Y, al parecer, en aquella fiesta Jake y Sunghoon no fueron muy buenos escondiendo el inicio de su nuevo romance, puesto que Jay, en sus tantas pausas que se daba para tomar uno que otro bocadillo, observó a lo lejos como dos de sus mejores amigos se besaban dulcemente; sabía que estaba siendo muy entrometido, pero le era imposible no seguir viendolos y envidiar, solo un poquito, lo tiernos que se veían.
Una vez acostumbrado a la presencia del de mirada gatuna, ya era palpable la confianza que se tenían, inclusive el pelinegro le permitió curiosear sobre su vida y viceversa.
–Hyung, estoy cansado... Mis piernas flaquean. –y no mentía, estaba seguro que si daba un paso más caería de rodillas.
–Ve y descansa, Won. –le recomendó suponiendo qué: si esa era su casa, por ende, su dormitorio era una de las tantas puertas de aquel lugar.
–No, hyung... –suspiró cansado. –Le prometí a Sunoo qué me mantendría despierto hasta que todas las almas abandonaran el lugar. –bromeó somnoliento.
–¡Tan solo mírate! –un bostezo del pelinegro lo interrumpió. –El cansancio se ha apoderado de ti, pequeño. –rió a lo bajo y el menor lo copió.
–Ay, no es para tanto, hyung. –frotó con sumo cuidado sus ojos con la intención de desaparecer el cansancio en éstos. Debía ser realista, ya casi cumpliría veinticuatro horas despierto y su cuerpo no estaba acostumbrado a tales horarios madrugadores. Tal vez, el mayor tenía un poco de razón, el dormir le haría bien.
–Si gustas, puedo velar por ti. –el menor se sonrojó. –Duerme un rato y yo cuido de que ninguna bestia rompa algo.
Jungwon delineó una pastosa sonrisita haciendo relucir su hoyuelo y parte de sus dientes, Jay mentiría si dijera que aquella sonrisita no le hizo fantasear. El pelinegro se estiró y después le asintió con su cabecita, muy rara vez alguien le transmitía tanta confianza así que no se negaría a la oferta del rubio. Además, Jay ya no era un desconocido, estaba en buenas manos... ¿verdad?
–¿Te acompaño? –preguntó nervioso por la respuesta del menor, esperaba que ésta fuera positiva, pues un fuerte sentimiento de protección lo invadió, no quería que algo malo le pasara al pequeño en camino a su dormitorio.
–Claro, hyung.
El par de jóvenes, a paso lento, se dirigieron a la habitación del menor, la cual estaba cerrada con llave solo por precaución.
El plan consistía en dejar al menor en su habitación, más no entrar a ésta. –¡Qué reconfortante es tu habitación, Won! –pidió permiso con la mirada para sentarse en una orilla de la cama; al sentir las suaves y frescas sábanas azuladas del menor, le fue imposible no acostarse y sentir como su cuerpo se relajaba en ella.
El menor empezó a reír –Ah... Al parecer, el que está casado eres tú, no yo. –Sin pensarlo dos veces, Jungwon se recostó al lado del mayor dejando una leve distancia.
–Oh, lo siento, Won. –estaba a punto de pararse de la cómoda cama, pero el menor lo tomó rápidamente de la muñeca jalandolo y acostándose de nueva cuenta. Esta vez sus hombros chocaron, quedando relativamente sus cuerpos cerca, ambos miraban desinteresados el techo blanco.
–Confundiste mis palabras. Puedes descansar, no tengo problema con que te quedes. –soltando una risita, mientras deshacía el débil agarre en la muñeca contraria. Sus ojos empezaron a cerrarse y la música de fondo cada vez se escuchaba más lejana.
El mayor asintió con la cabeza, sin embargo el menor no lo vió. No quería aceptarlo, pero también sentía algo de cansancio. Sin darle más vueltas al asunto, se permitió dormir sólo quince minutos, no más, pues mantendría su promesa de cuidar la casa del menor. Colocó una alarma y se dispuso a dormir.
¡Vaya error qué cometió! Su alarma pasó a despertar al pelinegro. Si hace un cuarto de hora le hubiesen advertido que el pequeño contaba con sueño ligero, él no habría puesto alarma.
–No te vayas. –chilló, sosteniendo su diestra.
Eran sorprendentes los reflejos del menor, apenas se había despertado y que buena puntería había tenido para sostenerlo con firmeza.
–Tengo que hacerlo, Won. –el menor lo interrumpió susurrando un "no". –Si no lo hago, tu casa terminará más desordenada de lo que se ve, pequeño. –lo reprendió dulcemente.
El pelinegro lo meditó, el mayor tenía razón, mas no quería hacerle caso.
–Cinco minutos, no más. –suplicó con un puchero.
–No, Jungwon. Descansa el tiempo necesario, sal hasta que estés fresco como una lechuga. –le pidió tranquilamente y, antes de que cayera profundamente dormido, el contrario le regaló una última sonrisa presumiendo inconscientemente su hoyuelo.
El rubio lo admiró atontado, el pelinegro se veía demasiado tierno y perfecto a la vez ¡y eso que solo estaba durmiendo! Se reprochó por tener aquellos pensamientos y se decidió por salir de ahí antes de que aquellos pensamientos incrementarán y se mezclaran con la necesidad de atrapar entre sus brazos al de mirada gatuna.
El destino les había regalado una enorme oportunidad y ninguno la tomó.
Por lo que, el muérdago, qué yacía en una maceta arrinconada en la habitación del menor, fue el único espectador de aquella pareja, si bien, era muy pronto para que notarán sus sentimientos, empero la probabilidad para que se reencuentren el próximo año bajo un muérdago, era muy baja.
"You'll keep me warm. Keep the ghosts out" ...
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Under the mistletoe [Jaywon/Sunki/Jakehoon]
Fanfiction⌘ Historia corta. ⌘ Especial navideño. ⌘ Las personalidades y edades son distintas a la realidad, fueron adaptadas a la ficción y no significa que los vea de esa manera. ⌘ No apta para adaptaciones o copias. Inicio 20/12/2021 Finalizada 25/12/2021...