Capítulo Cinco. Pesadilla

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Qué esperabas, Lena? Él es tu jefe, no tu novio. Él tiene su vida y tú, poco o nada. Pintas en la suya

Toda la noche me pasé teniendo sueños extraños. Aún no recuerdo exactamente qué pero me produjeron una serie de escalofríos que me hicieron sudar las sábanas. Desperté cerca de las ocho de la mañana con el sol colándose por la ventana. Me desperecé lentamente con la intención de darme de salir de la cama y darme una ducha relajante pero cuando dí la vuelta sobre mí misma, me encontré con Josh sentado a mi lado. Me asusté al no contar con su presencia.

-Qué haces aquí?

-Llevas toda la noche llorando y dando gritos, Lena. Me asusté y vine a ver qué te pasaba.

-Gracias-dije tímidamente y creo que hasta me sonrojé al hacerlo-.

Me fijé en su ropa. Se había cambiado. Hoy llevaba una camiseta de manga corta más ceñida que la sudadera del día anterior. A qué hora habría llegado a casa?.

-Estàs bien?-me preguntó-.

-Sólo han sido pesadillas. Ni siquiera me acuerdo de ellas-me encogí de hombros-.

-Ayer fue un día duro para tí. He de irme a trabajar. Tienes los papeles de tu contrato sobre la mesa de la cocina. También una bolsa con tu uniforme. Volveré sobre las dos.

-Está bien.

-Hasta luego entonces-sé puso en pie y salió de la habitación antes de que me diese tiempo a despedirme de él-.

Su doble filo de personalidad resultaba bastante incómodo. Lo mismo se estaba preocupando por mí, como pasaba de todo y me daba largas.

Me duché tranquilamente, con mi champú preferido que olía a fresas con nata, mi olor preferido el cual me recordaba a mis veranos en Bath, tan austinianos que incluso resultaban hasta ofensivos de ser tan perfectos. Me desenredé el pelo con delicadeza, tomándome mi tiempo en realizar mis rituales de belleza. Hacía tanto tiempo que no lo hacía....la rutina laboral siempre nos hacía olvidar las cosas que más nos gustaban. Cuando terminé, me fui directa a la cocina. Me apetecía un desayuno tranquilo y agradable en la terraza.

La terraza? Qué pasa con la terraza?.

Me asomé a ella y me encontré con unas jardineras, varios sacos de tierra y al menos una veintena de plantas aromáticas. Josh me había hecho caso?. Pero, por que hacía esas cosas tan raras? La solución a tan extraño problema vino escrita en una nota que había en una de las plantas.

" Me gustó tu idea de las plantas".

Un mensaje muy escueto digno de Josh pero sorprendente al mismo tiempo. Estaba muy liada y confusa. Cómo se suponía que debía actuar con él?. Me enternecían sus palabras pero por qué me cuidaba tanto si apenas me conocía?. De hecho es que no me conocía realmente. Un día no bastaba para ello ni yo misma había sido capaz de hacerlo en veintinueve años que tenia. Quizás tan solo fuese un gran anfitrión. Sí, eso sería lo más probable.

Me preparé una infusión. Era raro en mí pero apenas tenía hambre. En lugar del hambre, el nervio se movía por mis tripas. Estaba nerviosa, era cierto pero aún no entendía el porqué exacto. Cambio de rutina, de vida, de país y de trabajo. Suspiré mientras me giraba a ver el contrato de trabajo. Casi ni me dió tiempo pues estaba pasando la primera hoja-y subrayando mentalmente las palabras que no entendía para después buscarlas en el diccionario- cuando una mujer, rubia, despampanante y un poco mayor que yo, bajó las escaleras del piso superior. Iba muy bien vestida y apestaba a perfume caro.

-Buenos días-saludé-.

-No sabía que Josh tenía previsto montar un harem aquí.

-No es lo que piensas.

-Es la frase preferida de estas ocasiones, verdad?. En fin, ten cuidado o Josh te partirá el corazón.

-Qué es lo que quieres decir?.

-Por esta casa, pasa cada día una mujer nueva.

-Y por qué tú sabes esas cosas tan bien?. Parece que conoces a Josh perfectamente . Para tanto da una noche?.

-Preciosa, yo trabajo para Josh. Soy su preferida, entiendes?.

-Supongo. Si me disculpas, tenía previsto salir a correr.

-También yo me iba. Encantada.

-Igualmente-mentí-.

Tan pronto cerró la puerta la mujer, yo me fui a la terraza, a sentarme con las piernas cruzadas como cada vez que necesitaba pensar. Acaso esa mujer era.....?Una palabra muy fea como para decirla....se entendería con meretrices??. Qué clase de trauma tendría este hombre para ser tan poco empático, tan oscuro?. Cerré los ojos para centrarme en mí misma, en mi "aquí y ahora" y dejar a un lado todo lo referente a Josh. Iba a ser mi jefe, viviría con él hasta que encontrase un piso que me resultase agradable y si me cansaba, siempre podía volver a Italia, a casa. Respiré profundamente para llenar mis pulmones de aire fresco y dar claridad a mi mente. La vida de Josh no me importaba, él no me importaba.

Cerca de las doce de la mañana y aburrida de la vida, salí a correr. Esa era la escusa mala que le había dado a la mujer para deshacerme de ella y aunque,no me apetecía en absoluto, sentía que era algo que necesitaba. Correr, no pensar. Y es que no atinaba a comprender porque Josh no se iba de mi cabeza a pesar de todo.

Era un día soleado pero frío. No me importó pues el aire fresco le hacía bien a mi cuerpo y a mí mente. Pasé por el paseo fluvial desde el cual se podía ver la catedral de el Pilar en su pleno esplendor evitando en todo momento salirme de él. El centro me aterraba después del encontronazo con Gio. No sabía si seguía en la ciudad, si se le habían quitado las ganas de Zaragoza después de la amenaza que, hipotéticamente, le había hecho Josh o si seguía de fiesta en fiesta. En teoría, nuestro viaje duraría una semana. Una semana en la que tendría que tener mucho cuidado para curarme en salud.

Una hora después de mi salida, me paré en un supermercado a comprar una botella de agua. Fue estando en la cola cuando me llegó un mensaje al móvil. Era de mi amiga Mía.

"Te mandé un e-mail".

Estarían cobrando por las palabras o cada vez la gente era más parca en ellas?. Qué costaría decir un "hola"?. Pagué el agua y me senté en un banco a revisar mi correo. Efectivamente, tenía un mail de Mía repleto de archivos adjuntos.

"Me enteré de que te fuiste a España con Gio. Sé que mantienes una extraña relación con él y por eso pensé que deberías ver estas fotos".

Abrí las fotos una a una y lo que vi, me sorprendió y me dió asco a partes iguales. En todas y cada una de ellas se veía a Gio en situaciones comprometidas con mujeres y lo peor, eran todas de la misma noche, la noche en la que yo lo había conocido, la noche en la que me había entregado a él. Sabía que lo nuestro no llevaba a ninguna parte, que no había proyecto de futuro, incluso sospechaba de que se veía con otras mujeres pero, tantas en la misma noche? . Y lo peor de todo es que si hubiese cedido el día anterior, si Josh no me hubiese salvado, habría caído de nuevo en su juego. Una lágrima calló por mis mejillas. Me sentía hundida y traicionada por todos. Si Mía sabía de antemano todo eso, por qué narices me avisaba ahora?. Qué trabajo costaba ser sinceros?. Y encima estaba el tema Josh que apuntaba a ser igual de mujeriego que Gio, aunque con más clase.

Me levanté, debía coger mis cosas e irme de la ciudad antes de que fuese tarde. Podría buscar trabajo en cualquier otra parte de Italia, en cualquier lugar y lo primero que haría después de eso, sería cambiar de número de teléfono. Estaba decidida, envalentonada y segura pero mi cuerpo decidió traicionarme. Se me nubló la vista y empecé a escuchar un pitido suave pero intenso en los oídos. La migraña de nuevo. Cuánto tiempo hacía desde la última?. Por desgracia, las conocía muy bien y, sabía que en breve, me pondría a vomitar o me desmayaría. Fue lo segundo. Antes de caer desplomada, de alcanzar el frío suelo, unos brazos me sujetaron con suavidad.

-Ya está, Lena. Ya está

Siempre en el momento oportuno,  siempre Josh al rescate. Qué le pasaba a aquel hombre conmigo? Y por qué me lo encontraba en todos los rincones?. Daba igual, mi única intención en aquel momento era, simple y llanamente, tomarme mi pastilla para el dolor, encerrarme en una habitación sin luz y descansar, simplemente descansar. Josh y los demás, podrían esperar. Tendrían que hacerlo

Ojos Color MielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora