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–Sunoo, quita eso ¿quieres? –era la quinta vez que el pelinegro se quejaba con su amigo. No era de sorprenderse que aquel chico, pelinegro y de mirada gatuna, odiaba la idea de decorar su departamento para una fiesta navideña, y no exactamente por el hecho de que al día siguiente su casa quedaría un desastre, al contrario, el joven detestaba toda festividad relacionada con aquel hombre rojo de extensa barba canosa y que, por una noche, gritaba jo, jo, jo; mientras reparte regalos gratis a los niños. Incluso, si lo veía desde esa perspectiva, aquel hombre con el seudónimo de "Santa Claus", ¡era un lunático de primera!

–¡Hey, cascarrabias! ¡No es mi culpa que odies la navidad! –al contrario del pelinegro, este joven irradiaba energía y felicidad, sus facciones delicadas y esos ojos color avellana claro, eran suficientes para cautivar a cualquiera.

–¿Recuerdame el por qué me permití hacer tu fiesta en mi departamento? –recostandose en el sillón de un cuerpo, a la par de que reprimía toda su frustración masajeandose las sienes, después de todo, él no ayudaba en lo absoluto sólo hacía acto de presencia.

–Um... Deja lo recuerdo –tocando su barbilla con su dedo pulgar e índice de forma sarcástica –¡Ah, ya sé! porque eres el único amigo qué me permitiría hacer una fiesta en su casa. –el contrario sólo rodó los ojos, acción que se vio interrumpida cuando el rubio tomó su mejilla izquierda y la apretó a su antojo. –¡Oh, vamos Jungwonnie!, te hará bien relajarte y disfrutar un poco –rompió el suave agarre en su mejilla, para finalmente envolverlo en un abrazo.

–¡Ugh, vuelves a cruzar mi espacio personal y te sacó de mi casa! Primer aviso –ambos se miraron directamente y no pudieron evitar soltar una leve risa –Bueno, no sería capaz de hacerlo, ¡compadecete por ser mi único amigo! –se separó un poco del mayor y verlo directamente a los ojos –Hablando en serio, ¿por qué no en tu casa? digo, es más amplia qué la mía.

–Ya lo conoces... –rió melancólico. –Niki puede tener la apariencia de ir de fiesta en fiesta, pero no es así. Llevo dos años conociéndolo y él nunca ha llegado ebrio o algo por el estilo, es obvio, aquél japonés es un aguafiestas... ¡Al igual que tú! –se sorprendió al ver una similitud con sus cercanos.

–Sunoo, el qué no tome no significa que no le gusten las fiestas –le advirtió con una sonrisa cálida que, por cierto, era la primera en el día.

–¡Lo sé! –se exaltó decidido a salir del pequeño refugio: los brazos del pelinegro. –Por esa razón le conté mi idea de hacer una fiesta para navidad y, ¿adivina qué me dijo? –pausó para que el menor le respondiera, empero, antes de que abriera la boca, lo interrumpió –¡Me dijo que no! que era pésima idea, además de que no se haría cargo de limpiar al día siguiente.

–Yo tampoco lo haré –bisbiseó. El rubio lo miró sorprendido, no habían quedado en eso. –Mentira, sí lo haré... A mi manera, pero lo haré.

–En fin... Niki puede ser mi compañero de cuarto, pero si él no está de acuerdo, no puedo seguir insistiendo, además, no tenemos mucha confianza como para salir de fiesta y divertirnos –refunfuñó, era bien sabido por el menor que Sunoo gustaba de Niki, a pesar de que el japonés sólo lo veía como su hyung en quien confiar, o eso suponía él.

–¿Él vendrá? Puede que después de la fiesta se hagan más cercanos.

–Lo hice, dijo que vendría con algunos amigos, es evidente, no tengo oportunidad –dejó caer su cuerpo en uno de los sillones del pelinegro, siendo sincero, estaba cansado con ese tema y, al parecer, Jungwon lo notó.

–Um... creo que faltan más adornos, estos no son tan llamativos –señaló los ventanales y puertas –¡Vamos, compremos más! –conocía a la perfección a Sunoo, él no se negaría.

Under the mistletoe [Jaywon/Sunki/Jakehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora