VI. Más Allá

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Quizá seas mi luna y mis estrellas;o lo más hermoso que hay en la tierra

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Quizá seas mi luna y mis estrellas;
o lo más hermoso que hay en la tierra.


A la mañana siguiente nuestro bello chico rizado bajó por el barandal de las escaleras hasta el comedor animado como de costumbre.

— ¡Buenos días familia! — Saludó nuestro moreno llegando a la mesa para ayudar.

No habían despertado todos aún, pues a parte de la abuela solo estaban Julieta, Isabela y Mirabel ayudando con el delicioso desayuno mientras esperaban al resto de los Madrigal. Él, como siempre; ayudaba colocando ordenadamente platos, tazas y cubiertos para todos.

— Camilo, mi muchacho — Habló Alma mientras su nieto tomaba asiento  —. Anoche no pudimos conversar.

Él la miró sonriendo nervioso, mostrando esa pequeña manía de mover sus dedos sobre la mesa.

— Sobre eso...lo estuve pensando abuela.

— ¿En serio? — Cuestionó esperanzada.

El resto mantenía oído atento a pesar de estar haciendo su parte.

Camilo botó una bocanada intensa de aire, procesando las palabras correctas para su abuela.

— Me haría muy feliz casarme con Caro — Confesó alegrando inmensamente al público —. Pero no ahora, soy muy joven Abuela — Espetó con toda razón.

— Eso tiene arreglo, nuestra Isabela tiene 20, pueden casarse a esa edad también si lo prefieren.

La joven recién nombrada mordió ligeramente el labio con pesar sin que nadie lo notara.

— Ese no es el problema — Prosiguió el ruloso —. No sé que es lo ella siente por mí, yo a penas y acepté que ella me gusta el día de ayer.

— Y vaya que te tardaste — Comentó Mirabel con gracia.

Camilo rodó los ojos, ya había supuesto que Dolores le había contado a la familia la buena noticia: Camilo aceptado la realidad.

— Carito te aprecia bastante, ustedes pueden ser una maravillosa pareja — Argumentó Alma.

— ¿Otra vez con eso mamá? — Gruñó Pepa llegando, junto a su esposo.

— Buenos días mami, buenos días pa.

— Buenos días mijo — Dijo Pepa dándole un beso corto en la frente.

— Quihubo parce — Saludó Félix dándole un sape en la nuca a su hijo mayor.

— Solo le estaba hablando a mi nieto sobre su maravilloso futuro.

Camilo no quería desatar otra tormenta en casa, sabía que su futuro dependía solo de él, no del que dirá su abuela.

— Yo quiero mucho a Carolina, abuela. Pero no me casaré con ella a menos que tanto yo y ella así lo decidamos.

Alma se quedó atenta tras las palabras suaves y concisas de su nieto.

De Ti Encantado | Camilo Madrigal y Tú | WriterShadowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora