11. corto-circuito

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capítulo once
CORTO-CIRCUITO
1989

La declaración de amor de Tonks rompió el colegio (y mi cerebro). De pronto todo empezó a cobrar sentido: el porqué Tonks pasaba tanto tiempo en nuestra sala común, el porqué Angel se había acercado a mi luego de verme hablar con Tonks, el porqué ya estaban juntas esperando el día que fuimos a Las Tres Escobas.

El porqué Charlie se había vuelto tan repentinamente cercano a Angel.

—¿Puedes creerlo? ¡Y tú preocupada! —dijo Mona, animadísima.

—Bueno, no pueden culparme —contesté yo, frotándome el brazo. Estábamos caminando de vuelta a la sala común—. Nadie sabía de esto.

Mona suspiró.

—Amo los romances secretos.

No agregué otro comentario más, en parte porque no quería darle cuerda a Mona (nunca se callaba cuando se trataba de chismes como esos) y en parte porque todavía no lo terminaba de procesar. Angel Summers estaba con Tonks, lo cual significaba que no era el crush de Charlie. Lo cual significaba que...

—Hey AJ —saludó Angel, sentándose a mi lado. Había estado disociando en la sala común el tiempo suficiente para que Mona y Saki se largasen. Empiezo a pensar que en realidad me odian. 

—Uh... hola —contesté yo, con la boca un poco seca. Me empezaba a sentir mal por haber renegado tanto de ella por algo tan estúpido.

—¿Que día, eh?

—Seguro...

Hubo un silencio incómodo luego de eso, que muy probablemente hubiese terminado en una situación mucho menos incómoda si no fuese por la incesante insistencia de mis padres de no dejar pasar la oportunidad de hacer un pedido de disculpas. «Tienes que ser la mejor persona, Abby-dee». Sí, sí como sea. 

Malditos hippies.

—Oye, um... —empecé, deseando que Dios me ayudase con eso—, lo siento. Digo, por tratarte de forma tan condescendiente estos días. Supongo que malentendí algunas cosas, y bueno... en verdad lo siento. Yo... um... bueno, cuando vi el A.J.S. en el aire realmente pensé que era Charlie el que iba a...

—¿Confesarse contigo? —contestó ella. No estaba segura de si Angel realmente me estaba escuchando. ¿Cómo que confesarse conmigo?

—¿Qué?

—Él jamás lo haría de una forma tan vistosa. Digo, empiezo a pensar que ese tonto no lo hará. Le cuesta demasiado, ¿sabes? Creo que hasta tiene miedo. Ya le dije que lo único que tiene que hacer es...

—Espera —interrumpí—. ¿Estás diciendo que Charlie Weasley se me iba a declarar a mí?

—Bueno, ¿a quién más? —preguntó Angel, como si yo fuese una idiota de primera categoría.

Empecé a sentir las náuseas justo en ese momento. El mundo daba vueltas.

—Cualquiera que tenga dos dedos de frente sabe que a Weasley le gustas.

Ok, eso fue todo para mí. No pasó ni un segundo cuando un grito desesperado se escuchó desde el lugar en el que estabamos. Era Angel.

Le vomité todo mi desayuno encima.




• • •




Si tuviese un galeón por cada vez que Charlie Weasley se aparecía para verme en la enfermería luego de que yo hubiese vomitado en un lugar excesivamente público, tendría dos. Lo cual no era mucho, pero era particularmente extraño que eso sucediese dos veces.

—Hola, oye, ¿estás bien? —preguntó, asomando su cabeza entre las cortinas separadoras. 

Mona y Saki, que estaban conmigo, voltearon en 0.00056 segundos. Entonces volvieron a voltear hacia mí.

—Tú puedes guerrera —susurró Mona.

—Mantén tu comida adentro —ordenó Saki, antes de partir rauda hacia algún lugar probablemente muy lejos de mi y mis problemas amorosos (y gastrointestinales.)

Charlie seguía ahí, con una sonrisa en el rostro. Incluso se tomó el atrevimiento de acompañar a mis amigas hasta la puerta. Creo que volvió luciendo ligeramente confundido.

—Vaya amigas... —suspiró—. Cómo sea, no respondiste mi pregunta.

—Podría estar mejor —confesé, bajándome de la cama. Creo que Madame Pomfrey es ligeramente dramática (también creo que cree que estoy embarazada)—. ¿Quieres caminar hasta la sala común? Odio el olor a antiséptico.

—Claro —respondió.

Caminamos en un cómodo silencio. Bueno, no tan cómodo. Una no puede simplemente caminar de forma cómoda sin reparar en la belleza de Charlie Weasley. Especialmente después de la sarta de payasadas que me dijo Angel Summers.

—Oh, casi lo olvido —dijo, extendiendo la mano. Tenía un ramo de peonias rosas. Creo que estaba demasiado enfocada en su belleza de escultura griega como para notarlo—. Para ti. Lo siento si no te gusta el rosa. Realmente no tengo dinero para comprar un ramo de flores y las peonias son las únicas que crecen en el jardín de mamá en esta época del año...

—¡ANGEL SUMMERS DICE QUE TE GUSTO! —dije, ignorándolo. En realidad, lo grité. Lo sé porque resonó en todo el pasillo. Gracias a Dios estaba vacío.

Charlie inmediatamente retrajo el ramo y tomó la coloración de un tomate maduro. Yo sentí que mis piernas se volvieron de gelatina. Me tuve que agarrar a una de las paredes. Era una suerte que ya le hubiese vomitado mis galletitas a Angel, o de otra forma le hubiese vomitado a Charlie ahí mismo.

—Angel... Angel dijo... ¿qué? —Las palabras casi se le derraman de la boca. Estaba riendo de forma nerviosa.

—Sé que es una locura, porque a ti jamás te gustaría alguien como yo.

—¿Por qué dirías eso?

—¡Mírate, Charles! ¡Eres como... la creación más perfecta del universo! —Okay. ¿Qué demonios estoy diciendo?—. Alguien debería darle un premio a tu mamá, por Dios. Mínimo un besito.

Charlie arqueó una perfecta ceja.

—¿Acaso quieres besar a mi mamá?

—¡ERES UN IDIOTA, ESO NO ES LO QUE...! Oh, Dios —empezaba a hiperventilar—. Lo siento. Lo siento por gritarte. Oh, Dios. Ohhhh, Dios. Okay. Encuentra tu centro Aberdeen, encuentra tu centro...

La situación solo se puso más horrible cuando Charlie empezó a reír. Y no, no hablo de una risa melodiosa. Hablo de una de esas carcajadas en dónde la otra persona empieza a ventilar y se queda sin aire. Hablo de esas risas en las que tienes que agarrarte a algo para poder mantenerte de pie, probablemente por el tamaño de la ridiculez que estás oyendo.

—¿Qué? —pregunté, empujándolo.

—Eres tan rara —respondió, limpiándose una lágrima.

—Tú eres un imbécil.

—Es verdad que me gustas.

—Y yo te... ¿Qué?

—Me gustas, AJ. Me sorprende que te sorprenda tanto. ¿Sabes cuantas galletas he tenido que hornear para llevarte el desayuno todo este tiempo? ¿Cuánto trabajo tuve que fingir hacer en clase de Herbología para poder sentarme a tu lado?

—Tienes que estar bromeando.

Te hice un ramo.

—¿No eres así de amable siempre?

—Yo no soy Bill.

Me deslicé hacia el piso casi tan rápido como estaba deslizándome hacia la locura. Charlie se sentó a mi lado en el suelo. Estaba frío. Mis nalgas se estaban enfriando rápidamente. Era una suerte que mi cara y mi corazón estaban lo suficientemente calientes como para mantenerme con vida.

—Entonces... —dijo, ofreciéndome nuevamente el ramo—. ¿Qué más tengo que hacer para gustarte?

Ese fue el momento en el que lo besé. Me gustaría describir un poco más la escena, pero cuando sus labios tocaron los míos fue el momento en el que mi cerebro hizo corto-circuito.

suck it and see || charlie weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora