Under the mistletoe [Jaywon/Sunki/Jakehoon]

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–¡Genial, hyung! a Su-... –dudó en pronunciar el nombre de su amado –a él le encanta el choco menta, refiriéndose a las bolsas de chocolate que se encontraban entre las manos del pelinegro.

Sin embargo, el menor no obtuvo respuesta, ya qué el azabache aun seguía sumergido en una singular imagen mental en la que el joven de piel lechosa, quien era el protagonista, sonreía victorioso con una bolsita de gomitas de pingüino en las manos.

–¡Aquí están, creí que ya se había ido! –soltó Jay con desesperación posandose detrás de sus amigos.

–Ni que te fueras a perder, hyung –mencionó burlón el japonés.

–Lo he hecho y dos veces- aclaró el pelinegro mostrando el número dos con sus dedos. Tanto el rubio como el cenizo soltaron una carcajada al recordar aquel suceso.

Jake, quien seguía absorto en sus pensamientos, metía inconsciente dulces a la canasta sin prestar mucha atención a la conversación de sus amigos, en realidad, no prestaba atención a nada.

Sunghoon, al estar indeciso ahora por cuál paquete de galletas llevar, le era inevitable no distraerse y divagar con las personas de su alrededor. Y, por supuesto, se distrajo cuando un grupo de chicos esbozaron una risa ruidosa, una en especial le era familiar, así que alzó la mirada y vaya sorpresa que se encontró, era su viejo amigo de la infancia: Jay.

Sin pensarlo dos veces, jaló su carrito de compras y se dirigió emocionado hacia su amigo.

–¿Park Jongseong? –aquel trío volteó al dueño de la voz.

–¡Oh, Sunghonnie! –salió por detrás de Niki y corrió a darle un pequeño abrazo, siete años sí que habían sido largos desde su fiesta de despedida.

–¿Cuándo regresaste de Estados Unidos, eh? –deshaciendo el abrazo.

–Hace unos meses –restándole importancia. –Pero dime, ¿cómo te ha ido en estos años?

Jake al sentir la presencia de aquel chico, dejó de recolectar chocolate, sacudió sus manos polvosas y se volteó discretamente para admirar las facciones del joven lechoso. Y en ese momento, creyó que aquel hombre estaba tallado en mármol blanco y no mentía, pues cada detalle en él daba una gran sensación de dulzura y delicadeza a la vez. Los lunares que decoran su rostro, esa nariz respingada, mandíbula firme y ojos bien delineados habían capturado por completo la atención del australiano.

Por su parte, Park, obviamente notó la mirada del azabache y, a pesar de que odiaba ser visto fijamente por las personas, permitió que éste lo siguiese haciendo.

–Deberíamos juntarnos algún día, ya sabes, para ponernos al corriente –esbozó con una leve sonrisa el pálido.

Diablos ¿acaso aquel chico no podía ser más perfecto?, pensó Jake.

–Sunghoonnie, no te vayas así, creí que te-... –noto la mirada de otras tres personas –¡Oh, Hola! –saludó respetuosamente, dando una pequeña reverencia, la cuál fue devuelta por el trío.

Heesung apareció en la escena con una caja de cereal; al estar entretenido por cual cereal llevar a casa, no se percató en qué momento su amigo pálido lo había dejado solo.

–¡Hee, que bueno que llegas! Te presento a Jay y a... –pausó para indagar los nombres de los otros dos chicos que acompañaban al rubio.

–Cierto, aquel tipo con camisa de cuadros es Jake –el nombrado asintió sonrojado –Y el alto cenizo es Niki.

–Un gusto, chicos –saludó Heesung con su diestra.

–Le decía a Jay que sería bueno reunirnos, ¿no lo crees, hyung? –retomó el chico de la piel lechosa.

–¿Qué te parece reunirnos para Navidad? Habrá una fiesta, claro si es que pueden tú y tu pareja –refiriéndose al de pelo chocolatoso.

Sunghoon soltó una gran carcajada. ¿Heesung, su novio? No, no.. él aún no tenía pareja.

–Somos amigos –aclaró el alto un poco sonrojado.

–¡Ah, qué idiota por suponer cosa igual! –Golpeó su frente. Niki no pudo evitar soltar una carcajada, a la cual se le unió Sunghoon, era claro que no olvidarían aquel bochornoso momento.

Vaya qué había incomodado el ambiente.

A pesar de ello, Jake se encontraba feliz. Sunghoon no tenía pareja y eso era bueno ¿no?

Ah, Sunghoon... Un muy lindo nombre que, sin importar el camino que tomaría su destino, él quería seguir enunciandolo.

EDITADO