06. la persona más tosca

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capitulo seis
LA PERSONA MÁS TOSCA
1989

Tan pronto como entré al gran comedor para tomar el desayuno recordé el porqué lo había estado evitando en un primer momento. Era la comida en la que más chances tenía de toparme a Charlie Weasley (ya que todos desayunaban en el mismo horario) y efectivamente, ahí estaba.

Rodeado de lindas, hermosas, calientes, ardientes chicas.

Sería menos doloroso caerme de cara contra el suelo de piedra. Dejé salir una especie de quejido (que se asemejaba más al gruñido de algún animal) y me acerqué con pesadez a la mesa de Gryffindor, sentándome en la mitad izquierda de la mesa, esa que está conferida a los alumnos de años inferiores que no han pagado derecho de piso o a los perdedores patológicos. (Intenten adivinar a qué grupo pertenezco yo.)

Me permití echarle un último vistazo a Charlie antes de volver a retozar en mi miseria: él llevaba los rizos cobrizos cubiertos por una enorme gorra de color amarilla y el frío (y la falta de sol) empezaba a aclararle la piel, haciendo que sus pecas resaltasen en el proceso. Era sábado, por lo cual no llevaba su túnica. En vez de eso tenía una enorme chaqueta de cuero marrón con una camiseta naranja de los Chudley Cannons debajo. Se veía glorioso.

Estaba riendo alegremente de algún comentario probablemente hilarante que Rolanda Hooch y Maxine Abernathy hicieron. Su risa era tan melodiosa que pensé una vez más en grabarla y reproducirla una y otra vez cuando me sintiese así de desanimada. Sería como un "Eye of the tiger" para mi, pero más efectivo. Era el sonido más hermoso.

Si exceptuábamos el hecho de que estaba riendo con ellas.

Uno casi podía ver los corazones en los ojos de aquellas chicas. Del otro lado de la mesa, frente a él, alcancé a reconocer medianamente un par de largas y prolijas cabelleras rubias. Probablemente las Abbott. Y Summers, por supuesto. Dios. Se veía a todas luces que aquella era una carrera por conquistar al chico de oro de la promoción del 91' y todas estaban apuntadas.

Menos yo.

El pensamiento me hacía enfadar muchísimo. No porque todas aquellas chicas estuviesen tratando de conquistar a Charlie, sino porque yo no podía. Porque yo no era lo suficientemente buena para que el pensamiento de poder atraer a Charlie Weasley se me cruzase por la mente incluso durante un delirio febril. Yo era A.J., la loca amargada. No era exactamente el tipo de chica del que uno se enamoraba.

Y no me malentiendan, no me considero particularmente fea. Es más, cada vez me pongo más linda, lo cual hace que el hecho de que nadie quiera salir conmigo se vuelva más alarmante. Supongo que los chicos lo consideran, pero entonces les clavo la mirada o les dirijo la palabra y una terrible sensación de terror se les viene encima, como si fuese a absorber sus almas como un dementor o algo así. Ya saben, sólo buenas vibras.

—Se te ve radiante hoy, Abbs —saludó Mona, sentándose a su lado.

—Como un trozo de metal en una carretera soleada —añadió Saki, sentándose al otro lado.

No levanté la vista de la mesa. Había deslizado un enorme platón de galletas de chocolate y las estaba devorando una tras otra sin parar. Las migajas empezaban a llenar la mesa y parte de mi ropa. Honestamente no me importaba. ¿Cuál era el punto en verse decente si, de todos modos, a Charlie Weasley no le importaría?

—Oye, no te acabes las galletas, Sallie —dijo McLaggen, sentándose a la mesa.

Probablemente había querido bromear conmigo, pero lo único que le arrancó fue un gruñido. Ni siquiera tenía fuerzas para corregirle.

—¿Qué haces aquí, Nicky? —preguntó Saki, apuntándolo con una baguette—. ¿Bajando del trono un rato para tomar el desayuno con tus compañeras mortales?

suck it and see || charlie weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora