Capítulo Catorce

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Desde el comienzo del día, algo en su interior le repetía que no era justo que aquella mañana se sintiera igual a la mañana anterior; truenos seguidos de truenos, aire helado y ese niño que lloraba por no querer separarse de su madre. Le causaba dolor, Alba siempre lo miraba con pena. Había veces que deseaba poder esquivarlos, para no ver cómo se despedían, pero no servía de nada, no había muchos caminos más por donde ir, ese era el único. Si quería llegar a tiempo al instituto, debía ver a la madre partir y al niño llorar. Y había otras veces que se quedaba de pie, contemplando la escena, quieta mientras todo se movía. Sabía que solo se separarían unas horas, hasta que el niño regresara a casa, desde los lejos oía cómo la madre se lo repetía. Pero aún así, el niño lloraba y le rogaba que no lo dejara irse. A Alba le entristecía que el niño no lo comprendiera... Que el niño no comprendiera que era inevitable tener que partir. '¿No lo sabes, acaso?' Se preguntaba, mientras sentía que hojas del otoño caían sobre su abrigo. 'No puedes detenerlo, niño, no lo intentes, tienes que irte...' Y odiaba que pronto las hojas que caían sobre ella se convertirían en gotas de lluvia que la empaparían, si no se apresuraba. 'Volverás a casa... Acepta que para volver a casa primero tienes que partir...'

Mientras que Joan le hablaba de la competencia, Alba pensaba que a él nunca le había contado de aquel niño y su madre. A Sabela tampoco. Pero estaba segura que en un sueño sí le había comentado a Natalia... Y Natalia le había preguntado cómo sería todo en el invierno, cuando no fueran ni hojas ni lluvia lo que cayera sobre ella al mirarlos, sino nieve... Nieve y mucha más tristeza... '¿El niño no aprenderá antes de que llegue el invierno?' 'No, Alba, y tú tampoco...'

Tal vez por eso no había dejado de pensar en Natalia en todo el día. Los días de lluvia le recordaban a soñar con ella y el niño en el camino... Le recordaban a Natalia existiendo más allá de lo que veía al cerrar los ojos... Era algo precioso, que todo aquello fuera real y no solo otra fantasía de tantas... Que Natalia fuera real y que nunca dejaría de serlo... Esa mañana, cada vez que veía a Natalia en el pasillo, se oía un trueno.

Y cada vez que veía a Natalia en el pasillo, Natalia la estaba viendo a ella.

-¿Estás nerviosa, Alba?

La voz de Joan la desterró de sus pensamientos, trayéndola de regreso. Alba aclaró su garganta y negó levemente con su cabeza, ajustando sus gafas.

-No lo sé. Creo... Creo que tengo un buen presentimiento.

Alba frunció su ceño con curiosidad cuando Joan no contestó.

-¿Tú... Tú no?

-Yo tengo un poco de miedo...

Los pies de Alba comenzaron a moverse sobre el suelo. No podía evitarlo, aún lo sentía... Desde la esquina del corredor, Natalia continuaba con sus ojos puestos en ella y no los quitaba...

-Nos... Nos irá bien, de veras. Ya está todo planeado, hemos estudiado mucho.

Veía que Natalia conversaba con Marta, pero a Marta no le prestaba atención. Tantos estudiantes pasaban por el corredor y ninguno se percataba. Tantos de ellos pasaban... y Natalia solo la veía a ella...

-¿Sabes dónde está Sabela?

-En la biblioteca, quería repasar las jugadas. Creo que también siente miedo...

-¿Y si vamos con ella?

-Prefiere estar sola. Me... Me ha dicho que así se concentra más.

-Vale.

De imprevisto, la tercera colleja del día aterrizó en su nuca. El dolor era un segundo, pero el impacto recorría todo el cuerpo y la sensación se quedaba. Las risas de los muchachos retumbaron a sus espaldas y Alba se volteó un instante para poder ver, aunque sea, quién había sido. Eran dos chicos de su clase, los de siempre, pero eso no le molestó. Levantar la vista fue lo que la hizo enfadar. Levantar la vista y ver que Joan también había recibido un golpe...

Encuéntrame aquí dentro || ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora