15. El contraste del color con la oscuridad

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¿Por dónde empezar? Cuando el resto del grupo llegó, Emmett y Jean se encargaron de presentarnos y digamos que me sorprendió lo rápido que todos ellos tomaron confianza con Jennie y conmigo.

Para ser exactos, eran tres chicos más en total pero la situación se volvió tan caótica una vez que empezaron a beber que parecía que eran muchos más. Aunque yo realmente no tengo nada sobre lo cual quejarme pues no recuerdo todo lo que pasó con exactitud, pues fui una de las que bebieron y ayudó a descontrolar las situación.

-¿Estás lista para despertar? -la pregunta de alguien bastante conocido para mí resuena en la habitación- No, debería dejarte dormir más.

-Estoy despierta -respondo y rápidamente me siento en la cama, cuando lo hago de inmediato llevo una mano a la cabeza y cierro los ojos por un fuerte dolor en ella.

-Tienes resaca -la voz burlona de Emmett no me molesta, en cambio me merezco que se burle de mí por todas las molestias que seguro le cause. No recuerdo mucho pero llevo puesta una camiseta que podría apostar que es suya, dormí en su habitación y lo más probable es que tuvo que ayudarme a llegar hasta aquí. Así que, aceptaré todas las burlas y reclamos que me haga hoy. 

-Deberías tomarte la pastilla -dice señalando la mesa a lado de mí- las puse ahí desde anoche y...

-Gracias, pensé que estarías molesto porque bebí pero hasta buscaste medicamentos para mí -lo interrumpo y sonrío tomando la caja para tomar una.

-¿Molesto? ¿No recuerdas nada? -hace una pausa y niego, entonces sonríe y continúa- Lo único que hiciste anoche fue bailar y pedirme que lo hiciera contigo, no te preocupes -responde y siento alivio de inmediato, al menos no hice nada lo suficientemente ridículo para querer meterme debajo de una piedra.

-Que alivio -suspiro y finalmente me tomo la pastilla. Me encantaría que el alivio fuera inmediato.- ¿Por qué no me llevaste a casa?

-Dijiste que no querías ir allá, te insistí pero te pusiste a llorar y me pediste quedarte conmigo -dice todo esto mientras se acuesta en la cama a un lado de mí, no puedo dejar de mirarlo mientras lo hace pues me llama completamente la atención lo que cuenta y la expresión que hay en su cara.

-No me tienes lastima, ¿verdad? -digo cuando me mira fijamente y sus ojos reflejan algo desconocido para mí.

-Quiero cuidarte -asiente con la cabeza dos veces y gira su cuerpo hacia mí.

-¿Eso qué significa?

-Que no voy a dejar que te sientas sola, voy a estar contigo, bailar contigo y te cuidaré incluso cuando estés ebria -lo último suena más a burla y lo agradezco pues le resta seriedad a sus palabras.

-¿Por qué tengo está ropa? -cambio el tema por completo y veo como se lleva las manos a la cara para cubrirse- ¿tú me cambiaste?

Sus risas empiezan a resonar en el silencio después de mi pregunta y mi curiosidad incrementa al igual que mis nervios, mi mente no hace nada más que tratar de recordar qué ropa interior llevo puesta y quiero golpearme por pensar en una tontería como esa en este momento.

-Emmett -menciono su nombre y finalmente me mira.

-Ojalá, pero no fui yo -dice finalmente y puedo sentir como mi cuerpo se relaja- Jennie lo hizo, ella y yo fuimos los únicos que no perdieron la consciencia anoche.

-¿Por qué me quedé aquí entonces? Si ella estaba bien, ¿por qué no te pidió que me dejaras en su casa?

-Te doy un resumen -cruza sus brazos detrás de su cabeza y se acomoda en una mejor posición antes de relatar- tú y los demás estaban bailando por todos lados cuando salimos pero tú en específico estabas aún sosteniendo una botella llena de alcohol, estuve dejando a cada uno en sus casas y antes de llegar a la de Jennie te vaciaste la botella encima...

Tan clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora