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Narrador omnisciente

Eran aproximadamente las cinco de la tarde, los familiares se encontraban en el cementerio en donde se llevaría a cabo el entierro de _____.

El cielo era de un color gris nostálgico que hacía juego con las prendas negras de los presentes. El agujero en el que pondrían aquel ataúd ya estaba hecho dando a entender que sería la última vez que a verían.

Gina, con los ojos rojos e hinchados, colocó su mano en la espalda de Aidan sacándolo de sus pensamientos.

Aidan la mira ahora con unas cuantas lágrimas en sus ojos.

—Cariño ya están por..

—Si, ya se —interrumpió Aidan acercándose al dicho agujero—, sigo sin poder asimilar que ya no estás aquí —susurró dejando salir una lágrima gruesa—. ¿Qué voy a hacer ahora? Solo han sido horas desde que te fuiste y siento que fueron eternidades. —limpió las lágrimas que no dejaban de salir de sus ojos y se retiró ya que guardarían el ataúd.

Se escuchaban sollozos y lamentos por parte de los presentes, Gina no dejaba de suspirar para tranquilizar su respiración, Luca la abrazaba por lo hombros tratando inútilmente de tranquilizar sus sollozos, su padre no tenía alguna expresión solo miraba como iban tomando el ataúd para luego ser bajado y Aidan, el solo miraba con una pequeña sonrisa hacia ella, la chica que logró sacar su lado extrovertido y alegre, esa chica que lo hizo cambiar, esa chica a la que nunca pudo decir que la quería.

Empezaron con la actividad de bajar dicho ataúd, pronto las lágrimas inundaron los ojos del pelinegro pero el no derramó alguna.

"Te amo" declaró en un susurro audible. Dicen que el último sentido que se pierde al fallecer es el oído.

Pero ella no lo escuchó, al parecer el ataúd estaba bien sellado.

Lágrimas gruesas ruedan por las mejillas del chico, aquellas mejillas que fueron tomadas entre las manos de ella.

Unos minutos después dieron por terminada la ceremonia, los familiares y conocidos se fueron retirando, despidiéndose de su padre con disculpas y lamentos. El solo les respondía con un movimiento de cabeza aceptando lo que los invitados le decían.

—Querido ya nos vamos a casa. —anunció Gina acercándose a Aidan con una mirada triste.

—Ustedes vallan, yo me quedaré un rato más. —respondió con la voz ronca por las emociones.

—Bien —Gina abrazó a Aidan y el lo aceptó—, nos vemos más al rato.

Se separaron de aquel abrazo y la adulta se fue. Aidan regresó la vista hacia la tumba donde ahora se encontraba cinco metros bajo tierra, la chica de la cual esta enamorado.

Todos los presentes se retiraron así solo quedando el.

—Te voy a extrañar.. —empezó—, como no tienes una idea y yo que creía que me aburriría de todo lo que decías, de todo lo que hablabas pero no, me estaba acostumbrando a eso, me estaba acostumbrando a ti..

Las lágrimas no dejaban de salir, pero el las limpió recordando lo que le había dicho en la madrugada de ese mismo día.

No llores.. —las lágrimas pedían salir pero el no les daba paso.

El aún la sentía, sentía su presencia, aún escuchaba su voz, sus risas, aún podía ver como sus ojos lo observaban con cautela la noche en la que ella vio por primera vez su sonrisa.

Aún podía sentir sus brazos alrededor de el en un abrazo, por su cuello, su torso, su brazo.

—¿Por qué tenías que ser tú? —levantó su mirada hacia el cielo el cuál ya estaba dejando caer pequeñas gotas—. Mierda.. —susurró regresando su mirada hacia la tumba—, perdón por eso, ya me tengo que ir, prometo visitarte... te quiero.

¹Nuestro arcoíris ♡ [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora