Me levanté sobre las doce de la mañana extraordinariamente contenta y con energía. Valeria se desperezaba en el cuarto continuo.
Mi casa en Alguero era un casoplón, la verdad. Tenía varias plantas, el sótano y la segunda eran mis dominios. Incluían varias habitaciones y un cuarto de baño enorme. Cuando estaba cansada regresaba a mi habitación, cuando tenía que arreglarme el cuarto de baño se convertía en un auténtico camerino, y no me extraña con todos los potingues, lipstiks, lapiceros, brochas de maquillaje, lacas... Etc. que llego a acumular. No pienses mal, no soy la típica choni con extensiones ni la Paris Hilton española. Es que me dedico a esto. Trabajo para Internacional Cosmetics, y si, hago sesiones de fotos y eventos en los que mi deber consiste en peinar, maquillar y coordinar cualquier necesidad funcional del cliente para el evento.
Pero volvamos a mi casa, mi habitación y el cuarto de baño ya tenían su función, y además de la cocina, el salón, las habitaciones del piso de arriba (en la que mi padre y su mujer dormían), el jardín y la piscina, mi habitación favorita era el sótano.
Más adelante, se convertiría en una pieza fundamental en mi estancia allí. Para llegar había que pasar varias puertas y escaleras de caracol, con lo que se convertía en un espacio aislado e insonorizado al resto de la casa.
Allí tenía mi portátil para el trabajo, equipo de música, la estación de videojuegos (en la que mi bro postizo, así llamaba al hijo de la mujer de mi padre, y yo pasábamos horas jugando cuando queríamos desestresarnos de algo y hablar tranquilos), televisión, gimnasio, biblioteca... Lo tenía todo y como extra, la privacidad que quería y cuando quería.
Ahora, estaba en mi habitación, con los ojos cerrados, pensando en ese chico de la noche anterior cuando de pronto y al sonido de las campanas de la iglesia de Santa Anna repicando, la puerta del cuarto se abrió.
- En este pueblo no se puede dormir.
- Es que hoy es Santa Anna, ¿olvidas que estamos en fiestas? Y por cierto, buenos días ¿eh?
- Buenos días bombón, ¿ qué vamos a hacer hoy? - Valeria siempre tan activa.
- ¿ Piscina y sol? - de momento sólo me apetecía un ratito de tranquilidad, más tarde me preocuparía de lo que hacer en la tarde y la noche.
Cogí las toallas, la crema protectora, el movil, las llaves y las gafas de sol. Nos pusimos los bikinis y bajamos al jardín.
El sol estaba en lo mas alto, así que nos daba de lleno y no tardamos en mojarnos para sofocar el calor. Cuando volvimos a tumbarnos, Valeria me sacó un tema delicado.
- ¿ Cuanto tiempo vas a quedarte esta vez?
- No lo sé, estoy tentada de quedarme una temporada. Tengo que volver a Málaga unos días, pero a principios de septiembre he de ver a un cliente aquí y probablemente si consigo que se quede con nosotros, tendré que ocuparme durante un año del evento, así que tendré que trabajar desde aquí. - aun no era seguro, pero era algo que me tenia nerviosa. No ver a mi madre en un año iba a ser complicado.
- Piensa que me tendrás a tu lado, estaremos a tan solo cuarenta minutos. - Valeria había decidido trabajar en Cerdeña, a pesar de tener a toda su familia en Málaga. - Tener un pie en cada ciudad es una putada.
Esa frase define perfectamente mi vida. A veces me siento atrapada en cualquier sitio en el que esté. Alguero o Málaga, siempre parece que me falta algo. Vivir a caballo entre dos ciudades no es divertido. El corazón se te divide en dos mitades y olvidas como juntarlas.
A partir de ese momento y esa conversación, Valeria y yo empezamos un vínculo mayor que el que teníamos. Años después me dijo que en aquella piscina, por una vez en mi vida, me quité los muros que guardaban esos pensamientos y eso le hizo poder entenderme mejor.
Con todo eso en la cabeza, mi teléfono vibró. Una notificación de mensaje que pondría mi mundo del revés.
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Corazón Olvidado
RomanceMartina conoce a Daniel una noche de verano en Alguero, Italia. Ambos comienzan una relación intensa hasta que Martina decide regresar definitivamente a España. ¿Podrán recuperar el amor de un corazón olvidado?