Capítulo 5 "Hoy me siento más ligero, pero pienso en la navidad sin ti"

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Narra Aidan

—Me gustaba tu pelo rosa —comentó colocando una pieza de domino. Observe su jugar y medite mi siguiente movimiento.

—Pero regresé al rubio natural que me heredaste —respondí colocando mi pieza, a ambos nos quedaban pocas piezas. Ella encarnó la ceja.

—Pasó —dijo. Yo coloqué nuevamente mi pieza, aun me quedaba una.

Su rostro se iluminó. Colocó su pieza, cinco con cinco.

Mierda, ya no tengo otro cinco.

—Todos los cincos ya están en la jugada. —mencionó—¿o tú tienes uno?

—No, no tengo nada —respondí.

—Espera, queda un cinco. —ella levantó su pieza como en signo de gloria— Gane.

—Ganaste de nuevo abuela —reí— no sé cómo lo haces.

—Observa que pieza colocas Aidan, la cantidad de abajo es tan importante que la de arriba, puede que sea incluso más importante, pues con ella sentencias a tu oponente.

—Eres muy inteligente —dije y ella sonrió, se levantó con dificultad a su cocina.

—Tú también lo eres —añadió— Y ¿ya sabes a que universidad aplicaras?

—Aún no lo sé, sabes en las películas de Estados Unidos, los chicos siempre están preocupados por entrar a la Universidad, pero nunca dicen que estudiaran, solo que les darán una beca o un crédito o alguna forma para endeudar a los padres, pero no mencionan que estudiaran, parecen tener todo listo y planeado. ¿No crees que es importante definir que quieres antes de buscar la aceptación en una Universidad?

—¿Tú que estudiaras?

—No lo sé, quería dedicarme a vender banderillas en el parque central, pero mamá me dijo que era ridículo.

—Quieres tener tu propio negocio —señaló la abuela, yo lo observé asombrado, llegó rápido a una conclusión. —Estudia algo sobre negocios, gerencia o administrar empresas, vez no es tan difícil, lo que sucede es que tu madre no tiene visión, vender banderillas no suena mal. Imagina, con buena publicidad, frases pegadizas, manejo del dinero, puedes llegar a tener un imperio.

—Gracias —dije admirado de su filosofía. —Tendré un imperio de banderillas.

—O puedes dedicarte a la empresa familiar. —mencionó. Yo la vi seriamente, ella levantó las manos— o puedes vender calcetas, lo que tu corazón quiera. Si quieres puedes lograrlo.

—Sabes que la empresa quedara en manos de Amanda o Dante— Dante era un primo el cual no tiene lugar en las acciones de la empresa familiar, pero al no poder yo seguir con el legado, Dante se aproxima a tomar las riendas de la corporación.

—Ni hables de Dante, ese hombre nunca me llama, imagina si se encarga de la empresa, tu tío siempre fue arrogante y Dante es calcado a su medida, tu debes ser el siguiente Evenson.

—Abuela, sabes que eso no sucederá. Papá me vetó de ese puesto luego del accidente. —respondí mientras tomaba un poco del jugo que había preparado.

—Los accidentes pasan todo el tiempo, no por eso te pueden juzgar todos.

—Sí pueden, cuando el conductor iba a 160 km por hora, en un deportivo y ebrio hasta el cerebelo, ah, además que muere la acompañante del conductor. —dije con enojo. Contrólate Aidan, es tu abuela, no puedes reaccionar mal. Recordar ese momento.

Luces rojas, luces rojas ¿Luz verde? ¿Mi mente me engaña?

La sonrisa de Dayanne, su sonrisa, ¿O estaba aterrada? Sonreía o me suplicaba que parara.

Zack, gracias por todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora