Capítulo 26 - Géminis

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Oficinas del FBI de LA

El viaje hacia las oficinas en el coche de Clarke era una auténtica maravilla. En realidad, daba igual donde fueras con ese coche, es que ni un solo minuto tenía de desperdicio. Al igual que la compañía de la que conducía. Teníamos un cuarto de hora hasta las oficinas, no hubo mucho intercambio de palabras, me limité a revisar los papeles que me había dejado Clarke, parecía todo un rompecabezas a falta de una pieza para cobrar el sentido.

Cuando llegamos al lugar que tanto amaba la Inspectora, tomamos un rumbo diferente al habitual, hacia Recursos Humanos. Allí nos recibió una secretaria muy amable, con el nombre de Sally, a la que Clarke saludó como si fueran viejas amigas. La mujer parecía muy agradable, veterana en el cuerpo. Rondaría los cincuenta y pico años de edad, aunque se conservaba bien, las manos son el espejo del alma, es imposible mentir con la edad si las manos son visibles... Si no, mirad las de Madonna.

—Alejandra Woods —leyó la mujer en un sobre acolchado que sostenía sobre sus manos —debes de ser tú, querida —asentí y me tendió el sobre. Miré emocionada al par de mujeres, que expectantes, me miraban con la ilusión que contagiaba.

—Joder —se me escapó—. Perdón, es que es muy bonita —no sé en qué momento me había cambiado la percepción de los cuerpos de seguridad. Había pasado de ser una ladrona del pueblo, a tener en mis manos una placa propia. Y la verdad es que era una sensación que no recordaba haber tenido nunca.

—Revisa por favor que todos los datos de la identificación son correctos, si no se cambia en un momento —comprobé todo— Lo que más tardamos es en mandar a grabar la placa. Joe, lleva años haciéndolas, está a cinco minutos de aquí —Sally se había puesto a hablar, digno de señora hasta las narices de estar ahí sola revisando siempre los mismos papeles. Tenía a Clarke totalmente ensimismada, atendiendo lo que decía, pero yo solo podía ver mi nombre y apellidos y la numeración que me iba a corresponder de aquí en adelante. Además, todavía no me tocaba, ¿por qué Clarke mandaba hacerla ya? Aún no había terminado mi formación—. ¿Todo bien, hija? —sonreí y me devolvió la sonrisa. Era todo maravilloso—. Pues bienvenida al cuerpo, de parte de una veterana —me guiñó el ojo.

—Bueno, bueno. En realidad ha sido un salto de fe, se la tiene que ganar... —y como siempre, cortando el rollo. Pero yo ya tenía mi placa, y estaba feliz. Luna iba a flipar cuando se la enseñase—. ¿Vamos? No podemos llegar tarde —coloqué la placa en mi pantalón de entierros, como llevaba Clarke en el suyo—. Eres una galla... —rió.

Sonreí para mis adentros. Anoche, me dirigía a casa de la rubia sin saber nada de lo que me esperaba, y de repente, me encontraba en un huracán de emociones. Un cabo del que tirar, una placa, la rubia... Todo junto. Pero lejos de agobiarme, estaba feliz. Bajamos hacia el coche, era hora de dirigirnos hacia la prisión del Estado de California.

Una hora y media de especulaciones, de preguntas para el interrogatorio que se iba a producir, y demás suposiciones a las que podríamos enfrentarnos, como que Ontari se negase a contestar a nada. La conocía muy bien, y era cabezona. Si no tenía el día para contestar preguntas, simplemente se callaba. Seguramente tendría un abogado con ella, aunque ya esté en prisión y con muchas pruebas apuntando hacia ella, aprovecharía para tener uno. Sobre todo para que le dijera que no tenía por qué contestar a nada... Aunque claro, cualquier cooperación con la policía en la resolución de un caso, puede llegar a tener una reducción de condena. Eso se sabía aquí y en China. Era el momento de jugar esa baza si se negaba a contestar.

—Oye, Lexa —comentó la rubia, sin separar la mirada de la carretera, la miré expectante. ¿Qué me tendrá que decir ahora?—. Respecto a lo del fin de semana en el Spa... No es que no quiera ir —estaba empezando a doler un poquito—. Es que tú y yo estamos en una situación bastante peliaguda. No se te permite hacer nada sin que nuestros superiores lo sepan. Del trabajo a casa y de casa al trabajo —Clarke tenía razón, por mucho que me jodiera, estaba atada de pies y manos.

Access Denied (NukaBlack y ClaudiaGalvezB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora