Quizás todo es demasiado bueno para ser real; Camilo sabía eso perfectamente y lo tuvo que aprender de la peor manera.
Una profecía, un sacrificio y una separación era lo que le esperaba a la hermosa pareja de amigos que crecieron con tanto amor en...
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Eres mi alegría y mi inspiración; la canción más hermosa que sale de mi corazón.
La angustia y estrés que desprendía Camilo aquella mañana era notable y muy fuerte, pues para él la semana había pasado demasiado rápido y él aún no tenía un plan fijo ni las palabras claras para confesarle sus sentimientos a su adorada mejor amiga.
— ¡Cerebro inútil! — Exclamó rendido golpeándose la cabeza incontables veces sobre su escritorio.
— Calma hijo — Animó Félix, quien ya llevaba horas en la habitación de su hijo intentando ayudarle —. No es algo que debas de pensar demasiado, escucha tu corazón.
El muchacho exhaló afligido, ¿Cómo no iba a pensar demasiado si quería que todo fuera perfecto? Tan perfecto como lo era Caro para él.
— ¡Vamos mijo, practiquemos lo que hemos avanzado!
Camilo carraspeó aclarándose la garganta mientras sostenía una hoja arrugada llena de varios rayones, garabatos y borrones.
— Carolina, nunca jamás habría imaginado encontrar a alguien como tú — Leyó nervioso —. Supe de inmediato que eras especial por la forma en que tú y yo conectamos, por la manera en que entraste en mi vida y por como te adueñaste de mi corazón. Esta noche, agradecido de poder llamarte mi amiga, te quiero confesar que te pienso más de lo que digo y te quiero más de lo que yo sé. Me enamoré de ti, sin buscarlo ni esperarlo, tú me has dejado totalmente encantado.
— ¡Eso fue precioso Cami! — Felicitó Dolores quien entraba animada a la habitación.
Camilo brincó del susto y clamó con notorio sonrojo:
— ¡Te he dicho que no me espíes! Privacidad por favor.
— La puerta estaba abierta cariño — Comentó su mamá también entrando a la habitación sonriente.
— No es cierto má — Respondió frunciendo el seño.
Pepa se acercó para darle un fuerte abrazo de apoyo.
— Mi niño ya creció...
Una leve llovizna estaba empezando dentro del cuarto de nuestro bello ruloso.
— Pepi nos vas a empapar a todos — Dijo Félix cortando el bonito abrazo de madre e hijo.
— Lo siento, lo siento — Respondió la mayor entrando en calma —. Es que me siento muy orgullosa de mi Camilo.
— Todos lo estamos — Comentó Dolores alegre —. Así que ánimo tigre, esta noche será perfecta.
"Esta noche...". Aquellas palabras resonaron en la cabeza del muchacho y le cayeron encima como una cubeta de agua helada. El escalofrío recorrió su espalda y el estrés regreso; había palidecido.
