16. La única persona que me gusta

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-¿Hola? -digo al teléfono intentando no abrir por completo los ojos para no perder el sueño.

-¿Dónde estás? -la voz alta de Jennie me obliga a alejar el celular de mi oreja pues un reclamo no es lo primero que deseo escuchar al despertar.- ¿Sabes qué hora es? Tenemos examen en veinte minutos y ya te perdiste la primera clase también.

El sueño que deseaba mantener desaparece por completo al escucharla, por inercia miro la pantalla para verificar la hora que es y darme cuenta de que lo que ha dicho es verdad.

Sin siquiera pensarlo me pongo de pie rápidamente y de manera ridícula busco por el suelo mis zapatos, como si eso fuera suficiente para aparecer mágicamente en la universidad o fuera a cambiar en algo las cosas.

-¿Dónde estás? -repite la pregunta devolviéndome a la realidad en la que me encontraba. Con un chico adormilado a mi lado y un zapato perdido.

-En la casa de Emmett, tengo que colgar pero llegaré pronto -hablo lo más rápido que puedo y termino la llamada para evitarme sus preguntas por ahora.

Checo mi imagen en la pantalla del celular y justo cuando lo estoy haciendo Emmett abre los ojos y me mira fijo, debo decir que no luce como si acabara de despertar.

-¿Por qué estás tan apurada? -cuestiona y se sienta en el sillón. Su calma me hace envidiarlo un poco.

-Tengo examen en menos de veinte minutos -explico- ¿Puedes llevarme por favor?

Lo veo asentir y mirarme sin decir nada, sus mejillas de pronto de hinchan y ese movimiento con la boca que hace cuando no está muy feliz con algo aparece. Finalmente, luego de examinarme un poco más, habla.

-La universidad no está muy lejos de aquí, déjame buscar ropa para prestarte -dice eso y se levanta antes de que yo sea capaz de protestar.

Mis nervios incrementan y decido ir tras él. No creo tener el tiempo necesario para cambiarme y de por sí la ropa que ya estoy usando también es de él. La idea de acabar usando todas sus cosas me apena.

-No es necesario, esto está bien -protesto a la vez que camino detrás suyo pero no es suficiente para hacer que se detenga.

-Estás usando sólo una camiseta y un suéter, tus piernas estarán muy descubiertas todo el día y...

-Voy a salir temprano hoy, además ya no hay tiempo -interrumpo sus palabras y veo como rebusca entre su closet. No hay respuesta y sólo se dedica a mover entre las prendas.

Doy un suspiro y me quedo parada sintiendo la desesperación recorrerme hasta que escucho un sonido de satisfacción y un pantalón es puesto frente a mis ojos.

-Lo encontré, sabía que iba a ser útil algún día -menciona con una gran sonrisa en la cara y me entrega la prenda- ten, usa esto también. Voy a salir a esperar que estés lista.

Sin perder ni un segundo más empiezo a vestirme una vez que cierra la puerta, la nueva camiseta y el pantalón que me dio me hacen sentir demasiado él, como si mi propio estilo estuviera a punto de ser asesinado por esta ropa.

Chequeo la hora antes de salir de la habitación y salgo más apurada que antes.

-¿Ya podemos irnos? -digo al encontrarlo y asiente.

-Vamos -ambos subimos al auto y una  vez que empieza a conducir me siento más tranquila, al menos ya estamos en camino- la universidad está realmente cerca de aquí, no te sientas tan ansiosa.

-No puedo, no sé cómo olvidé poner una alarma ni en qué momento me quedé dormida -digo. Mi pierna moviéndose sin parar me ayuda un poco a disminuir el estrés.

Tan clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora