09. el crush de a.j.

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capitulo nueve
EL CRUSH DE AJ
1989

—¿QUÉ? —gritó Charlie, arrebatándole el libro de las manos a Angel—. ¡Dame eso!

Charlie escrutó los garabatos abriendo los ojos de forma tan excesiva que pensé que se le iban a salir de la cabeza con un ¡pop!.

Eso era todo. Ese era el fin. Mi fin. Mis piernas empezaron a ponerse como de gelatina cuando me percaté de que él cambiaba su expresión a una de extremo enfado. De seguro estaba pensado «oh, genial. Le gusto a la loca». Quería fallecer. Saki debió haberlo notado porque se colocó tras de mi, atajándome la espalda para que no cayese hacia atrás. «Mantente viva», me susurró. Já. Como si fuese así de fácil.

—¿"G"? —dijo Charlie al cabo de unos segundos, clavándome la mirada—. ¿Quién es "G"?

Solté el aire que no sabía que estaba conteniendo. Verán, mi letra no es lo que se diga un ejemplo de caligrafía pulcra. Okay, quizá estoy endulzándolo demasiado. Mi letra es parecida a la de un doctor de 80 años. Con Parkinson. Así que sí, es bastante horrible. Saki me dijo una vez que tenía su propia tabla de conversión de caracteres del "aberdeenés" al alfabeto normal. Mona me dijo que albergaba cierta similitud con el sánscrito árabe. Solía ser una porquería todos los días.  pero no ese. Ese día mi letra de doctor me salvó la vida.

—Es el crush de A.J —respondió Mona, en vista de que yo no lo haría.

Yo asentí, finalmente adquiriendo suficiente coraje para mirarle a la cara. Charlie volvió a adoptar esa expresión de alarma.

—Por favor dime que no es McLaggen.

—Pensé que el nombre de McLaggen es Nicholas —dijo Angel.

Garreth Nicholas —completó Charlie con tono sombrío.

Al parecer lo dijo demasiado alto, porque McLaggen, que estaba sentado en la estación de enfrente, volteó.

—¿Qué hay conmigo?

—Oh, no es na... —dijo Charlie, en vano.

Antes de que pudiese completar su frase, McLaggen estiró el brazo y le arrebató el libro a Charlie. Lo inspeccionó y entonces lo volteó para ver el nombre que aparecía en la tapa. Cuando se percató que era mío, me dirigió una sonrisa traviesa. Me lo devolvió con un asentimiento solemne, y entonces se dispuso a hablar con su compañera de estación. Era Amalia Skeeter.

Creo que no es necesario agregar nada más. No pasaron ni diez minutos después de que todos volvieron a sus estaciones cuando escuché un murmullo volverse más y más ruidoso hacia el frente del salón.

—No lo puedo creer —dijo una de las Abbott—. ¿A la amargada de Sallinger le gusta alguien?

Puta madre.





• • •





Fuentes dicen que vieron a Charlie desinflarse sobre la mesa en el desayuno como si fuese un panqué mal hecho. Esas fuentes eran Mona y Saki, por lo tanto no pude asegurar la veracidad de sus comentarios. Me gustaría darle cuerda a mi corazón y ser lo suficientemente estúpida como para pensar que era por mi, pero lo cierto era que probablemente Charlie estaba desanimado por el último partido de quidditch. Perdieron. Era la primera vez que perdían en más de dos años.

Ese hubiese sido el chisme de la semana de no ser por mí y mi incesante necesidad de dibujar corazones y demás garabatos valentínicos en mi libro. Al menos no había cometido la estupidez de escribir algo como «futura señora Weasley» o algo así. Eso hubiese hecho estallar el colegio.

suck it and see || charlie weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora