Cambio de planes

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¿Alguna vez han sentido esa presión en el pecho la cual te corta la respiración y te provoca una profunda angustia sin saber el motivo? Si es así, entonces saben como se sentía Juliana en este momento

Tenía esa sensación que empezaba a gobernar en su interior. Desde que se enteró sobre el paradero en donde tenía que verse con aquel hombre misterioso, comenzó a sentir una preocupación y angustia.

Ella mejor que nadie sabía que era una mala idea el irse así de la forma en que lo hizo, sin avisarle a sus amigos, su jefe o a la policía, pero el hombre fue claro. Si alguien se enteraba de todo eso, la que pagaría las consecuencias sería Valentina y no estaba dispuesta a correr el riesgo; solo esperaba que todo saliera bien y que pronto ambas pudieran regresar a casa, no podría decir que a su hogar. Porque se dio cuenta desde hace un tiempo atrás, que su hogar era la rubia que tanto amaba y la paralizaba con el simple hecho de mirarla a los ojos. Sí, definitivamente Val era su persona.

Mientras conducía y miraba el GPS de su auto, su mente se teletransporto sobre aquel momento en donde conoció a Val. Nunca se hubiera imaginado que lograría seguir adelante después de la muerte de Camila, pero cuando la rubia apareció, su vida como la conocía dio un giro inesperado, la desestabilizo por completo, al punto de hacerla sentir un mar de emociones que pensó que nunca más volvería a emerger de su interior

Reconocía que por un lapso, el volver a sentir algo por alguien más le aterraba. Sobre todo, lo que más temía era perderla y al parecer ahora no estaba tan equivocada. El simple hecho pensar en que algo le pudiera suceder al amor se su vida la destrozaba. Estaba segura que no aguantaría un golpe así y preferiría mil veces morir, antes de dejar que le sucediera algo a la rubia

Miró de reojo el reloj que se mostraba en el tablero del auto y soltó un profundo suspiro al darse cuenta que aún faltaba algún tiempo para la reunión y que ya no se encontraba tan lejos de aquel sitio, aunque eso no le quitaba esa sensación extraña que le oprimía el pecho.

Había escuchado que su móvil sonó en numerosas ocasiones durante su trayecto, pero como se conectó su celular automáticamente con el Bluetooth de su vehículo, se dio cuenta que era Oscar y Eva. La llenaba de curiosidad el saber para que la buscaban pero se negaba a contestarles por temor a que sus nervios la delataran y terminara contándoles sobre lo que hacía. Ellos tendrán qué esperar. Así que mejor optó por poner algo de música para intentar relajarse durante los poco minutos que le quedaban de viaje...

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Después de haberle marcado a Eva, Oscar salió a toda prisa en su vehículo, sabía que cada minuto era crucial para llegar a tiempo. Regularmente él siempre se había considerado una persona tranquila al volante, siempre había seguido las leyes de tránsito y su historial en conducción siempre había sido impecable. Pero justo en este momento poco le importaba, se brincó todos los semáforos en rojo que pudo y pidió miles de disculpas de forma silenciosa a los demás conductores por la forma tan fea que manejaba. Prometía que una vez que todo terminara regresaría a ser el mismo y pagaría todas las multas que hubiera acumulado por los actos que estaba realizando

Esperaba de verdad que Eva hubiera hecho lo que le pidió porque de no ser así, estarían metidos en un grave problema. Temía por la seguridad de Valentina, la de Juliana y por la de si mismo

Y su miedo crecía ya que al intentar marcarle a la morena a través del manos libres y no obtener respuesta de ella lo llenaba de incertidumbre y lo mataba el no saber a ciencia cierta si su amiga ya había llegado, si estaba bien o si algo le había sucedido

Su mente comenzó a jugarle malas bromas y lo llevaba a imaginarse los peores escenarios que pudieran existir

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una llamada.

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora