Quizás todo es demasiado bueno para ser real; Camilo sabía eso perfectamente y lo tuvo que aprender de la peor manera.
Una profecía, un sacrificio y una separación era lo que le esperaba a la hermosa pareja de amigos que crecieron con tanto amor en...
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Como amigo te conocí, como amigo te miré...Y ahora sin notarlo de tí me enamoré.
El rozar de sus manos era suave al tacto, ambos podían sentir su calidez al entrelazar sus dedos mientras ingresaban en el hogar de los Madrigal con notorio cariño el uno por el otro.
Lamentablemente no dieron muchos pasos cuando una voz clamó:
— ¡Camilo! ¿A dónde cree usted que va muchachito?
Nuestro moreno paró en seco al oír a su madre regañándolo y acercándose a la joven pareja de amigos.
— Prometiste recibir a todos los invitados — Prosiguió la mayor cruzada de brazos.
«Carajo...». Maldijo él internamente, pues solo había prometido tal cosa porque quería ser el primero en recibir a Carolina.
No tenía intensiones de contradecir o excusarse con su amada madre, sabía que esa noche era importante para todos y que todo debía salir más que bien.
— Lo siento mami, ahora mismo regreso — Le tranquilizó sonriente —. Solo quería acompañar a Caro un momento.
— Te ves muy hermosa mi niña — Comentó Pepa con intención de saludarla rápidamente —. Me temo que mi Camilo tardará un poco en estar contigo por ahora.
— No se preocupe — Respondió la joven —. Si necesita ayuda con algo no dude en avisarme.
Pepa asintió aliviada se marchó en busca de su esposo.
— Te veo en unos minutos mi bella Flor de Mayo.
Camilo se despidió tomando la mano de su amiga caballeroso, depositando un leve beso en ella.
«¿Cómo puede ser tan perfectamente tierno y coqueto? Tan divino... ». Pensó ella viéndolo partir.
Más pueblerinos llegaban a Casita y nuestro rizado los recibía con brazos abiertos más que contento, transformándose en cada invitado mientras ella observaba enamorada a su mejor amigo hasta que sintió un ligero movimiento a sus pies, era la misma Casita quien le estaba saludando juguetona.
— Casita, está bien, está bien ya me muevo — Habló Caro entre risas —. Gracias, sin ti parecería acosadora.
Adentrándose en ella se quedó maravillada ante tal preciosura colorida. En cada fiesta se esmeraban más que en la anterior, y estaba orgullosa de que ella y Mirabel colaboraran con el arduo labor.
