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Estaban a un día de la fiesta navideña y, como si fuese una película navideña ochentera, la nieve empezó a cubrir las calles de Seúl. ¡Vaya qué este año sí sería una blanca navidad!

–¿Dónde será la fiesta, Hoonie? –Heesung, quien mantenía su vista fija al frente y manejaba despacio por las calles resbalosas, interrumpió al castañito que desinteresadamente cantaba las canciones navideñas de la radio.

–Um... –pausó y trato de recordar. –¡Jay no me dio la dirección, hyung! le marcaré, espero que mantenga su número.

Sacó lentamente su celular, abrió la aplicación de contactos y apretó el botoncito verde que estaba a un costado del nombre de: Jay hyung. Espero que del otro lado de la línea contestaran, llevándose una grata sorpresa.

–¿Jay? –mencionó nerviosamente el pálido.

–Oh no, habla Jake, ¿quién lo busca? ¿Jake? ¿¡el mismísimo Jake qué conoció hace horas!? Esperaba que lo fuera, pues su corazoncito se había emocionado.

–Habla Sunghoon, Park Sunghoon. Nos conocimos hace un par de horas, en el supermecado.

¿¡Sunghoon!? – y tuvo que alejar, solo un poco, la bocina de su oído a tal grito. Después, escuchó como del otro lado de la línea alguien tosía desenfrenadamente y no pudo evitar soltar una corta carcajada al imaginar que posiblemente el azabache se ahogaba por la impresión de volverse a encontrar.

Por otra parte, Heesung miraba de reojo al contrario sin evitar soltar una risita cálida. Le era agradable y reconfortante ver a Sunghoon actuar de una manera muy risueña después de tanto tiempo. Pues el castañito, ante su última ruptura amorosa, sufrió mucho y, si no fuera por el apoyo incondicional que le proporcionó tanto el chocolatoso como especialistas, él seguiría hundido en la tristeza.

–Jake, ¿de casualidad Jay se encuentra?, necesito hablar con él. –pidió cariñosamente al azabache, como si se tratase de un niño que por accidente había contestado el teléfono de su madre. Obtuvo un leve junto con varios murmullos, luego alcanzó a percibir unos cuantos gritos y por fin la voz de Jay.

–¿Sunghoon-ah?

¡Jay! Perdona la molestia, ¿podrías enviarme la dirección de la fiesta?

¡Cierto, lo olvidé por completo! te la envío por mensaje.

-¡Gracias, Jay! Bye-bye. –la llamada finalizó.

–Nunca te había visto tan emocionado por una fiesta, Hoonnie. –afirmó el mayor.

–Tienes razón, hyung. Tal vez, ya necesitaba salir un rato. –admitió sonrojado, le restó importancia y se metió una gomita en la boca dispuesto a terminar la conversación.

–Acaso es por... ¿J-Jay? – le cuestionó penosamente llamando de nuevo la atención del pálido.

–¿Qué? ¡No, no! –Se alarmó un poco. –Bueno, ¿tal vez?... Um, no lo sé, hyung. –murmuró bajito encogiéndose de brazos.

Llegaron a un semáforo en rojo permitiéndole al conductor ver directo a los ojos del copiloto.

–Honnie... Has tenido avances muy valiosos, mejoraste muchísimo, dejaste a un lado la mayoría de tus inseguridades y considero que has llegado a un punto en donde te muestras muy seguro. –soltó tranquilo con el fin de motivar y demostrar todos sus avances. –Creo que es momento de que te des una oportunidad, ya sabés, de bus- –el chocolatoso fue interrumpido.

–No, hyung. Aún me siento inseguro de encontrar a alguien. –se sinceró y desvió su mirada hacia sus manos, las cuales jugueteaban nerviosamente.

–Está bien, pequeño. Recuerda que la más valiosa opinión con la que debes siempre tomar en cuenta, es la tuya, no la de los demás. Y tenlo por seguro que estaré ahí para apoyar lo que decidas.

La luz que era roja, cambió a verde.

El castaño se revolvió en su asiento, agradece profundamente a su mayor, realmente no se imaginaba hasta dónde hubiese llegado sin la ayuda de Heesung.

–Entonces... ¿Si es Jay? –pregunta después de una breve pausa. Respetaba la opinión de Sunghoon, pero también quería saber si éste tenía intereses, claro, solo investigaría hasta donde él le permitiera.

–¡HYUNG! –le gritó apenado, mientras le aventaba una gomita de su segundo empaque de forma de ositos. El contrario se limitó a reír cuanto el misil de gomita chocó en el retrovisor.

–Oh, espera... ¿Acaso es por aquel chico de labios abultados? –chilló cuando percibió un fuerte carmín en el rostro pálido. –Lo tomaré como un sí. –centró su vista al frente dando por terminada la conversación.

El castaño negó con su cabeza a al par de que soltaba una risita. ¡Su hyung no tenía remedio!

Se acomodó el cinturón de seguridad para que tuviera mayor accesibilidad y posó su cabeza en la ventana dejándose distraer por las luces navideñas que decoraban los establecimientos públicos. Tal vez su hyung tenía razón, no estaría mal conocer a alguien. Si bien, el año estaba por terminar y aquello no era sinónimo para no intentarlo, empero, no sería con su amigo Jay, pues con él no surgían los efectos de su sistema nervioso enviándole señales entumecedoras al estómago, conocidas como las dichosas mariposas; no, más bien, lo intentaría con aquel chico de estatura bajita y labios abultados: Jake.

Por otra parte, Jake seguía en shock.

No se esperaba aquella llamada, ¡había sido pura coincidencia qué él contestara!

–¿Jake?... ¡Jake! –el cenizo se trepó encima suyo.

–¡Auch, mi espalda! –se quejó sobando su espalda baja.

–¡Perdona, hyung!, ¿Está bien?

–No, no lo estoy, Niki. Al parecer me contagiaste tus amorosos sentimientos.

–¿Eh? –no se esperaba aquella respuesta, pues él realmente preguntaba sobre el estado de su espalda.

–¡Ah! qué sentido tiene seguir contemplandolo, es obvio que él nunca me pondría un ojo encima. ¿Viste a su amigo? Hasta modelo puede ser.

–¡Oh! ¿Hablas del amigo de Jay hyung?, Sun... Sung...

–Así que Sunghoon te trae así, ¿eh? –interrumpió Jay una vez que envió la dirección de la fiesta a su amigo.

–¡Ay, callate! –el azabache le reprochó con la intención de no tener esa conversación, salió del cuarto del menor hacia la sala, sin embargo el par lo siguió.

El trío se encontraba en la casa compartida de Niki, pues después de comprar el regalo y una pequeña despensa para el menor, decidieron pasar la víspera de Navidad con él, además de que aprovecharon de que Sunoo se quedaría a dormir en casa de Jungwon.

–Sunghoon es un buen chico, desde su niñez ha practicado patinaje artístico y es una maravilla de persona, ¡incluso mis padres lo aman más que a mi y eso que yo soy su hijo! –presumió a su amigo el rubio.

–No te pedí su información, Jay –tomó un sorbo de su nuevo latte.

–Lo sé, pero apuesto que te interesó más –sentenció Park.

El azabache quedó mudo, pues mentira no era.

–Mañana intenta hablarle, yo te ayudaré. Tener un nuevo amigo te hará bien.

¿Ser cercano a Sunghoon? era algo inimaginable. Sin embargo, lo intentaría, aquella idea le había entusiasmado y provocado, una vez más, aquellos molestos renos de Santa jugando en su interior.






EDITADO

Under the mistletoe [Jaywon/Sunki/Jakehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora