobre el suelo. Levanté mi rostro para dejar un corto beso en sus labios.

Antes de llegar a casa pasamos a comprar algunas cosas paga preparar la comida y algunos bocadillos.

Muy probablemente las cosas están mal a los ojos de los demás pero a los míos no está tan mal, podemos tener una buena relación no tan mala, muy fuera de lo convencional pero algo bueno debería de pasar.

𝚃𝚑𝚒𝚜 𝙸𝚜 𝙱𝚊𝚍 - 𝚆𝚊𝚔𝚊𝚜𝚊 𝙸𝚖𝚊𝚞𝚜𝚑𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora